Restaurante Rekondo en San Sebastián
Restaurante Rekondo
País:
España
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
50,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Miércoles, 15 días de junio y tres semanas en noviembre
Nota de cata PRECIO MEDIO:
88 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.9
Comida COMIDA
8.1
Precio medio entorno ENTORNO
7.8
RCP CALIDAD-PRECIO
7.3
Acceso
Pastel de chocolate
Monte Real 1973
Canutillos de crema
Lenguado
Kokotxas
Ensaladilla de bogabante
Carpaccio de carabineros
Helado de queso
Kokotxas
El txangurro
Opiniones de Rekondo
OPINIONES
29

El restaurante de Txomin Rekondo es un caserío situado en la falda del monte Igeldo con unas vistas privilegiadas de la ciudad de San Sebastián.

Ha sido renovado recientemente, su decoración despacha elegancia, sosiego y paz. Capitaneado por su hija Lourdes, con un equipo voluntarioso y servicial, producto de primera y una bodega que solo su visita merece el desplazamiento.

La gran colección de vinos atesorada a través de los años por Txomin, hace que merezca un respeto por la labor cosechada. Dispone de unas 65.000 botellas, perfectamente climatizadas en una sala, las mas valiosas escondidas a la vista. Colecciones completas de varios vinos, tamaños y precios, hacen que Alejandro el sumiller la enseñe con orgullo.

La comida consiste principalmente en producto de mar, con algunas referencias en carnes. Cocina de plancha y brasa donde prima el producto con poco aderezo. En nuestro caso, la comanda fue la siguiente:

Carpaccio de carabineros, vinagreta de pistacho y guacamole

Ensaladilla de bogavante sobre pundin de cabratxo

Kokotxas de merluza

Lenguado a la plancha

Pastel de chocolate sorbete de frambuesa y coulis frutos rojos

Canutillos de crema de canela y helado de vahinilla

Y para beber Monte Real reserva 1973.

La comida muy bien, el primer entrante el mas flojo para nosotros, el resto muy buenos.

En cuanto al vino, buenas copas Spiegelau, servicio consistente en descorche, cata y poco más, botella dejada en la mesa  y rellenado posterior por nosotros. Quizás deberían cuidar este tema, sobre todo cuando hay dos sumilleres en sala y teniendo como reclamo la bodega.

Entorno: 9

Comida: 8,5

Bodega: 10

Servicio del vino: 7

Calidad-precio: 8

 

  • Acceso

    Acceso

  • Pastel de chocolate

    Pastel de chocolate

  • Monte Real 1973

    Monte Real 1973

  • Canutillos de crema

    Canutillos de crema

  • Lenguado

    Lenguado

  • Kokotxas

    Kokotxas

  • Ensaladilla de bogabante

    Ensaladilla de bogabante

  • Carpaccio de carabineros

    Carpaccio de carabineros

Difícil escoger restaurante en la generosa ciudad de San Sebastián/Donostia, desde el punto de vista gastronómico, entre otras cosas. Pero algo teníamos muy claro, queríamos tradición y buen producto. Nos decidimos por el clásico Rekondo, local familiar situado a las faldas del Monte Igeldo.

Iñaqui Arrieta lidera los fogones con pasión, sabiendo elegir los mejores productos de temporada para conquistar a los clientes que se sientan en algunas de las mesas del coqueto salón, con generosa luminosidad natural, mesas bien vestidas y con correcta separación entre ellas. Por poner un pero, demasiado calor, al menos en las mesas junto a las ventanas. La carta de corte tradicional vasco-navarra solo cambia con la estacionalidad de los productos. Aquí no hay concesiones a las corrientes innovadoras, solo sigue fiel a la cocina atemporal, a la de siempre.

Servicio muy profesional. algo serio pero atento. Todo funciona como un reloj gracias al buen hacer de Lourdes, hija del propietario Txomin Rekondo (pasamos a su lado, tomándose un txacolí junto a unos amigos con total naturalidad).

Cestita con un solo tipo de pan blanco, muy bueno. Como detalle de la casa, unas soberbias croquetas de jamón.

Comida para 3 personas:

Entrantes:

- Verduras a la parrilla con polvo ibérico: Buen surtido de verduras. Para los amantes de lo verde bien tratado.

- Morcilla de Urt templada con ensalada de berros, pera y vinagreta de Dijon: No la habíamos probado nunca y nos gustó muchísimo la morcilla de esa localidad guipuzcuana. Parecida a las morcillas leonesas pero algo más suave.

- Revuelto de hongos: Magnífico y generoso revuelto de boletus. El huevo en su punto para conseguir la textura cremosa que me gusta.

Segundos:

- Ciervo asado con confitura de orejones y mango: Magnífica pieza de ciervo. Carne en su punto, tierna y jugosa. Ver levitar a un hijo con una delicia así es una satisfacción. Le ofrecieron unas patatas como acompañamiento. Patatas fritas de película (y que luego cobraron a 9€ + IVA).

- Entrecot a la parrilla: Buena pieza de carne presentada al punto que pidió mi mujer. Se acompañó de unos pimientos asados del piquillo y unas patatas.

- Chuletón de buey a la parrilla (48€ kilo): Tenía el capricho de meterme un chuletón y no perdí la primera oportunidad de hacerlo. Les pedí una pieza de 1 kilo y me presentaron una chuleta de saltarse las lágrimas. Buen punto, sabrosa y para colmo sin excesiva grasa. Me ofrecieron de guarnición unos pimientos del piquillo que al final resultó ser una ración y que cobraron a 12€ + IVA. Pero bueno, íbamos a disfrutar de lo bueno y los pimientos resultaron de fábula también.

Postre:

- Torrijas de vainilla caramelizadas: Un par de torrijas muy empapadas en leche. Deliciosas.

En la sobremesa y con el café, unas tejas caseras crujientes y deliciosas, aunque, a mi modo de ver, demasiado gruesas.

La carta de vinos no es una carta al uso; es un señor registro con la base de datos de la colosal bodega que se esconde bajo el restaurante: inmanejable y menos si el sumiller no se persona. El único contacto con el sumiller Martín Flea fue al presentarme la botella ¿Qué podría haber solicitado su asesoramiento y pedir consejo? Pues sí, pero no creo que sea lo correcto. En fin, me decido por recrearme echando un vistazo solo a su inmensa oferta de vinos de La Rioja. No me hubiera importado pedir algún vino entrado en años, pero al final, me decidí por un moderno que no falla: Valenciso 2009 (24€ + IVA) servido a temperatura idónea y copas Riedle.

La visita a la bodega fue posible tras solicitárselo a la amable Lourdes. Visita obligada para los amantes del vino. Una delicia pasearse entre increibles verticales de tantos vinos ilustres: Vega Sicilias, Château d'Yquem o Château Mouton Rothschild, entre otras maravillas. ¡Cuánta pasión se respira en esta bodega!

Cuenta final: 247.50€ (incluido IVA, la botella de vino, un café y una botella de agua de 1 litro; parece que no cobran servicio por pan o cubierto).

Nota: El precio por persona indicado es lo que estimo que costaría un entrante, un segundo y postre, sin bebidas.

REKÖNDITA BÖDEGA
JAVIER AZCONA FABON - JUNIO 2016
www.thedocadhocconcept.com

REKONDO JATETXEA
…..en el Paseo del Igueldo 57
20008
Donostia – Guipuzkoa
943212907
www.rekondo.com
[email protected]
by Txomin Rekondo

DETALLE AD HOC
Entrar a un jardín de las delicias, y sentarte a la vera y resguardo del magno árbol centenario en el centro de él, es un placer al alcance de cualquiera. Se puede descansar, visualizar, soñar y todo junto a la vez. Tomar unas tapas con unas copas de vino, y volver a descender el monte a la bahía de la ciudad. Sentados en la mesa, descansamos la familia, con sensaciones de aromas limpios en el lugar. Comienzo a soñar….

….la comida
Especial sopa de pescado casera, densa y contundente, a la vez que ligera y nada pesada. Elaboración exquisita de toda la vida con mucho placer por el producto local. Carpaccio de Cigalas, pistachos y guacamole en su jardín oleoso es una gula, como el arroz meloso de mar con almejas y el Rodaballo salvaje que nos deja impresionados y con ganas de devorar todo de él, chupando las espinas, y los dedos uno por uno.

….las relaciones
Lourdes y Txomín, se dejan ver en el paseo de la sala, lo justo, observando todo desde el interior con discrección. Con un contacto íntimo en el cara a cara, como Martín Flea director de la carta enológica en la sala y de su expresión muy tranquila, es un valor seguro. Iñaki en los fogones, deja un mínimo, pero necesario “toque” al producto. Es lo justo.
Como compañero de viandas, su amigo y vecino de más de 40 años, que disfruta de un magnífico habano en la mesa de al lado. Por ello se lo permitimos, le adjuntamos credenciales y pasamos a tomar los dulces en el interior del restaurante, con gozo. Detalles de sumillería ad hoc.

….el postre
No existe nada mejor en el norte de nuestro país, que un canutillo de crema pastelera con helado de turrón casero, os lo aseguro. Es tan delicioso, que obliga a terminar con un pedido de doble de bolas almendradas, las cuales explotan en boca, al acompañarlas de un buen Sauternes. La sala recogida, fue nuestro amparo del exterior y la zona cómplice con Lourdes, para explicar de donde venimos y a donde vamos.

….la colección
Es un placer, un hobby, un hogar, amor y sentimiento, una colección que se convirtió en un museo para todo transeúnte, o para cualquier coleccionista que desea hacerse fotografías con botellas de vino de épocas en guerra y de antes de nacer. Recorrer los pasillos y las estancias de esta única colección, no se puede describir con palabras, pues emanan sensaciones, orgullo y pasión en su interior.
Podría vivir aquí realizando el inventario muy despacio, como un amanuense, con pluma y tinta. Desde Francia a España, pasaría por varias etapas verticales, las más grandes que vería en toda mi vida, y de las cuales podría aprender otro poquito más. No lo olvidaré.

….la despedida
Un taxi nos lleva de vuelta, con pena y sin mirar atrás, sin saber si volveré, y aunque mi corazón dice que sí lo haré, no se cuando será. Quiero…. no olvidar, y seguir sintiendo el ahogo y el anhelo que emanan de mi boca cada vez que intento hablar de Rekondo, ya que no tengo palabras para ello, de verdad que no.

REDES SOCIALES
www.thedocadhocconcept.com/apps/photos
https://www.verema.com/blog/doc-ad-hoc/1372390-rekondita-bodega

