Restaurante La Granada en Zaragoza
Restaurante La Granada
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
18,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingos
Nota de cata PRECIO MEDIO:
40 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.6
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.4
Comida COMIDA
8.5
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
8.1
Opiniones de La Granada
OPINIONES
10

Retomando el buen hábito de disfrutar de una comida fuera de casa para iniciar el fin de semana, y dado el ambiente gélido que se respira en estas fechas en la Ribera del Ebro, decidimos ir a un restaurante muy cerca de casa y, desde luego, la opción estaba clara.

Dado que ya he hablado del presente restaurante en el anterior comentario, prescindiré de realizar mayores consideraciones sobre su ubicación, entorno e intendencia (vajilla/cubiertos/copas). Simplemente, me limitaré a comentar que el ambiente sigue siendo agradable y el servicio muy bueno. Todo OK en ambos aspectos.

Del vino tampoco hablaré mucho, dado que al ir a la opción del menú -18 euros, con vino incluido-, solicité la posibilidad de llevarme el mío propio (Monte Real GR 1964), a lo cual accedieron sin ningún problema (más bien, todo lo contrario), desencorchando la botella con destreza y cambiándome las copas por unas más adecuadas para la degustación de este tipo de vinos. Junto a ello, se sirvió una botella de agua (lunares).

De ahí que pasemos directamente a la comida, la cual, como ya he comentado, se instrumentó a través del menú antedicho (existiendo, además, otro algo más oneroso), el cual permitía 5 posibilidades de primero, segundo y postre.

En relación al primero, mi mujer optó por un arroz a la carbonada y sus guarniciones. Un buen rissoto, cremoso, bien presentado y sabroso, estando constituidos los tropezones, un tanto escasos, por láminas de champiñón. Sencillo, pero muy fino en su conjunto. Por mi parte, opté por unos canelones de pintada. 3 canelones de tamaño medio (pero suficiente), bien presentados y que, para mi gusto, adolecían de un punto de horneado; pero esto, como sabemos, va por gustos. Lo cierto es que de sabor estaban magníficos, con el relleno de pintada bien ligado. Acompañados de una salsa de trufa excelente.

En cuanto al segundo, aparte de las opciones que existían en el menú, nos ofrecieron confit de pato, plato éste que fue el elegido por mi propia. Abundante y bien elaborado. Pero sería el plato elegido por quien suscribe el que, sin embargo, entraría en los anales de mi particular universo gastronómico: manitas de cerdo deshuesadas, empanadas y fritas, con compota agridulce. Si alguno de los que por aquí habitan quieren degustar una pequeña dosis de colesterol envuelta en un celofán de elegancia, aquí tienen el plato. Qué bien deshuesadas, qué maravilloso empanado y que extraordinaria fritura. Y la compota, para qué contar. Sencillamente divinas.

Y finalizamos con los postres. También de muy buen nivel. La sopa de chocolates con te verde para mí mujer -qué rica- y el royal de pasión con mascarpone y helado de lima para mí, también rico pero, qué quieren que les diga, a medida que me voy haciendo con años, los dulces me dicen cada vez menos, por lo que quizá su excesivo dulzor no me hizo apreciar este último en todo su valor.

Panes: De tipo bollito. Correcto.

En definitiva: entre la comodidad del sitio, tanto por ubicación como por su interior, la buena atención al público, la calidad en conjunto del producto y el buen trato que al mismo se le da en cocina, hacen de este lugar un sitio más que recomendable… E, insisto, por 18 euros/pax.

Ahí lo dejo. Y, eso sí, si van ni se les ocurra pedir las manitas, no vaya a ser que me dé por ir ese día y se hayan terminado ☺

Comentario pendiente desde últimos de agosto. Finalización de las vacaciones, y reencuentro con la Universidad. Nos decidimos por ir de nuevo al restaurante de la misma -Flor Paraninfo, ya comentado en estas páginas-, pero como la decisión se tomó en el último momento, paff, lleno hasta la bandera. Tiramos de una cierta influencia -soy de la casa y tal y cual- y nos derivan a otros de los restaurantes del grupo, el aquí comentado, circunstancia a veces habitual.

Localización y entorno: En el centro de Zaragoza, próximo al ECI y la Plaza Paraíso, y ubicado debajo de los soportales del edificio principal de una entidad bancaria Aragonesa.

