fuimos peregrinando por la zona de Tegueste y nos recomendaron el Bisoñe llegar no es facil nos perdimos y tuvimos que estar bastante rato hasta encontrarlo pero como teniamos tiempo no nos importo, la comida esta muy bien y los vinos podrian tener algunas referencias mas pero cumple, el precio es lo peor un poco caro para lo que es el local esta bonito y los dueños son muy agradables
sin duda el mejor sitio de comidas de todo Tenerife,el trato muy familiar,la comida fantastica y diferente.El lugar algo espectacular merece la pena probarlo.La relación calidad precio no puede ser mejor nosotros comimos por 25 E por cabeza con vino incluido 1 por cada 4 personas ,eso si ,creo que hay que decirlo,con lo agusto que estabamos en esas carpitas que tiene en el exterior empezamos apedir copitas y luego tuvimos que pagar unos 15 E mas por cabeza,pero tengo que dejar claro que las copas estan más baratas que en cualquier otro bar de por hay.
El lugar de por si, ya merece la pena, pues se accede a él atravesando maravillosos viñedos en un entorno, que a diferencia de gran parte de las zonas de medianías de la isla de Tenerife, aún no está degradado.
En el interior de la casita canaria en la que se ubica el restaurante,en lo alto de la montaña, te sientes y te hacen sentir cómodo. Chano el primero, siempre afectuoso y bromista.
Vas tomando, las regañás, el escaldón con cebolla, las tortillitas de camarones, la "olla prodida", el bichillo...y todo ello regado con "vino turbio" un vino blanco sin filtrar muy agradable e invitador de la conversación, que le traen a Chano desde Galicia.
En fin el ambiente es sensacional, la comida sólo es una excusa para tener un momento de relax total y la cuenta es quizás, lo peor. Hay cierta desproporción entre el tipo de comida que se sirve y lo que te cobran por ella.
Situado en una antigua casa campestre, el Bisoñe te recibe sumido en una calma que se rompe cuando aparece Chano, su propietario. Te arrastra como un torbellino para mostrarte cada rincon de este restaurante-museo y te explica, lleno de calma, sin prisa, que todos los relojes (hay muchisimos) estan parados a diferentes horas marcando el lema de esta casa : "El tiempo no existe". Tu mesa es de tu propiedad hasta que decidas marcharte o echar una cabezada en los sofas o tumbonas preparadas para una sobremesa relajada.El trato es amable y te hace sentir entre amigos desde que entras a esta casa !!POR LA COCINA !!. Efectivamente, en el Bisoñe se entra y sale por la cocina. Una de las muchas genialidades de Chano.En el aspecto gastronomico pudimos degustar DIEZ platos diferentes acompañados de un excelente vino gallego mezcla de sidra y alvariño. Postres deliciosos, cafe y licor. Volveremos en nuestro proximo viaje a la isla. Gracias a Chano a su esposa Ana, una cordobesa a la que este ciclon que es Chano arrastro desde su Andalucia.
Chano y Ana nos reciben personalmente en una preciosa y antigua casa canaria, rodeada de un marco natural incomparable. No es excesivamente complicado su acceso, aunque sí lo suficiente para que los domingos puedas degustar plácidamente, sin amargas colas de espera, de unos platos que, sinceramente, creo que Chano los ha tratado con mucho cariño. Suele visitar la mesa para preguntarnos qué tal va todo, y te contagia su humor socarrón. Ya viene la carta de platos y menús cargada de humor con su "si encuentra un pelo en la comida el cocinero ruega encarecidamente que se lo devuelva", ya que nuestro amigo Chano está tan calvo como este que escribe, y fotos de Ghandi, Yul Brinner o Telly Saballas campan a sus anchas.
Son riquísimas las habas con chocos, y el bichillo con dos mojos está delicioso. El vino que tomamos es de la finca cercana a la casa, y está rico rico...
En resumen, si quieren disfrutar de una comida tranquila en un ambiente agradable, afable, y en un sitio precioso, el restaurante "El Bisoñé" tiene sus puertas abiertas y, como dice Chano "aquí no se echa a nadie".
Saludos.
Hugo