Estuve en Calahorra hace unas semanas y no quería dejar pasar la oportunidad de destacar este digno lugar: el Chef Nino. Se trata de un restaurante muy interesante. Un amigo me lo recomendó. Me dijo que no servían esos pretenciosos platos que muchos restaurantes modernos están ofreciendo en estos días. Y no se equivocó.
La comida resultó excelente, particularmente las verduras, típicas de esta zona. Comenzamos compartiendo un plato de jamón y otro de espárragos, producto que nos informaron solo se consigue en esta época del año y continuamos con una buena menestra que es un deber probar para todos aquellos que pasen por Calahorra. La de esta casa, en concreto, simplemente se derrite en la boca.
Continuaron mis acompañantes con unos buenos y nada escasos platos de merluza a la romana y Orio, pero yo me decanté por unas originales y fantásticas manitas rellenas. No me atreví ya con el postre, pero mis compañeros dijeron que los suyos estaban muy ricos. De hecho, uno de ellos fue derrotado por un postre de dos chocolates.
Algo más de 200 Euros los tres no resultó barato, incluyendo un par de cervezas y una botella de Rioja fantásticamente recomendada. Pero definitivamente, la visita es obligada y merece de sobra la pena si lo que se desea es calidad y cantidad.
El camarero que nos atendió fue encantador y muy atento. Nos aconsejó de manera excelente y nos facilitó el disfrutar de la comida. Por mi trabajo viajo muy a menudo y frecuento muchos restaurantes y por eso sé de sobra que no es fácil encontrar a gente competente, que demuestre atención y mimo al cliente y gusto por lo que hace. Y eso siempre se agradece. Muy buen servicio.
Solo la decoración de la sala nos pareció algo antigua para lo que se estila hoy en día.
Ambiente tranquilo y agradable. Un restaurante con solera para una verdadera experiencia de cinco estrellas. Realmente mereció la pena.
Alojados en el Parador, y pensando cenar allí, buscamos comer con tranquilidad y dedicar la tarde a visitas turísticas. Calahorra estaba en jornadas de cazuelas típicas. Nos decidimos por este restaurante, en principio por el tema de “no tener que coger el coche”y alguna referencia que me sonaba. Local amplio, decoración convencional, agradables luces indirectas, y con profesionalidad y dedicación del personal: atención permanente pese a la ocupación de unas mesas grandes, una de 30 pers, por lo menos. Cayeron un salteado de surtidos de setas, del que aún recuerdo el sabor; unas alcachofas a la romana, o sea rebozados, que se funden en la boca y con sabor a la verdura, no a la fritura. Una paletilla de cabrito, que según el aficionado al género, de las mejores que ha probado, y servidora, después de 5 días de comilonas, se fue... al pollo, eso sí,uno de los “buenos” y con una muy original y lograda salsa de pomelo, gambas y piñones. Hay que destacar las patatas, de corte tipo chips, pero de textura entre panaderas y fritas. Un Reserva Remelluri 2005 que se hizo corto al haberlo empezado “de aperitivo” y que completamos, bien aconsejados, con un Reserva Monte Real 2004: gran acierto. De postre: un melocotón asado, con frambuesas y helado de vainilla con vino blanco, y unas fresitas maceradas al Módena. Cafés. Llovía, así que tocó sobremesa con 2 GT. Total:nos fuimos directamente al hotel, pensando llevar la botella de vino porque ya vimos sitios donde así lo hacen, pero falta de costumbre, supongo.El precio incluye 3 platos por persona y evidentemente las 2 botellas y los GT. Y el pan,que siguen cobrando en España, lo toques o no. Con todo 122 €. Muy buena RCP.por lo servido, comido y bebido.
Restaurante con mucho años de vida, pero con un cambio de rumbo desde hace unos pocos años que le llevan de la comida tradicional a la moderna, o vanguardista, sin dejar de comer, y disfrutando de los productos de la huerta riojana, que verduras!. Completa carta de vinos, buenos riojas, y una seleccion de otras denominaciones. Creo que es uno de los restaurantes riojanos mas innovadores, con buen servicio y una grata relacion calidad precio.