Visita por primera vez a esta masia rehabilitada. Imponente por fuera, pero con falta de encanto por dentro.

La comida es casera y tradicional, embutidos, caracoles, ensaladas de primero, y carnes de segundo (a la brasa o guisados).

Hicimos un poco de pica-pica de primero, personalmente lo encontré muy sencillo la verdad, y de segunda rabo de toro con trompetas de la muerte en mi caso y una galta (careta) asada, buenos platos.

Postres industriales, tanto el requesón como el coulant de chocolate.

Servicio dispero pero simpático. Cafés, una botella de Enate Crianza y agua.

Había mucha gente. La comida es bien normalita pero creo que la "gracia" está en el precio. Pagamos 20 euros por persona, comiendo dos platos, postres, café y botella de vino de marca. Por eso llenan y ahora con los tiempos que corren, pues creo que esta es la tendencia, o así, o realmente hacer alta cocina. Los que apunten alto y no lleguen tendrán problemas.

No quiero pasar por alto, algunos precios que creo que dan idea de lo que digo:

Macarrones - 4.25 euros / Galta rostida - 4.75 euros / Pollo a la brasa - 4.50

Si quedase más cerca repetiría. Por cierto, buen lugar para los peques, muchos metros para jugar.

Un clásico en la comarca, como comenta “tophat” este restaurante se hizo famoso en su antigua ubicación, donde unos pocos privilegiados podíamos degustar su famoso "conill a la rabiosa" entre los pucheros, sentados en la mesa de la cocina.
Cocina de mercado a base de buenos productos servidos en generosas raciones.
Entre sus platos destaca el "conill a la rabiosa", aparte de sus Embotits variats, Cargols amb sal i pebre, Entrecot de vedella, y demás platos típicos de la zona.
Me ha gustado ver que María, hija de Pilar que va tomando las riendas del negocio, aportando un poco de frescura y simpatía.

Debido a continuadas visitas con familiares, nos consideramos unos buenos conocedores de este restaurante "de costellada" que perdió su encanto con una faraónica reforma que lo convirtió en la típica masia bonita por fuera y poco acogedora por dentro. Salones atiborrados, mesas pegadas, copas insuficientes, pocas referencias en vino... Pilar y su familia son unos apasionados currantes, por eso sería injusto no destacar sus carnes a la brasa (muy sabrosas a la leña), el "conill a la rabiosa", els caragols, l’esqueixada, los embutidos y l’escalivada. Sólo lo recomiendo para celebraciones familiares si conseguís que os reserven uno de los salones únicamente para vosotros. A quien le guste el contacto con la gente (ya no es tanta gente de la zona) que reserve mesa un sábado al mediodía. Precios bien.

Restaurante acogedor ubicado en una esplendida masia completamente restaurada, donde sirven una carta de cocina tipica.