De vuelta a Lanzarote me apetecia volver a ir a Cejas...
Sigue abierto, Lo sigue llevando la misma pareja, pero... ahora es un lugar de tapas :(
Seguen parece la oferta de restauracion sigue en la UVI, en cualquier caso espero que se repongan de este bache y vuelvan a ser lo que eran, un lugar con una oferta de calidad y diferenciados.

Excelente restaurante, sin duda el mejor que he visitado en Lanzarote.

Un autèntico placer en el corazón de lanzarote. Disfrutamos de una excelente comida un miércoles lo que nos animó a volver a cenar el viernes confirmando las expectativas. Entrantes deliciosos, crujiente de langosta, salteado de habitas con almejas y jamón ibérico, croquetas caseras, foie a la brasa impresionante. De segundos probamos el solomillo de atún, el lomo de bacalao con graten de frutos secos y salsa de foie (increíble), un entrecot perfecto, además de algun plato del día como las carrilleras que se deshacían en el paladar. Los postres no se pueden describir, hay que probarlos. El servicio impecable, amabilísimo, cortés, excelente y preocupado por hacerte sentir bien. El minisorbete que nos pusieron para cambiar el sabor entre platos estaba tan rico que pedimos uno para el postre. El único "pero" es la corta carta de vinos aunque escogida con criterio y diferentes D.O. Precio 40-50p/p. Nos invitaron a un exclente moscatel de las bodegas bermejo.

En el corazón de la antigua capital de Lanzarote se encuentra una de las pocas cocinas novedosas e imaginativas de la isla, lo cual convierte su visita en imprescindible por la experiencia gastronómica que brindan estos chavales.

Se presentan como cocina creativa con aires de cocina japonesa e italiana, pero sin dejar de lado la tradicional con materia prima de temporada y primera calidad.
El local es una antigua casona, con dos comedores;el primero, se situa en lo que podria ser el salón y el segundo es un patio interior agradabilísimo, ambos decorados con gusto pero sin caer en excesos.

La carta de vinos no esta a la altura de la categoria de los manjares que sirven (memorable el tartar de atún, ¡qué textura!), pero se esfuerzan en ofertar caldos de varias denominaciones. Nos inclinamos por un "Finca Resalso" del 2001.