Restaurante El brou en Pedreguer
Restaurante El brou
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
25,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
30 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.3
Comida COMIDA
7.5
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
8.5
Mascarpone e higos
Chuleta de black angus
Berenjena a la llama con brandada
Tortilla de patatas
Bizcocho de olivas con salazones
Coques de dacsa
Opiniones de El brou
OPINIONES
3

Camino de javea para pasar el puente de la constitucion  llamamos a varios de denia y estaban llenos y gracias y joan y antoni hemos conocido este lugar

ya descrito muy bien .,el unico problema que ha tenido hoy es la insonorizacion niños y grupo grande pero la comida muy bien

berenjena a la llama con mojama , muy buena

lubina con alcachofitas y salsa medio picante ,las alcachofas perfectas ,el trocito de lubina quiza un poco justo de tamaño

coca valenciana. Con espinacas ,rosbif ysalsa tartara contundente y buen tamaño 

dosrebanadas de pan tostado con ajoaceite 

 Un vino blanco les freses de la zona 

volveremos a tomar mas cosas

en total 50 euros 

Uno siempre tiene dos o tres sitios especiales, esos lugares de gama media en cuánto a precio y gama muy alta en cuanto a disfrute. Un sitio que recomiendas y en el que sabes que comerás bien sí o sí. Brou es uno de ellos.

Con una carta elaborada a partir de productos de temporada y con una selección de platos breve y cuidada, consiguen su objetivo: dotar de una visión particular a platos típicos de la zona. Y entre estas elaboraciones, en nuestra última visita escogimos las siguientes:

-Bravas “Brou”: La patata perfectamente hervida y con su piel crujiente intacta (así como nada aceitosa) hace de cuenco en el que se deposita una suave mahonesa. Todo ello se posa sobre una salsa agridulce, elaborada con productos del terreno. Original, divertido y delicioso.

-Berenjena a la llama y mojama: Solo con el olor a fuego de la berenjena ya nos dimos por comidos. Una deliciosa mezcla de sabor sencilla y en la que los protagonistas son dos productos de La Marina Alta, sin adornos.

-Bocata de sepia con musa: En un plato amplio encontramos tres finas tostadas sobre las que descansan unos bien conseguidos tallarines de sepia y un aderezo de perejil, aceite y ajo. El plato lo rematan unas montañitas de mahonesa. El único “pero” que le pudimos poner fue quizá un leve exceso de aceite en el conjunto.

-Cordero con cous-cous: Un clásico de “El Baret de Miquel” en el que tengo entendido que trabajó el actual chef de Brou y que se reinterpreta en varios grandes restaurantes (Un cuiner a l’escoleta). Poco puedo añadir a un producto que me tiene enamorado y que, bien cocinado, es una auténtica delicia.

-Torta: Parte dulce de la velada iniciada por un plato con toques ácidos. Una torta casera dejada sobre una crema de limón y con merengue en su cumbre. Muy bueno.

-Chocolate: De nuevo un brownie casero acompañada por chocolate con leche fundido y un espectacular helado de romero que ya nos cautivó en una de nuestras anteriores visitas.

Para acompañar la velada, tomamos dos cervezas y una botella de tinto de Casa Agrícola (Pepe Mendoza, DO Alicante) a base de monastrell, syrah y Alicante bouschet que nos pareció muy interesante.

Con todo ello, cenamos una velada redonda. Y es que en BROU esto se repite una y otra vez, hasta la próxima.

Si las cosas que se cuentan por ahí son ciertas, el famoso cocinero Miquel Ruiz recibió su formación principalmente en el restaurante El Girasol de Moraira. Años después, varios cocineros que regentan restaurantes valencianos, muchos de ellos con gran aceptación entre el público y la crítica, incluyen en su currículum formativo y experiencial el paso por las cocinas del propio Miquel Ruiz, sobre todo en las del restaurante La Seu. No voy a citar más que a uno, Julio Vargas, que ha consolidado su proyecto de restauración en el polideportivo de Sagra de la mano de Un cuiner a l’escoleta. Y lo cito porqué precisamente Cristóbal González Pons, cocinero del restaurante que hoy nos ocupa, se formó de la mano del propio Julio. Una bonita historia, pues, de transmisión de saberes, de colaboraciones y emancipación, de iniciativas y emprendimiento. Una larga cadena con lejanos orígenes y final impredecible.

