En primer lugar comentar el buen trato y clima de confianza que hay en este local, quizás por ser un cliente asiduo. A veces demasiado.
La comida es lo mejor, sin duda, recomendando sus pizzas de masa fina y su secreto ibérico. También a destacar el queso frito con mermelada y los montaditos de queso de cabra... sin dejar de lado los postres, exquisitos y de la casa.
El vino quizás es lo único reprochable (donde esté una buena cerveza...).

Este lunes aprovechamos la festividad para visitar expresamente este restaurante en Turís que me habían recomendado y que había leído en Verema.

El local a la entrada de la población, frente a la bodega de Baronía de Turís, está bastante cuidado, con un diseño bonito y un mobiliario acertado, aunque algún problema con la extracción hizo que el olor a aceite nos recibiera en pleno apogeo, lo que no es nada agradable cuando entras en un local. Preside el centro de la sala una bodega acristalada con vinos en su interior, aunque, para nuestra desgracia, descubrimos que estaba apagado el motor, así que poco de lo que vimos pudimos beber.

Cocina tradicional sin demasiadas florituras, con una carta de tapas típicas (calamares, ensaladilla rusa...). Optamos por rabo de cerdo frito, bastante bueno y bravas que, tras pasar por el microondas, quedaron pastosas y no demasiado apetecibles.
De entrante tomamos una ensalada de queso brie con una vinagreta, bastante sencilla y con unos pedazos de queso muy grandes que castigan la estética del plato.

Compartimos un entrecot a la brasa trinchado al centro que estaba francamente bueno y un gazpacho manchego también muy bueno.
Así que nuestra elección no fue demasiado afortunada en algunos platos, aunque los segundos estaban muy ricos. Eso sí, los platos de autor y cocina creativa, que indica el anterior comentario, no los vimos por ningún lado de la carta.

La carta de vinos es escueta, predecible y con pocas cosas interesantes en la sección de blancos y espumosos. Algo más acertada está la sección de tintos. Esto, pese a que me duele, lo suelo perdonar porque al final el que paga manda y la gran mayorá de comensales se decantan por el tinto.

Al final, tras darle vueltas a la carta de vinos, nos encontramos con que: muchos de los vinos no estaban (en una carta tan corta esto supone menguar en un porcentaje altísimo la oferta), dos cavas que pedimos estaban en la vinoteca que veíamos, que estaba apagada, y por ende fríos, y la oferta de blancos (creo recordar que solo había un par) tampoco satisfacía lo que me apetecía. Así que optamos por la cerveza y el agua. Por ello, aunque me esforcé, no pude tomar vino, así que dejaré el apartado de valoración en blanco.

En general debo decir que el restaurante no está mal, pero creo que solo si se está por la zona. Cocina con altibajos y carta de vinos muy mejorable. Admito de todos modos que iba con unas expectativas bastante altas así que esto también me llevó a no encontrar lo que andaba buscando.

Hemos ido varias veces y cada vez nos sorprenden con algo nuevo.Local muy bonito, cocina creativa de impresión (no perderse las creaciones de Sergio ni las trufas mascletá de Patricia. Si no vais no sabréis lo que os estáis perdiendo, al estar en Turis te puede parecer alejado de Valencia pero es como ir al centro y aparcar.
Merece la pena, no defrauda nunca.