Situado en lo alto del Vall de Laguar, este hotel tiene unas vistas bellísimas de la comarca de la Marina Alta (el valle del riu Girona y al fondo el Montgo). En los dias claros se ve Ibiza.

Decorado rústico y acogedor.

Menu mediterraneo, con entrantes y un plato de carne (cordero, lomo, etc...),
Vinos de la zona y alguna gran reseña nacional.
Postres caseros.
Mistelas de Teulada y Xaló.
Menu 12 eur mas vinos y extras.

Para pasar un dia agradable en un entorno natural y alejado del bullicio.

La decoración del restaurante es rústica, con buen gusto y bien integrada en el paisaje. Servicio correcto sin más. Mala acustica pero al no estar lleno se estaba a gusto.

Comida casera y sabrosa con raciones más que genrosas: tomamos aspencat (buena verdura pero el aceite más flojo) y embutidos de la zona (flojos, flojos). De segundo cordero al horno (muy bueno) y lomo al horno (nada seco) ambos con la misma guarnición. De postre un tabla de queso con arrop y talladetes (sólo un tipo queso reseco...)

Las copas arc, carta muy corta pero con referencias que permiten salir del paso, no muy caras probamos un pasanau (16 euros) que nos dejó de lo más indiferentes...

Lo mejor de todo el entorno: edificio de piedra y madera de estilo rústico enclavado en lo alto del mirador natural que supone la Sierra del Cavall Verd, con vistas a toda la Marina Alta. Restaurante familiar con comida de la zona (buenas pelotas de putxero, cocas mejorables, selección de croquetas...) y especialidad en carne: cordero, ibérico, avestruz...

El servicio correcto. Gente de la zona que me consta que trabajan allí desde hace años, la cual cosa se nota en cierto grado de profesionalidad y buen hacer.

Carta de vinos escueta: 2 o 3 por cada D.O. aunque disponen de propuestas de calidad como el Valderiz, Mauro, Moët...

Hotel-restaurante enclavado en un precioso emplazamiento con magníficas vistas. Reservamos para año nuevo, y nos podían haber avisado que sólo disponían de menú único (45 euros). Buena ensalada y pimientos rellenos. Muy sabrosa la pelota de puchero y algo más flojo la presa de ibérico. Buen postre. Los vinos estaban ya escogidos (un tinto de rioja y un blanco de Cuenca, Mesta), y no pude ver la carta de vinos. Copas Arc y servicio cumplidor sin más. Dos detalles que no me gustaron nada: no proporcionar a uno de los comensales, alérgico, la posibilidad de elegir cualquier otro postre (unas natillas, un flan, fruta, algo...) y cobrar los chupitos de mistela.