En el rekondo me siento como un lupodta en las Vegas, cada vez que voy, y ya son unas cuantas me gusta más y más. Y la última visita ha sido una autentica sorpresa...el Rekondo parecia anclado en los 80, con esos uniformes de gracita morales, decoración etc, y cuando entre...pero si me han cambiado hasta la entrada, cambio total en la estetica-decoración del restaurante, uniformes modernos, un enorme reservado a la entrada, más amplitud entre las mesas, colores blancos, increible muy bonito (aunque una pequeña parte de mi echara de menos el antiguo rekondo), nuevos uniformes...realmente muy bonito y muy moderno (aunque tiemblo cuando alguna vendedora de ropa intena colocarme algo contandome la mioonga de que es más moderno). Servicio de los que no existe, da gusto ver a una camarera atediendo en un perfercto ingles a la mesa de aldo (vivimos del turismo y no habla ingles ni Dios...aunque antes reconocerias que tienes hemorroides), midiendo los tiempos, los platos aparecen a su debido tiempo sin esperas y sin que te des cuenta. Comida clasica sin polladas, clasicos atemporales, (sin espumas ni engañifas), la parrila que ves a la entrada (una de las pocas cosas que no han tocado) te dice que vas a comer buena carne o buen pescado). Pero donde el Rekondo sigue siendo el indicutible MEJOR RESTAURANTE DE ESPAÑA , es en el apartado de la bebienda (inexplicable que este sitio no halla conseguido aún el "nuestro" premio al mejor tratamiento al vino"), carta incomensurable, más de 200000 (no , no me he equivocado con los 0), cada vez que la visito me parece que tiene más botellas y mas´referencias, coperio Riedel, sumilleres que saben lo que hacen, y todas las botellas que tu imaginación o tu cartera pueda pagar, y este es el unico pero si antes, y antes es hace cinco años (cuando ojeo la carta de vinos de esa época, sueño con volver al pasado), podias encontrar joyas a precios irrisorios, ahora tienes que buscar mucho más, El sumiller MArtin Flea, sabe perfectamente las joyas que atesora y aunque siguen teniendo precios razonables ya no son el chollo de antaño. Un autentico paraioso para cualquier amante del vino.
Al final un viña real reserva del 82, y un oporto Croft lbv del 78 (embotellado en el 82), convirtieron la cena en una nueva experiencia inolvidable...ahora que lo pienso este es uno de esos sitios que no me gustaria compartir con nadie...asique ya sabeis si vais a San Sebastian, NO vayais al Rekondo, mejor tomar pinchos por la parte vieja.

San SebastiánRekondo para mi van indisolublemente unidos. El rekondo es como la guianda del pastel de esa ciudad maravillosa que es San Sebastián...además cada nueva visita me gusta un poco más, lo digo y lo reitero, si te gusta el vino (y supongo que si entras en esta pagina es porque te gusta), no debes dejar de ver su IMPRESIONANTE bodega, solo de recordarla las lagrimas acuden a mis ojos. Si primero mejoro contratando a un enteradisimo y amable sumiller , Martin Flea, despues aumentando sus referencias de champagne, actualmente alrededor de la treintena, ahora me dan por el palo del gusto, quintuplicando las botellas de jerez (tambiém por copas), desde luego un acierto.
Ambiente agradable, (más con la tormeta del exterior), manteles blancos impulotos, coperio Riedel para todo, y una lectura atenta de la carta, (pensando que pediria si me tocara la loteria), anticipaban una velada memorable. Una recomendación, cuando acudas a este templo del buen beber, vete con alguien que comporta tu afición, al ir con la parienta, tuve que conformarme con un excelente champagne, y por supuesto me quito la "descabellada" idea de gastarnos 190€ en una botella de Krug, y eso que intente convencerla que estaba bien de precio. Si a su magnifica bodega unimos una materia prima de primera solo me cave calificar la comida como deliciosa (su estupendo foie para compartir, un lomo de venado-la caza es una de sus espcialidades, bacalao, dos postres de rechupete + copita de cream, y cafes fue lo comido), sólo la ausencia de espumosas y demás zarandajas pueden explicar que este sitio carezca de una estrella michelin...aunque esta pidiendo a gritos que le demos el premio al sitio con mejor tratamiento al vino (ya cuentan con mi voto). Contando los días para volver.

La entrada al local es agradable, antes de sentarte ves la cocina ( de refilón pero la ves) y somos atendidos por Lourdes a la que solicitamos mesa, ya que no teníamos reserva, pero sin problemas nos hacen un hueco, como de costumbre me dejo las gafas en el coche y toca salir a buscarlas, que la jefa no está dispuesta a leer toda la carta de vinos… al entrar me encuentro con Txomin abriendo un Marqués de Murrieta 1970, un breve saludo y a la mesa.
Después de una larga y tortuosa consulta de la carta de vinos ( para mi mujer) me decido por un Prado Enea gran reserva 1969 ( 60€) con la que acompañamos un carpaccio de Carabineros para compartir extraordinario, la jefa pidió bacalao a la parrilla y yo ciervo, muy buenos los dos, los postres también a gran altura un pastel de chocolate y canutillos de crema.
Inciso, un compañero de foro ( un jovenzuelo ,-) ) comenta en su valoración el desconocimiento de su bodega por parte del público, yo no lo veo tan mal, 2 riojas clásicos en la sala, un matrimonio de Bilbo haciendo maridaje con 2 espumosos diferentes, varias botellas de rioja más modernas pero de una buena calidad, a este compañero le habría dado algo si viene con nosotros al Atrio y ve a la mayor parte de la gente tomado Belondrade y Lurton , Hablas y verdejos variados….
Terminada la comida bajamos a la bodega, sitio en el que me quedaría una larga temporada.. y un rato de conversación con Txomin al salir, hablando de vino una maravilla