En la vecina localidad de Pedreguer, este joven cocinero ha abierto su propio negocio en el mismo local que anteriormente ocupaba el restaurante Cal Blanc. Plaza compleja para negocios de hostelería y mérito añadido, pues, para la aventura de Cristóbal. El restaurante se enclava en el mismísimo centro urbano de la villa en una de sus estrechas callejuelas, ocupando la práctica totalidad de la planta baja de una bonita casa de pueblo. El salón está completamente pintado de blanco y el mobiliario, variopinto y funcional, adopta también tonalidades claras. Se presiente la humildad en el proyecto y se nota que se parte de un punto de salida poco presuntuoso con vistas a crecer. Le faltan algunos elementos decorativos a este coqueto salón que, además, ayudarían a paliar cierta reverberación que producen las conversaciones de los comensales.

Cocina fundamentada en los platos “para compartir”. Se ofrecen principales de carne y pescado, pero se aconseja también compartirlos. Trazos inconfundibles de la escuela de Miquel Ruiz de la que antes hablábamos, tanto en la concepción de los platos como en las presentaciones de los mismos. Nuestra comanda quedó así:

- Pan con allioli gratinado: delicioso snack que, aunque ha perdido el poder sorpresivo con el que contaba hace unos años, sigue gustando. Servidor no se cansa nunca de tomarlo.

- Coca de dacsa amb guacamole: Pequeña tortita de maíz con un riquísimo guacamole, una anchoa y unos daditos de queso fresco. Buen entrante. para tomar especialmente en verano y hasta el momento en que el frío se decida a visitarnos.

- Coca de dacsa amb gamba y bleda: Nueva tortita de masa similar a la anterior ahora con el condumio de las acelgas hervidas y salteadas y una preciosa cola de gambón que sustituye las minúsculas gambitas que se usan habitualmente en esta tradicional receta de la Marina Alta. Sabor rico, pero un nivel aceitoso por encima de lo permisible. Urge rebajarlo.

- Bizcocho de olivas con salazones: Oculto sobre un montículo de salazones finísimamente cortados, principalmente mojama, se esconde una porción de este bizcocho elaborado con esencia de olivas negras que ejerce de base del plato. Como ligazón de ambos elementos y con la clara finalidad de facilitar su ingesta se usa una salsa de chiles con un punto picante muy acertado, ENHO: está presente, pero sin llegar a neutralizar el resto de ingredientes. Sorprende la generosidad de la ración.

- Tortilla de patatas a nuestra manera: Encontré más parecido con unos huevos rotos que con la típica tortilla. Patatas cortados a tacos y magistralmente fritas con una salsa de cabrales “domesticada” como fondo, unas rodajas de chorizo y la culminación del huevo frito cuya yema salió más cuajada de lo que intuyo se pretende. Plato ganador, sin duda, exento de riesgo.

- Berenjena a la llama con brandada de bacalao: Plato redondo y, para mí, uno de los mejores de la noche. Las tiras de la berenjena ricamente asada se disponen en el fondo del plato y se recubren totalmente con la ayuda de la manga pastelera de una brandada de textura ligera, cuasi a modo de mouse y sabor deliciosamente delicado.

- Chuleta de black angus: Lo primero que debo decir es que, llegados a este punto, estábamos perfectamente satisfechos y tal vez nos excedimos en la comanda. Somos de muy buen comer pero se podría haber prescindido de este último plato con lo cual nos hubiésemos privado de una carne excelente. Base abundante con la guarnición (patatas, pimientos de Padrón…) y no menos generoso el número de taquitos de carne con un punto excepcional y ternura extrema. Plato de producto excelentemente resuelto.

- Mascarpone e higos: Un postre liviano y ligero, para rematar con un toque dulce lo que había sido una buena cena. Esas son las cualidades que mejor lo definen. Bonita presentación y un gran regalo para quienes, como yo, adoramos los higos.

Acompañamos la cena con unas cañas al principio, una botella de Godelia y unos cafés para rematar. La carta de vinos intenta ofrecer referencias, unas veinte, de corte más bien moderno o menos conocido. Cosas nuevas para probar.

Servicio muy familiar, como el de un hogar, interesándose en varias ocasiones por nuestras impresiones e intentando explicar lo mejor posible la elaboración e ingredientes de los platos. El vino y esa chuleta subieron un poco el ticket final, pero aquí se puede cenar estupendamente por mucho menos dinero. Puntuaré como muy buena, pues, la RCP. No será la última vez que les visitemos, ni mucho menos.

  • Mascarpone e higos

    Mascarpone e higos

  • Chuleta de black angus

    Chuleta de black angus

  • Berenjena a la llama con brandada

    Berenjena a la llama con brandada

  • Tortilla de patatas

    Tortilla de patatas

  • Bizcocho de olivas con salazones

    Bizcocho de olivas con salazones

  • Coques de dacsa

    Coques de dacsa

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar