Fin de semana a caballo entre Peñafiel y Valladolid, hemos decidido visitar este restaurante gracias a los comentarios anteriores y a la recomendación de un buen amigo (del que por cierto, todavía se acordaban).
Ubicado en una callejuela justo enfrente de la plaza de la catedral, salón con una decoración minimalista pero a la vez muy acogedora, mesas amplias, muy bien vestidas, con una excelente separación, vajilla y cubertería de gran calidad y cristalería Schott.
Hacer mención especial al trato recibido, muy cercano y profesional, nos han hecho sentir como en casa.
Para comer hemos optado por el Menú Festival a 38€ IVA incluido:
- Para picar, patatas chips y palitos de pan de varios colores y sabores.
- Aperitivo, calabaza asada con brandada de bacalao, correcta, quizás un pelín sosa.
- Puerro con morcilla y almendra, los puerros se presentan cocidos en rodajas gruesas, la morcilla en dos texturas (polvo y crujiente) y la almendra en una especie de sopa, buen conjunto.
- Calabaza de cabello de angel con boletus y polvo de cecina, quizás un plato no apto para todos los gustos, a mi personalmente me gustó.
- Virrey con salsa de tomate y cebolla escabechada, excelente punto del pescado, con ese golpe de plancha que deja la piel crujiente, rico, rico.
- Rabo de toro, presentado en forma de lingote sobre su propio jugo y coronado con una quenelle de puré de patata, un clásico perfectamente ejecutado.
- Mini tabla de quesos con mousse de pera, degustación de tres tipos de queso de oveja, fresco, con corteza de hongos y pimentón y curado, como buen amante de los quesos que voy a decir, ¡bravo!
- Chocolate, toffe y violetas, presentado en tres texturas, el chocolate a modo de trufa y relleno de confitura de frutos rojos, el toffe en helado y las violetas en crujiente, excelente final.
Buen servicio de pan con tres variedades a elegir, bollo gallego, de centeno y torta de aceite.
En cuanto al vino, disponen de una interesante carta no demasiado amplia pero muy bien escogida, para la ocasión elegimos un excelente verdejo Caraballas 2011 a 16€, servicio de descorche, prueba y rellenado de las copas y con el postre y por invitación de la casa unas copichuelas de Liberalia Uno 2010 mezcla de moscatel y albillo, sin ser yo muy amante del moscatel, este la verdad es que me gustó.
Terminamos con un par de ricos cafés acompañados de unos curiosos y divertidos petit fours.
Restaurante que recomiendo a todo el que visite Valladolid.
Petit fours
Virrey con salsa de tomate y cebolla escabellada
Puerro, morcilla y almendras
Por algo será, jeje, ya te digo que es de visita obligada en Valladolid, la comida es buena, pero el trato es insuperable.
Y el Liberalia pues lo que dices, tiene ese aroma a moscatel, pero muy matizado, mas fresco, con muy buena acidez que invita al trago sin llegar a empalagar.
Un abrazo, majo.
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