Me ha sorprendido el nivel gastronómico de este restaurante.Quizás esperaba menos pensando que lo fascinante era la bodega, que como todo el mundo sabe, lo es. Un finísimo txangurro, un buen arroz, una carne fantástica ( sí de esas que siempre acabamos preguntándonos si es la mejor que hemos probado), un riquísimo postre de manzana y un deslumbrante carpaccio de carabineros con frutos rojos, menta y aguacate. Local clásico, bien situado, algunas salas trasnochadas, quizás, pero confortable y con solera. Buen servicio, sin excesos, pero bueno, sobre todo por parte de Lourdes.El sumiller parecía huir, nos dio lo justito, pudo haber sido mucho mejor, una pena, pero aún así disfrutamos mucho-

Primera visita (y probablemente no la última) al Rekondo, lugar que ya barajamos para nuestra boda y que por desgracia descartamos por una cocina más moderna (Xarma) que no estuvo a la altura de lo esperado. Así que para quitarnos la espinita, decidimos ir un Martes vacacional, para tener tranquilidad en el comedor. Sito en un lugar con mucho encanto, el inicio de la subida al Monte Igeldo, desde su terraza se disfruta de una envidiable vista de la Concha y el Cantábrico, sólo cuando el tiempo lo permite (no ha sido el caso). Al entrar la primera impresión es de calidez: Saludo cordial de la camarera, del cocinero jefe y de la jefa de sala, sonriente y cercana. Nos ofrecen colgar los abrigos, un buen detalle para la comodidad del comensal.
Decoración sencilla con lienzos, un aparador con licores y figuritas orientales, todo puesto con gusto. Iluminación acogedora y cosa rara, no hay música de fondo (recomendable para atenuar el ruido de la plancha y la cocina, que por otra parte no resultan molestos).
Mantelería impecable y de calidad, al igual que el menaje y las copas. Sillas de mimbre con reposabrazos, cómodas.
Una vez sentados, llega una desagradable sorpresa: el Sumiller libra los Martes, con lo cual nos quedamos sin una de las piedras angulares del restaurante. Mientras me repongo de la noticia, voy hojeando los riojas de la impresionante carta de vinos. Un tomo encuadernado y escrito a mano con impecable grafía, por países, denominaciones de origen y bodegas por orden alfabético. Los riojas ocupan casi 50 hojas, algo digno de ver. Conviene ir con una idea de lo que se va a pedir, en mi caso barajo opciones como el Riscal Rv. 1968 (70€) o el Contino Rv. 1981 (60€) pero finalmente ha caído el Marqués de Murrieta GR 1970 (75€). Buceando se pueden encontrar chollos, pero en general para las añadas anteriores a los 80 de los clásicos (Imperiales, Viña Reales, Tondonias, Ygays...) los precios se van por encima de los 150€.

Respecto al servicio del vino me ha sorprendido que la jefa de sala haya traído la botella para presentarla y se la haya vuelto a llevar para abrirla con un biláminas, aunque después ha traído el corcho en un platillo, bastante íntegro y con la zona superior mohosa. Hubiera preferido que la apertura fuera delante mío, no sólo dármelo a probar ya abierto.
Del vino sólo se me ocurre un adjetivo: alucinante. De precioso color atejado, límpido, de capa media y con restos en suspensión que no afectan en absoluto al sabor del vino. Fragante y elegantísimo en nariz, con notas de humedad, cueros y cárnicos a medida que se oxigena el vino. En boca predomina el sabor licoroso, amarrasquinado, con una acidez extraordinaria que hace que el vino no se venga abajo en las 2 horas de comida, pletórico. Segundo viejuno que cato, y segundo vino emocionante, más si cabe que el anterior Marqués del Romeral GR 1962.

