Magnífico entorno, buena cena

Lo primero en lo que hay que hacer hincapié es en el magnífico entorno en el que cenas, comenzando por la espectacular lámpara, que se sitúa sobre el espacio abierto bajo el que que está la barra, a la que se accede, como también al restaurante, por una escalera. La situación de las mesas, elevadas sobre el pasillo por el que deambulan los camareros, está condicionada a la vidriera que rodea la sala y desde la que se pueden contemplar los peces. Los aseos están al nivel del resto del restaurante. La luz es la adecuada, proporcionando cierta intimidad a las mesas.
No pude ver la carta de vinos, ya que la cena estaba concertada de antemano. Las copas son Schott, y nosotros bebimos Les Alcusses, a una temperatura algo más elevada de lo deseable. Tal vez el único punto negativo de la cena.
He de decir que acudía un tanto precavido debido a ciertos comentarios, pero yo salí bastante satisfecho. Como he dicho con anterioridad, el menú estaba concertado de antemano, destacando sobre el resto de los platos, un muy buen cochinillo. En cuanto al precio, no lo indicaré, ya que podría llevar a equívoco.

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