En cuanto al entorno exterior, pues hombre, dado que vivo al lado, no voy a decir que es feo (bueno, a mí por lo menos me gusta). En una zona muy comercial, ideal para irse de compras después de comer o de copas después de cenar. En cuanto al interior, está muy cuidado. Una pequeña recepción después de pasar una bonita puerta -donde te toman las reservas y te cogen el abrigo, da paso a varios salones, algunos más amplios que otros, con una capacidad aproximado -calculo- de unas 100 pax.

La sala una decoración elegante, con un cierto toque señorial. Bonitas cristaleras, mesas muy correctas, sillas con estilo y cómodas, suelo en tonos sepias y reluciente, maderas antiguas bien barnizadas. Techos de color negro con una bonita iluminación. Uno se siente a gusto allí. A ello colaboran unos bonitos manteles blancos, una cubertería prácticamente nueva y unas copas muy aceptables. Una muy buena separación entre mesas.

Servicio y servicio del vino: Salvando el momento de la entrada, cuando el jefe de la sala le vociferó a un camarero “tienes una reserva a nombre de Esperanza” -esto es, mi propia- (sólo faltó el "co"), la verdad es que todo sobre ruedas. Buena atención. Rapidez en la entrega de la carta/menú. Óptimo tiempo entre plato y plato. Cambio de cubiertos en cada plato. En cuanto al vino, servido a correcta temperatura, sin más que añadir en este punto, pues, dado que íbamos a comer el Menú paraninfo”, te dan tres opciones: blanco, rosado o tinto, sin que viera la carta correspondiente pero ni de lejos. El menú incluye también una botella de agua (lunares).

Comida: Como digo, era un menú: 5 primeros, 5 segundos y 5 postres. Todo ellos, presentados de modo excelente y con creatividad. Mi mujer se pidió unos fideos con pesto fresco, calabacín y sabayón gratén, presentados en un enorme plato blanco de diseño con el gratén en forma de corona: aceptables y de buen sabor. Y yo opté por unos Dim sum de costilla, tomate especiado y huevo brasa que estaban de cine y magníficamente presentados en un plato idéntico al anteriorBien cocidos los Dim sum (4 ó 5) y perfecta la combinación salsa tomate/huevo para acompañar. Todo conjuntado, en su aparente sencillez, estaba magnífico.

En cuanto al segundo, mi mujer optó por un bacalao con salsa de pimientos verdes y cebolla caramelizada, presentado en un plato invertido, esto es, con la parte cóncava hacia el mantel. Buena cocción y salsa bien ligada. En cuanto a mí, opté por una corvina en albóndigas, mojo rojo y cous-cous de tomate, presentado en un plato blanco con forma de tricornio. Sabrosas y ligeras. Muy buenas.

El postre: La jefa optó por la sopa de chocolate, manzana, canela y aire de fino (presentado en forma de espuma) y yo por la tarta de queso. La presentación, nuevamente impecable (de 10). Ríquisima la crema de chocolate en combinación con el helado de canela (en el centro) y la tarta de queso en deconstrucción: esto es, en el centro de un platazo con forma de ovni, la crema de queso bordeando la mitad del plato, un helado de frambuesa introduciéndose en la crema y, en un lado aparte, la galleta desmigada. Chapeau!!

El pan: de un solo tipo, mini-gallega. Repetí, muy rico.

El precio del menú: 20 euros/pax. Fabuloso.

Un ejemplo de cómo combinar los ingredientes tradicionales, con un buen toque de modernidad. Yo comí fenómenal (algo menos mi mujer -de ahí que promedie en el apartado comida-). Un buen entorno, un magnífico servicio, una presentaciones más que notables y un precio imbatible. Y sí, también a 2/5 minutos existen algún que otro pub donde tomar un buen GT.