Inciso: Un rápido vistazo a las mesas de alrededor me hace ser consciente de que los comensales desconocen lo que el Rekondo atesora en materia vinícola: Tomás Postigo, Pago de Carraovejas, Valenciso... mucho vino comercial. Una mesa bebiendo Heineken, la madre que me parió... Al menos, un hombre de avanzada edad contrarresta el panorama pidiendo un Prado Enea de los 80. Poca cultura vinícola, una lástima.

Respecto a la comida, se trata de cocina tradicional que roza el sobresaliente. Los entrantes nos los han servido para compartir sin nosotros haberlo pedido, algo que nos ha parecido muy bien, aunque no estaría de más preguntar al comensal. Raciones bien medidas para los entrantes, segundos platos de ración abundante, por lo que con un entrante, un segundo y un postre se puede comer perfectamente.

De aperitivo hemos comenzado con una croqueta de pollo para cada uno, impresionante sabor y cremosidad, con el rebozado crujiente y poco aceitoso. Auguraba una comida satisfactoria.

Como entrantes nos hemos decantado por un revuelto de xixas (setas) fuera de carta, extraordinario y unos pimientos de Lodosa rellenos de rabo de buey. Intensísimo sabor de las setas y el huevo con una textura melosa, tremendamente adictivo. Los pimientos (2 para cada comensal), asimismo, espectaculares, con una carne que se deshacía y una salsa que contrarrestaba la acidez del pimiento con un punto de ¡canela!, muy original. En resumen, entrantes de matrícula de honor.

Para los principales nos hemos tirado a la carnaca: Cochinillo confitado con compota de piña (suele ser de manzana) y Entrecot a la parrilla con guarnición de patatas y piquillos. El entrecot fabuloso de punto, ternura y sabor, así como los piquillos. Las patatas normalitas. El cochinillo fantástico, con la piel crujientita y la carne que se deshacía. Pero se ve que hoy les sobraba canela, porque se la han añadido a la compota y se han cargado la carne. La mezcla era perfecta en el primer bocado, pero tras tres o cuatro el sabor dulzón repetía y fastidiaba el plato. Una lástima.

La chapatita que acompañaba a los platos adictiva, hemos pedido otra (sin cargo adicional) y el vino nos lo íbamos sirviendo nosotros a medida que la copa se vaciaba, algo que personalmente prefiero al rellenado por parte del camarero de turno.

De postre café para mi mujer y para mi un helado de queso con coulis de frambuesa. 3 hermosas bolas de helado acompañadas de una galleta con el nombre del restaurante y una mermelada de frambuesa que no pecaba del dulzor que suele caracterizar a los coulis. El helado muy bueno (sin ser extraordinario), aunque con dos bolas hubiese bastado. El café ha venido sin la pastita o dulce de rigor, algo a mejorar.

Los precios, otro caballo de batalla habitual, no llevan IVA incluido. Dan ganas de llevarse un folio con la Ley 44/2006 escrita para indicar que esta práctica es ILEGAL.

Para finalizar, hemos visitado la bodega de la mano de una camarera muy amable que casualmente conocía mi mujer (suele ser el Sumiller al terminar el servicio quien enseña la bodega). Absolutamente espectacular la conservación y pulcritud de esta, así como el riguroso orden de las botellas. Tienen un comedor privado para unas 10-20 personas rodeado de Mágnums de Romanée-Contis, Petrus, Cheval Blancs, Chateau Margaux... flipante. Un lugar que debería estar protegido como bien de interés cultural, especialmente ahora que cumple 50 años.

Enhorabuena a Txomin Rekondo y a todo su equipo por semejante joya. Esperamos volver a disfrutar pronto del restaurante y sus maravillosos vinos.

