Decepción

Tenía muchas ganas de probar este sitio, pero sabiendo que era una antigua taberna y que era comida de tapeo.
El producto en general es bueno, pero... el rey de las anchoas?? Yo creo que ya no. Estaban buenas, pero no estaban de vicio y para unas anchoas del cantabrico esperas encontrar algo más que un dedito de tamaño y algo más de sabor. Con el variado de navajas, berberechos, mejillones... nos pasó lo mismo, falto de sabor. Sin embargo el tomate valenciano buenísimo y las clochinas del terreno también.
Ahora tienen una pequeña habitación con cuatro mesas y están demasido juntas porque es pequeña, yo me tragué el humo del puro del hombre que cenaba detrás de nosotros. Además las sillas son muy incómodas y la tertulia después de la cena se tiene que limitar porque sino te destrozas el cuerpo. No creo que cenar en la barra (de pie) sea mucho más plácido, o eso me parecio por la sensación de agobio que me dió cuando ví la barra al ir hacia el baño. Después la taberna es rústica, lo cual es muy valido y tiene su encanto, pero no se debe descuidar el local y dejar de acondicionarlo.
El baño está fuera y es pésimo. Pequeño, viejo, con ladrillos del suelo que saltan, con la pila fuera, sin aire (y te dá un tremendo golpe de calor), no cierra la puerta...
El trato del personal es bueno, pero el servicio del vino malo. El vino blanco que nos pedimos (Nodus Chadornay) no estaba enfriado, nos dieron una funda de hielo para enfriarlo y nos la dejaron allí.Resultado el vino no estaba a la temperatura adecuada y fué inesistente el servicio.
Eramos 5 personas y cenamos dos de anchoas, dos de variado de navajas, una de atún, una de tomate valenciano, una de clochinas, uan de habas, dos aguas, dos de vino, dos postres de higo y tres cafés.