Situado en el barrio de la Barceloneta, Jai-ca es un bar de barrio de toda la vida, de los de vermut y tapas. Los sábados y domingos es recomendable ir pronto para coger una de las 6 pequeñas mesas que se apiñan en el local, a partir de las 2 del mediodia suele haber cola en la puerta, esperando para sentarse en algun sitio libre. El local es pequeño, bullicioso, caluroso (sin aire acondicionado, solo un par de ventiladores) con mesas antiguas, de marmol y patas de hierro colado, sin manteles. No tiene ninguna comodidad ni glamour, pero las tapas son, en mi opinión, de lo mejorcito de Barcelona, si lo que se busca son tapas de las de toda la vida, no las asépticas tapas de diseño que se sirven en ciertos locales de la ciudad condal. Nuestro tapeo consistió en:

- Patatas bravas, buenas y picantes.
- Boquerones en vinagre, correctos.
- chipirones a la andaluza, bien el rebozado, no excesivamente aceitoso.
- Anchoas. No demasiado grandes, pero bastante limpias. La raspa de la anchoa la sirven a parte, rebozada y frita, una delicia.
- croquetas de jamón, muy buenas, crujientes por fuera y muy cremosas por dentro.
- chocos, gruesos tacos de calamar, dorados en su punto de fritura y super tiernos.
- Pan con tomate

Para beber un vermut de la casa y cuatro cervezas. El tema del vino es casi testimonial, venden "vino de la casa" (blanco o tinto, que almacenan en toneles) y que sirven en botellas de cardhu reutilizadas, vasos de chato, a un precio de risa y sin ningun tipo de servicio. No puntuo el servicio de vino porque no tomamos y porque tampoco es un bar en el que creo que sea relevante ni les interese lo más mínimo (casi nadie lo toma, la mayoría de la clientela pide vermut o cervezas).
Precio total para dos personas: 40€

El Jai-ca es un megaclásico de la Barceloneta. Aparece en todas las guías, pero no le hace falta propaganda para estar cada día hasta la bandera. Hay auténticas batallas por pillar una de las escasas mesas de la terracilla. El bar, la verdad, es que no tiene nada, pero ha conseguido atraer a guiris y autóctonos que buscan el “auténtico sabor del barrio” (ese intangible que nadie sabe exactamente qué demonios quiere decir...). Fotos en las paredes de Puyol y Aragall (no confundir con Pujol y Maragall). Las raciones son grasientas a tope; a mí me gustan los “chocos” y poca cosa más. En verano hace un calor infernal que te conduce al borde de la lipotímia, por lo tanto, es aconsejable apalancarse en uno de los barriles que colocan en la puerta, dónde corre un poco el aire.
Os pongo foto de las bravas y los tigres. El comentario de las patatas, como siempre, en http://bravasbcn.blogspot.com

Recogiendo la sugerencia de Cast en el comentario del Bar Tomás de Sarrià, en el que animaba a que pusiésemos lugares "de esos con solera", "auténticos", me he lanzado a recomendaros este curioso lugar de la República Independent de la Barceloneta. Se trata del local más bullicioso que conozco, no es nada pulcro, el servicio va a trompicones, no hay vino... pero tiene un encanto especial (que es lo que sugeria Cast) por su multiculturalidad anti-fashion. Evitadlo los finolis y los merengues, porque es Penya Barcelonista (es broma). Tapas de las de antes, abundantes y grasientas: bravas, pescadito frito, chocos, berenjena, gambas, chipirones... fotos firmadas de Aragall, Pavlovsky, Puyol...
Escapad de las horas habituales (comida y cena) y los findes porque es imposible sentarse o incluso comer de pie entre tanto guiri. La caña cuesta 1.20€, pero no es Moritz (gran fallo), es Estrella.