En una de estas escapadas de casi ir y volver, no puedo evitar comer en este santuario del vino
El trato es superamable como siempre, e insisten en que dado que las raciones son generosas e iba solo me podian sacar medias raciones de lo que desase, lo cual se agradece.
Disfruto estudiando esa enorme carta de vinos y también viendo lo que se va abriendo en las mesas de alrededor.
Mi comida consistio en Carpaccio de Carabineros y unos magnificos Lomos de merluza en salsa verde, de postre Leche frita con helado, agua, café y...esa botellita que no puede faltar. Martín me recomendo un Roda I de 1997 (55€) que según él, estaba como si fuese del año pasado y cierto era.
Dos amigos de unos 75-80 años en la mesa de al lado me amenizaron la comida, sus miradas complices, sus largos silencios entendiendose, sus gestos amistosos, sus escasas pero sinceras risas mientras bebian Ruinart que Martin hacía que les durase más de lo que si ellos se lo hubiesen servido, me hicieron pensar que ojala a su edad pueda disfrutar con mis amigos de momentos así. Mientras por si acaso, voy haciendolo

Ahora que el año acaba, ya se voy con algo de retraso, es tiempo de buenos propósitos, de recordar los buenos y los malos momentos y las buenas y no tan buenas experiencias gastronómicas, vinos bebidos, restaurantes visitados...etc.
Sin duda mi mejor cena del pasado año, fue la vivida y bebida en el Rekondo a finales de diciembre, ir a san Sebastián y visitar este santuario del buen comer y mejor beber es algo, que para mi, va indisolublemente unido, si te gusta comer bien y beber mejor (y es algo que creo ocurre con el 99,99% de los que visitamos esta pagina), este sitio no te defraudara, siempre digo que solamente visitar la bodega merece el desplazamiento, es para mi la mejor bodega de España (número de botellas, referencias, añadas antiguas), un paraíso para el amante del rioja de verdad , increíble la cantidad de riojas antiguos, burdeos, borgoñas...etc y por si esto fuera poco a precios razonables, a veces mucho más que razonables (70€ una botella de Prado Enea gran reserva de 1.970, si te vale poco más la última añada en el mercado), cada vez que en un restaurante de medio pelo, o lo que es peor en uno con pretensiones me aplican precios de navajero por acompañar la comida con vino, recuerdo con añoranza la carta de Rekondo. Si a esto añadimos el impecable trabajo del sumiller Martin, fue algo digno de grabar (y ver), como abrió la botella con un hierro candente (como los vaqueros en las pelis americanas marcando reses), le vi repetir la misma operación cuatro veces durante la noche (si miraba con dientes largos a los franceses que enfrente se estaban dando un homenaje, a base de vinazos que solo podría beber si me toca hoy el bote de la quiniela), coperio riedel impecable, demostración práctica de como mimar al vino (abrir la botella, servir) y tratar al cliente...si en el paraíso existe una bodega debe ser parecida a esta. Pero no solo de vino vive el hombre (algunos toman cerveza), la comida no se queda atrás , producto de primera, elaboraciones sin sifones,espumas ni deconstruciones de esas de toda la vida, bacalado al ajoarriero, besugo, chipirones de anzuelo, capitulo aparte merece las carnes a brasa (ideal para escoltar los vinazos que puedes trasegar). El servicio impecable, con detalles de esos que marcan la diferencia (al ser el día de Santo tomas, todo el servicio estaba vestido con el traje tradicional, y te servían unas txistorras de cortesía, que por supuesto no cobraban), un lugar donde desde que entras sabes que vas a salir repleto de buenos recuerdos. No logro entender como este sitio no tiene el premio al restaurante con mejor tratamiento al vino (sino recuerdo mal este año ni siquiera estaba entre los cinco finalista...misterios de la humanidad). Tres horas de pleno disfrute...lastima que este tan "lejos" mi casa, si vas a San sebastián no deberías perdértelo.

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