Esa palabra con mayúsculas es la que a mi entender define este lugar. De paso por Lérida me preguntaba si valía la pena desplazarse hasta Sant Llorenç de Montgai teniendo en cuenta que en Lérida capital hay un montón de sitios para comer. Si buscas calidad, tranquilidad y exclusividad como buscábamos nosotros la respuesta es SI.
Es un sitio difícil de encontrar porque está en la carretera saliendo del pueblo y el pueblo son cuatro casas. La entrada al local y el mismo local estarían totalmente desaconsejados para amantes de la estética minimalista y el orden absoluto porque se empacha la vista con tanto colorido y variedad de detalles. Está todo absolutamente lleno de botes de conserva caseros y flores artificiales en una cueva completamente fresca y con olor a piedra húmeda. En la calle un calor sofocante y allí dentro una estufa encendida ya es lo primero que choca del sitio.
Los dueños, son una pareja muy agradable que hacen de cocineros, maitres y camareros. Incluso con la gente a la que sirven y que son conocidos de la zona se unen para brindar y celebrar sus actos con ellos. Francamente campechanos.
De picoteo un platito de pescado frito gentileza de la casa. Para probar el mayor número de platos posible y dejándonos aconsejar pedimos de primeros un gazpacho y una ensalada de sardinas arenques. No pude evitar solicitar algúna idea para hacer en casa un gazpacho parecido al que nos sirvieron que era francamente exquisito. No dudaron en aconsejarme e indicarme cómo estaba hecho con toda la naturalidad del mundo. Un diez para el gazpacho aunque tuviera cebolla y un diez para las sardinas que preparan de forma artesanal. Que sabían a poco es la única pega.
A continuación y dejándonos aconsejar de nuevo compartimos una sepia enorme, de carne firme y tierna hecha en su punto y aliñada de forma justa y sabrosa. Estaba para chuparse los dedos. Y a continuación y todo con un ritmo que te permitía comer a gusto nos sirvieron la paella de bogavante de la que no dejamos practicamente nada. El arroz sabroso y un pelín caldoso y el bogavante fresco y bueno.
Para elección de postre solamente dos opciones, un queso con miel y un flan casero de canela. Los dos optamos por el flan y no nos arrepentimos de haberlo probado, solamente nos arrepentimos de no haber pedido la receta. Me gusta la cocina y siempre hago flan casero así que tendré que probar hasta que me salga algo parecido a este magnífico postre. Sin ningún tipo de aderezo ni adorno más que el caramelo y el flan. Muy bueno.
No pudimos tomar vino porque fuimos en coche. La verdad es que hicimos una comida agradable y estimulante en todos los sentidos. Un juego para la vista intentar adivinar de qué estaba lleno cada bote de los que hay expuestos, un placer para los oídos sentirte acompañado/a por la emisora de radio de un pueblo cercano con una selección de música que parecía escogida para una pareja de nuestra edad, una comida de buena calidad y precio contenido, servidos por dos personas encantadoras que nos regalaron el chupito de Orujo y una botella de su mejor vinagre de moscatel casero sin conocernos de nada. Qué más se puede pedir? Pues si eres aficionada a la fotografía encontrarte a la salida con unas vistas increíbles...pues también !!!

Es un lugar excepcional para comer con unas vistas increibles(sobre todo si puedes comer en la terraza). Tiene una cocina realmente exquisita, y la atención buenisima. Un lugar recomendado para degustar la buena comida que elabora Joan.