Una vez al año, nos solemos dar una escapada mi mujer , bueno en esta ocasión fuerón dos , ya que visitamos en julio este restaurante donde degustemos el menu a precio cerrado, un lujo para los sentidos , gracias a la buena cocina y atención, un gran restaurante a precio muy asequible y barato por la calidad que ofrecen. Vimos que disponían de un menú degustación y volvimos a provarlo a nuestro regreso de las vacaciones en el pirineo, compuesto de 11 platos, comenzando con un aperitivo, seguimos con carpaccio de presa ibérica y polvo de queso helado, perfecto, seguimos con un canapé de pepino y dorada, perfecto, Seguimos con una royal de aceituna y caviar, Sobresaliente. Una ensalada de morros con pulp, tomate rosa y jengibre, brutal!, Las judias verdes con una especie de anguila muy crujiente, perfecto. Uno de los platos más sorprendentes; el arroz escabechado, con conejo Increible. Con un punto perfecto. De pescado; Rape, con un suquet de ñoras. Sabroso y perfecto. Seguimos con unas cocochas Bumbury (nos las sacó el cocinero y nos contó el porque de esta receta, curiosa y muy rica) De carnes;Cochinillo yo y mi mujer un pollo al chilindrón, pollo de verdad. Un primer postre de albahaca con agua de manzanas, Perfecto. Y un chocolate con churros. Aún nos ofrecierón si deseabamos algún postre más , pero no podíamos más . A Uno de los mejores restaurantes de Zaragoza, tanto para una comida más rápida , de trabajo o informal, o un lugar perfecto para darse un homenaje, centrico, bien acondicionado , donde tratan el producto con delicadeza y sabiduría

Acudí con mi pareja tras previa reserva telefónica. Al llegar al restaurante a la hora pactada, el servicio no estaba preparado, por lo que nos fuimos a tomar un refrigerio. Lo primero que me sorprendió para un restaurante con aspiraciones fueron los pequeños golpes que tenía una columna y la pared situadas enfrente de nuestra posición, lo que hacía que parte de la pintura hubiera saltado.

Nos recomendaron amablemente un menú cerrado propio de la semana gastronómica al que accedimos tras preguntar si la calidad era la misma que el resto de la carta y recibir una respuesta afirmativa.

El "servicio" del vino (con algún grado de más) se limitó única y exclusivamente a probar el vino.Las copas excesivamente pequeñas y muy,muy normalitas. No rellenaron la copa ni una sola vez, cosa que sí hicieron con la mesa de al lado. Lo mismo ocurrió con el agua (a 4 euros la botella de 75 cl.).También tuvimos que pedir que nos dieran más pan, a pesar de que acababan de reponer a la mesa colindante.Inaceptable.

El aperitivo era un salmorejo, correcto sin más.

Continuamos con un royal de alcachofas, aprobado justillo.

La merluza fue lo más destacable de la noche, en su punto y muy fresca. Le acompañaba un triturado simplón de guindillas verdes en vinagre y un "pil Pil" consistente en una mahonesa de sabor poco casero.

El secreto tenía un buen sabor, pero estaba levemente correoso porque estaba pasado de punto. El de mi pareja estaba mejor.

El postre era una cama de yogur con frutos rojos y violetas acompañado de un helado de menta(a mi me supo a albahaca) la finura del helado, lo único salvable. Anodino.

Pedimos una infusión servida con un azucarillo de sobre y gran parte de las hojas estaban flotando literalmente sobre el agua, por lo que nos vimos obligados a pedir que nos la filtraran. Acompañaron a la infusión unos petit fours consistentes en dos exquisitas trufas, dos diminutos piquitos de chocolate y finalmente en el centro un "salpicón" de almendras y cacahuetes garrapiñados.Echamos de menos la explicación de los platos.Al llegar a casa comprobamos que los postres podían ir acompañados de una cerveza de edición especial creada para la semana gastronómica,no fue el caso. En una hora y veinte minutos estábamos fuera.

Salimos un tanto desencantados, quizás las expectativas eran demasiado elevadas, esperaba un nivel similar al Lillas Pastia (excelente restaurante del mismo cocinero).Son los pequeños detalles los que marcan la diferencia y probablemente no tuvieron su día, quiero pensar que no tuvo nada que ver nuestra edad.

Correcto local ubicado en el centro de Zaragoza, con varias salas de similares ambientes.

Cocina de mercado, ecléctica, combinando platos tradicionales con otros de autor.

Existen tres opciones:

- carta, un tanto corta,
- menú degustación, amplio y compensado y
- menú cerrado de carta, a elegir entre 5 entrantes, 7 segundos (3 carnes y 3 pescados y 1 ave) y 4 postres.

