Sito en la costera localidad de Lekeitio, en el barrio que le da nombre, se encuentra este restaurante que tiene fama de ser lo mejorcito de la localidad. Color azul, típico de los pueblos pesqueros, sala agradable. Servicio amable y profesional. Y aunque echamos un pequeño vistazo a su carta, preferimos, como ya va siendo costumbre, que ellos nos ofrezcan sus mejores manjares.
Mi acompañante se decanta por una sopa de pescado que es, al parecer, la especialidad de la casa. Desde luego que tiene una pinta maravillosa. Más casi, crema que sopa. Con materia prima de excelente calidad.
Yo, curiosidades de la vida, me voy de cabeza a por los caracoles. Quien me iba a decir a mi que habiéndole sido infiel a San Prudentzio me iba a encontrar con el plato estrella de la retreta. Pues un plato de unos caracoles riquísimos, limpios, con una salsa finísima. Aquí es un tanto diferente a la que acostumbro a degustar. Lleva mucha verdura y eso la hace mucho más ligera. De todos modos me arranco con el pan y al final decido terminar a cucharadas. Ricos, muy ricos.
De plato principal pedimos un rape negro para compartir. Gozada de pez, sin espinas. Dicen que se diferencia del blanco en mejor sabor, textura más “tiesa”…. Quizás yo no sería capaz de diferenciarlos pero está cojonudo. Preparado sin tonterías. Con unos ajitos y un caldo sin estridencias. Está estupendo. Poco que añadir, una maravilla gastronómica. Lo dejamos total y absolutamente “desnudo”. Para mayor deleite nos lo acompañan con unas estupendas patatas fritas cortadas a mi manera. Pues nada que objetar y mucho que agradecer.
Carta corta de vinos y más de los que yo prefiero pero tenemos lo que necesitamos. Un cava Gramona Imperial Brut, Gran Reserva 2011. Nariz a manzana asada, a cosas dulces pero con sus toques de cosas más amargas. En boca es “graso”, potente. Burbuja muy bien integrada y una acidez marcada que invita al trago. Cada día me estoy haciendo más amigo de las burbujas. Me hacen disfrutar de principio a fin de cualquier cena.
Como no podía ser de otro modo, la que no tiene hambre no se resiste a lo dulce. El descubrimiento es más que gratificante. Una tarta de queso casera. Y lo tengo que decir, de las “top”. Las he probado y muchas, las he probado de diez, incluso la que tiene fama de ser la mejor del mundo. La de hoy está a la altura de las mejores, sin dudarlo. Finísima, suave, sabrosa, con la textura perfecta. El toque ideal de dulzor. Sorpresa.
La correspondiente menta-poleo y el susodicho “cortao” dan por terminada una cena que ha estado a un estupendo nivel. Muy buena cocina y a unos precios muy arreglados para la calidad del producto. El servicio del vino sería correcto, sin más pero juego un poco con la nota para que la puntuación final sea más acorde con lo que busco.
Para ver alguna foto: http://gastiondo.blogspot.com.es/2017/05/meson-arropain-lekeitio-san-prudentzio.html

Cuando entras en un restaurante y tardan más de 15 minutos en entregarte la carta. Mal Asunto.

Cuando una vez entregada, en pleno verano, tardan otro tanto en servirte las bebidas. Fatal.

Cuando en Lekeitio, pueblo de tradición marinera donde los haya, pides merluza a la koskera (a la vasca, en salsa verde), y te sirven un medalloncito de pescadilla, en una "sopa" mal ligada y peor sazonada, como si de un menú de barrio obrero se tratara, pero a 22 euros + 10% de IVA, entonces es cuando entiendes, que te has equivocado de cabo a rabo.

Además de la materia prima de primerísima, quisiera destacar que al mismo nivel o superior está la atención al cliente que se recibe de la única metre/camarera que sirve las 9 mesas de que se compone su salón. Hoy comimos como entrantes ensalada de bacalao y hongos braseados con yemas de huevos campestres y guindillas. Plato principal: un besugo de 1 kg a la brasa, para dos. El Txakolí de Guetaría de los mejores que hemos probado. Postre goxua (excelente, con nata de las vacas del pueblo!) y sufle caliente de chocolate. 120 euros todo. Se encuentra el restaurente en el piso bajo de un caserio.Recomiendo reservar siempre.