Lugar donde se fabrica la sidra del mismo nombre. Local tipo sidrería de bancos corridos y asientos de banquetas de madera sin respaldo. Servicio de sidra escanciada a precio correcto. Carta de vinos corta (no es el mejor sitio para beber vino). Buen servicio en la sala sin pretensiones.

Hay menú del día y se amoldan a medias raciones (aconsejables) ya que son muy amplias y además permite probar más cosas. Dos de agua de medio litro más dos botellas de sidra del local pero seleccionada (las manzanas para hacer la sidra) muy agradable. Un buen pan de hogaza de abundante miga y unos aperitivos de minitostada con tomate confitado y un trocito de anchoa: para ir bebiendo sidra.

Para comer y para tres personas; medio menú que consistió en una cazuela de bacalao guisado con patatas (correcto con más patatas de la necesaria) y a petición nos aceptaron cambiar el guisado de cordero por bacalao con cebolla confitada (muy bueno, en su punto de desalado); sin postre al ser medio menú. Otro comensal: compartidos unos guisantes con jamón plancha y huevo frito: sabroso (no puede ser de otra forma) pero no acababan de estar bien enlazados; de segundo media ración (menos mal!!) cachopo (como un san Jacobo) relleno de cecina, queso de cabra y cebolla confitada: muy contundente, denso, acompañado de patatas fritas crujientes y algún pimiento aislado.
Para el otro comensal los guisantes compartidos y de segundo un chuleton de vaca de 3/4 de kilo de casi 4 cm de grosor con patatas fritas: muy sabroso, tierno, en su punto de plancha y servido en plato caliente que permite que al cortarlo se sigue manteniendo caliente, muy recomendable.

De postre solo una a compartir: hojaldre de arroz con leche con helado de canela: en realidad el helado es de leche merengada con mucha canela; el milhojas estaba un poco con sabor a tortitas de aceite de la mancha; poco arroz con leche.

No se puede visitar la sidrería más que en los horarios y previo pago de la visita.
Local curioso con especial dedicación a comida asturiana en amplias raciones.

El restaurante de la parte de arriba del llagar no tiene encanto, pero la calidad de la materia prima es indudable.

El Llagar, donde se celebran comidas, espichas tradicionales de Sidra, bodas, banquetes, etc. es genial. Muy acogedor, con grandes toneles de unos 8.000 litros de sidra de los que se escancia directamente al vaso.

Celebré la comida de mi boda allí, para 30 personas en un ambiente muy íntimo e informal. Por 45 euros el menú se puso una tabla de quesos asturianos (dispares en calidad) unas croquetas variadas riquísimas (sobre todo las de cabrales) unas tortillas de bacalao y chorizo muy bien hechas, unos bollos preñaos (pan con chirizo dentro), unos chorizos a la sidra muy ricos, un platín de fabada asturiana con su compango bastante lograda, un caldo de gallina revitalizante y los mejores calamares frescos que he probado hasta ahora. De segundo un chuletón de más de un Kilo de buena calidad con salsa cabrales y patatas fritas...

Toda la sidra del mundo, refrescos, agua... y el vino lo puse yo (un Juan Gil 12 meses) aunque tienen alguna bunea referencia en carta, falla un poco, pero se entiende por ser bodega de sidra!!!.

Sobre el servicio todo son buenas palabras: muy solícito, cercano, respetuoso, correcto.

Al final, nos llevaron a hacer un tour por todo el Llagar mostrándonos el proceso de elaboración de la Sidra Asturiana.

MUY recomendable.