Es un buen restaurante vasco, eso al menos dicen que es, pero el ambiente muy vasco no es que digamos... empezando por los camareros, y la verdad es que en estos sitios te has de dejar aconsejar para saber por ejemplo qué tal está el chuletón que tienen ahora en cocina, y claro si el pobre sudamericano de turno sólo sabe decir que 'bueno' a todo...En todo caso muy caro, buen género aunque para mi gusto la carne no es la mejor y ni mucho menos como la comemos en mi tierra. Pero el género es bueno y la cocina es buena, eso sí no se justifica en absoluto los más de 60€ por cabeza y sin vino...los hay mejores vascos, pero no en zonas tan privilegiadas quizás.Otra cosa a tener en cuenta para por ejemplo personas mayores, invidentes, etc.. los accesos a la zona de abajo del restaurante son peligrosos, estrechos y hay que bajar la cabeza continuamente, espero al menos que eso no sea un problema de seguridad del local. Son abovedados y de paso estrecho en definitiva. He vuelto un par de veces, sigue lo mismo: el trato no es el que se merece -están todos cabreados?-, el género es bueno eso sí, y sigue igual de caro, carísimo para lo que te dan.

LA COMIDA
La comida no es que esté mala, pero decepciona.
El plato de cocochas por 40 € traía 2 que había que buscarlas en una salsa con mucho sabor a apio, además estaban frías.El plato de chipirones traía 5 y con mucho aceite.
EL LUGAR
La planta baja algo lúgubre: un sótano con muy mala acústica
EL SERVICIO
Claramente mejorable, sudamericanos con buena voluntad pero sin formación.
Poco más y nos echan de allí a las 24:00 de un viernes, no nos dieron ni la oportunidad de tomarnos una copa.
CONCLUSIÓN
Un restaurante de un nivel claramente inferior a su precio.
La pena es que lugares como este no se esfuercen por mejorar (y más en estos tiempos) ya que como en Madrid "hay gente para todo", mañana volverá a estar lleno.

La recepción estuvo bien, lastima que la señorita no volvio a aparecer hasta el final, eso si, para invitarnos a dos copas, el resto del servicio, por debajo de lo esperado, mecanico, limitandose a dejar los platos en la mesa.

Empezamos con un revuelto gramajo (huevos, jamos york y patatas paja) estaba bueno, pero con la tostada que lo acompañaba quemada. Tambien verdura de temporada, preguntemos como la servian, nos dijeron pasada por sarten, al final vino hervida, no aporto absolutamente nada.
Inicialmente habiamos pedido unos pimientos del piquillo, que aparecian en la carta, despues volvieron informandonos que no tenian, en un Vasco no tener piquillos.......

Segundos: Callos y morros al estilo de Madrid, buenos, para sucar pan y un magret de pato asado al carbon, flojo, algunos trozos dificiles de masticar, otro plato que pasa sin pena ni gloria.

Extensa carta de vinos, pedimos un Arzuaga (22€) lo mejor de la velada, copas correctas, servido a temperatura, el camarero te abre la botella y ahi se acaba el servicio del vino.

La disposicion de las mesas, varia segun la zona del comedor, en nuestra zona querian aprovechar el espacio y las mesas estaban a un palmo de distancia (distancia real) en otras zonas, mucho mejor dispuestas.

No tomamos postres. La verdad es salimos un poco decepcionados

El bajón que ha pegado Alkalde en los 2 o 3 últimos años ha sido impresionante.. Llenan? Pues lo normal en Jorge Juan 10, que llena hasta Starbucks. Pero lo cortés no quita lo valiente.

Caro, pero malo. Nada recomendable.

Restaurante agradable y el trato del personal es muy familiar. Se come bien tanto de calidad como de cantidad, eso si totalmente clásico y sin experimentos.
En la parte de abajo además no hay cobertura, ideal para que no te estropeen una comida agradable.

Muy buena materia prima, pero el servicio muy deficiente, comimos a base de tapas/raciones y no cabian los platos en la mesa, habia que estar constantemente solicitando que se llevaran los platos vacios, no cambiaron de plato una sola vez, ya casi al final.
Excelentes las croquetas, los chipirones encebollados y los pimeintos del piquillo al sarmiento, prescindir de las mollejas con foie.
Estuvimos a punto de probar el chuleton que pidieron en la mesa de al lado, ya que volo sobre nuestras cabezas.
En fin, hacia años que no venia a este restaurante y dudo que vuelva.
Solo añadir que el precio bastante caro.
Un saludo
Antonio
Peña El Sarmiento

DESILUSIÓN. Creo que esta es la palabra que resume mi paso por este clásico de Madrid, no reserven, no sirve de nada yo lo hice con una semana para tener una de las peores mesas, el truco debe ser en presentarse sin reserva y es cuando mejor te atienden, serán cosas de la moda. Carta de vinos correcta pero los sirven estos con mucha temperatura. La comida mal, la carne estaba fría con eso digo todo. Lo único que se salva un poco son los postres. El servicio discreto. En mi opinión si van piensen que es un sitio discretito a precio alto. No le doy otra oportunidad.

Saludos

Restaurante de los clásicos de comida vasca en Madrid. Últimamente ha sufrido un lavado de cara y para mi es algo más acogedor. Entrantes (croquetas sin falta) ricos y variados a base de pimientos asados, ibéricos, almejas a la marinera, etc. Primeros platos basados en verduras naturales y alguna que otra sugerencia (crema de centollo, pochas, etc). En los segundos platos, los pescados son buenos y elaborados como en el norte a la manera tradicional (merluza, besugo, kokotxas, bacalao, rape). Piezas de carne mejorables para el precio que tienen (aunque los callos y morros están muy ricos, pero no sé si siempre tienen).Yo los pedí y estaban perfectos.
Carta de vinos bastante correcta, aunque el servicio es mejorable. El Gran Colegiata del 99 de Fariña estaba a una temperatura un poco alta.
Precio medio:55€;

En general estoy de acuerdo, pero el servicio de vino escasito, nos tomamos una botella de Numanthia casi a temperatura ambiente, que no chambré, unos 23 ºC, por lo que pedimos cubitera con hielo y mucha agua y claro nos tarjeron poca agua mucho hielo y mediada (¿les impide su religión traerlas más llenas?). Y la carne mediana/buena pero a precio de buena. Es cierto que las croquetas estupendas

Acogedor desde que entras, con una decoración muy cuidada. Para empezar son imprescindibles unas croquetas , las mejores que he probado en mi vida. Tiene una carta amplia, en la que destacan una buena seleccion de revueltos. Carnes y pescados de buena calidad, carta de vinos algo cara, pero aceptable y servicio atento. Una pega, la mesa fue demasiado pequeña para seis comensales.