Ante la versatilidad del mismo, nos decantamos por el menú cerrado de carta. Mi apuesta fue:

Ensalada de dorada ahumada, rebozuelos, escarola y granada. Original y bien ensamblada, con una interesante pelea que acabó en matrimonio entre la dorada ahumada y los rebozuelos que intentaban sobresalir de entre la ensalada, alegrada por los lóculos de granada.
Reserva de pularda con royal de foie y ciruela al armagnac. Soberbia. Nos la presentaron antes de servirla en una bonita botella con metal donde la tenían macerando. Emplatada se asemeja a un redondo, sabrosísima, y buena compañera de viaje del royal de foie.
Tatín de mandarina con helado de chile. Lo más flojo de la noche, insulsa la mandarina, aguado y carente de picor el helado y anodina la conjunción.

Aunque la carta de vinos no era corta, esperaba más referencias en un local de este nivel. No obstante, no elegí nada de ella, pues nos sorprendieron al comentarnos que en el menú incluía como blanco un Viñas del Vero Chardonnay, como tinto Edra Merlot y como cava Gramona, a discreción.

El servicio, formado y competente y con muy buena presencia, no estuvo a la altura en esta ocasión, pero no por su culpa, sino por la mala planificación. Una de tres: o faltaban camareros o faltaban cocineros o sobraban clientes, pues fueron bastante lentos. El vino lo servía yo (siendo 10 como éramos), y en cuanto al pan, delicioso por cierto, estábamos siempre a la espera de que nos lo repusieran, hasta que observé que detrás de mi había una canastilla… con lo que yo también acabé sirviendo el pan... ¡y nadie me dio ni un triste euro de propina! :-(

Tengo que destacar y agradecer el detalle que tuvieron al incluirnos la mencionada pularda en el menú, pues solo estaba fuera, en carta. A la vista del interés que mostramos varios comensales no tuvieron inconveniente alguno en incorporarla.

Un destacable restaurante, con muy buenas maneras, vajilla, cristalería, cubertería y mantelería de alta calidad, gran cocina y... mejorable el servicio en cuanto a su dotación, no en cuanto a sus virtudes.

Esta vez y pendiente de coger el AVE, tomo el menú cerrado que tienen en carta y que cuesta 32€ + IVA incluido agua, vino y servicio. Se puede elegir un primero, un segundo y un postre (de todos hay media docena de opciones).

Tomé:
Arroz negro de pulpitos: Generosa ración. Arroz en su punto con bastantes pulpitos.
Lubina negra con berenjena ahumada y espuma de queso: Magnífico lomo de lubina. La carne en su punto, sin perder ni un ápice de jugo.
Timbal de chocolate con almendra amarga y amaretto: Un cilindro de chocolate blanco (demasiado frío) que contiene el amaretto. Tddo sobre almendras muy picaditas y unos gajos de melocotón en almibar.

El vino incluido es un Edra 2005 (merlot-shiraz-cabernet) de la Ribera del Gállego (sencillo pero muy agradable de beber). Me la abrieron y me sirvieron siempre que la copa estaba vacía. Servido en copa Riedle y de nuevo un pelín alto de temperatura.

En la sobremesa y con el café, un par de riquísimas trufitas.

Precio: 36€ (incluido IVA y el café a 2€)

Restaurante con varios salones con sensación de amplitud (mucha luz natural) con buena separación entre mesas y decoración moderna y acogedora. Zonas para NO fumadores.
Servicio impecable por parte del maitre-somelier: Simpático y atento. Me hizo sentir muy bien, facilitándome todas mis sugerencias.
Carta pelín corta con un menú degustación muy atractivo (55€ + IVA). Fui a la carta: Muy arriesgada, jugando siempre con el contraste de sabores, texturas e incluso colores.
No hay variedad de panecillos.

Comida para 1 pax:
Detalle de la casa: Jamón con melón y helado de jengibre.
1/2 de cuajo de parmesano con trufa de verano, helado de trufa, anguila ahumada y caramelo de oporto: Perfecta combinación de sabores. Unos bocados deliciosos.
1/2 de tataki de atún con helado de fresa y cítrico de almendra: El atún perfecto. Aquí el riesgo del helado de fresa (ácido) con la maravillosa materia prima del atún era excesivo.
Manitas de cerdo glaseadas y cocochas de merluza al pil-pil: Combate de pesos pesados sobre el plato. Cuál puede más. Para mi, sin duda, mejor cada uno en un lado del ring. Buenísimas cocochas.
Postre: Tatin de albaricoques, crema de vainilla con helado picante: Elegante y fino postre. En principio el helado de chile se mostraba anodino, pero al cabo de unos segundos daba paso a un suave picor.

En la sobremesa, invitaron a una copita de mouse de higo con espuma de chocolate blanco. Delicioso.

Servicio del vino: Buena carta de vinos, bien presentada, no muy extensa, pero actualizada y bien compensada. Precios x1.5 (aunque en algún caso rozando x2.5). Este día solo quería tomar algún vino por copas y le sugerí un Maceración Carbónica. Faltaba algún vino de la carta. No tuvo ningún impedimento en abrirme un R. 2009. Servido un pelín alto de temperatura que corrigió con cubitera. Copas Riedle. Atentos a rellenar.

Precio total: 62,10 (inc. IVA, agua de litro a 4€, 2 copas de vino a 3,75€, pan y servicio a 4€)

Comentar que es la 4ª vez que pisamos este restaurante desde su nuevo cambio y la evolución es ascendente, sin duda. la sala es muy correcta y el jefe-somelier es amable, atento y correcto, aconseja y escucha, y con su look interesante, no pasa desapercibido. los tonos verdes son muy joviales y los diferentes reservados muy coquetos.
Zona de fumadores y no fumadores, hoy en día imprescindible.
El precio elevado, pero digno de lo que se sirve en la mesa.
Agua (sin carta): Vilas del Turbón. Bien En buen vaso ancho para beber mejor. Panes diferentes, aunque tenían más en otra ocasión, pero sobran.
la carta es extensa y el menú degustación, mejor para ira a comer con hambre que para cenar.
Los aperitivos son crepes de queso con rape y curry, bolitas de caldo de gallina y gelé de dry martini. Para compartir 2 medias de arroz cremoso con royal de Foie y trufa negra laminada, una exquisitez, que podría competir con los italianos, y ganaría.
No tenían Liebre y por tanto un chuletón de unos 900gr para 2, fileteado con sus patatas fritas , rectangulares y crujientes, pero jugosaas por dentro, total! Buena sal maldon.
El Volcan de chocolate es brutal, pero para cenar , mejor algo más suave..... un bizcocho de remolacha con yogur de rosas y naranja sanguina....delicioso y finisino, no llena nada, digno de estrella michelin.
Bodega de vinos carente de alguno en carta, mejorable, pero con caldos buenos y alguno hinchado en precio, pero muy interesante. Habla nº4 me gusta, Chateau Berquelet de Bourdeaux también.
Café con mignardices de nube de limón, madalenita de almendra y sorbete de tia maria con turrón.
70 euros por cabeza y muy a gusto, porque se que volveremos.
para la estrella, pulir defectos y añadir carrito final con postres, quesos y destilados.

Restaurante absolutamente recomendable, tanto por su ambiente, como por la calidad de los platos que presentan. Nos decidimos por un menú de 27€ que incluye 2 platos y postre a elegir entre un número bastante amplio: muy buenos todos los platos incluidos los postres. El vino va aparte. Aunque la comida está excelentemente elaborada, es muy buena y el servicio de mesa muy digno, gracias a que no posee las ínfulas de ser un restaurante de super lujo la cena y el ambiente fueron muy agradables y nada forzados. El precio para cuatro personas incluyendo 3 menús, más dos platos y un postre a la carta y una botella de viñas de Vero crianza fue de 145€. Nosotros lo recomendaremos sin ninguna duda

El local está bien, aunque se adivina un paso de transición entre el negocio anterior y el negocio actual.
La profesionalidad de la plantilla de sala queda remarcada en el servicio.
En cuanto a la comida, me decanté por un menú degustación (54€ +IVA, no es un sitio caro) 4 1ºs, 2 2ºs, 2postres. Todo exquisito y original, aunque quizá la materia prima de los primeros platos me parece demasiado económica para el precio. Dos de los primeros eran huevos, elaborados de distintas y originales maneras, pero huevo. Tanto primero provoca que llegues fatigado a los segundos y los postres. Por cierto, un aplauso a los postres.
El servicio del vino fue correcto. Un joven camarero me sirvió correctamente supervisado por Bistuer. Quizá algo arriesgado el no dejar la botella en la mesa, reconociendo que nunca esperé demasiado a que me rellenaran la copa. La carta de vinos no es muy amplia pero recoge una buena selección del panorama nacional.
Un fallo, para mí y no como un reproche, fue el servicio de la cerveza de aperitivo en copas de vino borgoña.
Un sitio que si mejora las instalaciones, puede optar a una estrella michelín como su restaurante "hermano" el Lillas Pastia de Huesca.
Volvería y de hecho lo haré.

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