Restaurante Don Lisander en Milano
Restaurante Don Lisander
País:
Italia
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:
Vino por copas:
Precio desde:
58,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
58 €
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
-
Comida COMIDA
-
Precio medio entorno ENTORNO
-
RCP CALIDAD-PRECIO
-
Aurelio_Gómez-MIranda_Don_Lisander_Costoletta_di_vitello_alla_milanese
Aurelio_Gómez-MIranda_Don_Lisander_Risotto_alla_milanese
Aurelio_Gómez-MIranda_Don_Lisander_Vitello_tonatto_alla_milanese
Opiniones de Don Lisander
OPINIONES
1

Y llegó el día. Dolió poco porque ya lo tenía descontado. Como celebré mi 50 cumpleaños el día anterior, para hacerlo coincidir con la inolvidable comida en la Osteria Francescana, cuando llegó el día “real”, pues no dolió, qué va, todo lo contrario.

Siguiendo nuestra mecánica habitual, nos despertamos en Bologna (la gorda, la docta, la roja) sin tener claro qué íbamos a hacer ese día. Teresa se sentía atraída por Rimini o Parma, a mí me daba mambo Milán. --¡Pero si Milán dicen que es muy feo, que no tiene nada más que el Duomo! --Ya, pero me atrae su potencia (está considerada la capital económica de Italia), su glamour, su aire de gran ciudad europea pujante… Y, si no vamos ahora, ¿cuándo vamos a ir?.

Por una vez, y sin que sirva de precedente, se impuso mi propuesta. No todos los días se cumple medio siglo, hay que aprovecharse de ello amigo… ;-)

Zumbando a la estación -qué gusto pasear por esos interminables pórticos- billete en la maquinica y en 25 minutos estábamos montaos en el AVE italiano (Frecciarossa se llama, “flecha roja”).

En poco más de una hora estábamos en la imponente estación de Milano, qué poderío, qué belleza. Junto a ella están los famosos rascacielos, pero no nos dimos cuenta hasta la vuelta. Es más, el Pirelli está en la misma plaza.

Preguntamos si el centro, el Duomo, estaba muy lejos a pie. Como a una hora, nos respondieron. Pues oye, vamos zapateando, y así le tomamos el pulso a la ciudad. Ni plano ni gaitas que está muy fácil, preguntamos un par de veces más y llegamos sin problemas.

Al llegar a la Chiesa de San Babila, una pequeña iglesia como anacrónica rodeada de grandes edificios que provocan una vista muy entrañable, con la iglesia que parece desvalida pero orgullosa y voluntariosa, comienza el rock & roll. Pillas ya el majestuoso y señorial Corso Vittorio Emanuele II, desembocas en la Piazza del Duomo, quedas un rato extasiado, miras el Monumento Equestre a Vittorio Emanuele II, te adentras en la celebérrima Galería Vittorio Emanuele II… (aquí todo lo bueno lleva el nombre de este rey)… --¿Pero cómo que Milán no tiene nada? ¡Sólo esto ya merece una visita!

Pero es que además seguimos, vimos los alrededores y nos recreamos un poquillo con la Piazza della Scala y su mítico teatro y ya, cómo no, en el llamado “cuadrilátero de la moda”, que comienza en la citada plaza y está delimitado por cuatro calles: Vía Monte Napoleone, Vía Alessandro Manzoni, Vía della Spiga y Corso Venecia. Pasear por ahí es un vicio. Espectacular. Y hay que ver cómo se cuidan los milaneses oye. Ni una barriga, espigados, elegantes. Si no fuera tan acusadamente hetero, me iba a vivir a Milán. Sin dudarlo.

No queríamos comer fuerte, pero tampoco queríamos irnos de la capital lombarda sin hacer la frikada de probar el rissoto y el filete milanesa. Habíamos preguntado al dueño de un comercio con el que congeniamos (el tío, con dos coj…, echó de su tienda delante de nosotros a dos mujeres orientales por tirarse un sonoro pedo) y éste nos había aconsejado uno pero… al pasear por el cuadrilátero nos (“me” pero como, ya sabéis, sólo se cumple medio siglo una vez jeje) encandiló uno, que despedía clase y glamour por todos sus costados y por todos los de sus clientes, y en la elegante carta de la puerta constaban estos dos platos…
--Venga Teresa, para no comer fuerte, nos pedimos una entradita, un rissoto y un filete milanesa todo a medias, ¿vale?

Y para allá que entramos. Un sitio guapo, guapo, en plena Via Manzoni, en pleno cuadrilátero de la moda, con clientela milanesa y muy cool. Está entre dos edificios de postín, en un retranqueo que aprovechan cerrando con un soporte fijo que lo convierte en terraza cubierta.

Tiene una amplia carta con dos secciones, una modernilla y otra tradicional, ”I piatti della tradizione", que es a lo que veníamos. Así que consumamos la frikada, todo toíto alla milanese:

Il vitello tonnato alla milanese
Il risotto alla milanese “Don Lisander”
La costoletta di vitello alla milanese

No me voy a extender mucho, todo lo contrario: el vitello tonatto, correcto sin más, los probamos mejores; el risotto muy, muy gustoso y poco cargante, fenomenal; y el filete milanesa (“costoletta”), pues era una considerable chuleta, con palo, rebozada y frita en mantequilla, mantequilla que se apoderaba, pues la carne pese a ser muy tierna y jugosa no era sápida.

Buen apartado de vino por copas del que catamos una copita de:

o Franciacorta Brut Il Mosnel
o Torre di Giano Lungarotti 2014
o Chiaramonte Chardonnay Firriato 2014
o Campogiovanni San Felice Brunello di Montalcino 2010

Franciacorta es un espumoso de calidad de Lombardía (cuya capital es Milán), coupage de chardonnay, pinot noir y pinot bianco. Hay que ver la de espumosos que tienen estos italianos. Que si prosecco, que si pignoletto… y ahora franciacorta. Trabajan bien.

El segundo se trata de un coupage de vermentino, trebbiano y grechetto de la zona de Umbria, en el centro de Italia, francamente agradable.

Tercero un chardonnay siciliano en el que el calor y sol de la isla estaba muy presente, para bien.

Y el cuarto, un Brunello di Montalcino, sangiovese toscano mítico que estaba de muerte, con garra, volumen y longitud.

El servicio, que pretendía ser elegante y eficiente, no consiguió sus pretensiones. Estaban estresadísimos, corrían como pollos sin cabeza, faltaba liderazgo (o sobraba). Nos quisieron cobrar una copa de más, les hicimos ver su error, y el camarero volvió, tardando bastante, con la cuenta corregida pero contándonos que había tenido que convencer al dueño pues estaba el tío emperrado en que nos habíamos tomado la copa de marras. Macho, si quieres ser elegante, no nos cuentes esas cosas, oño. Sacas la cuenta corregida sin decir ni mú y quedas como un señor, tú y tu jefe. Así quedas como un gualtrapa, tú y tu jefe.

Pero… mereció la pena, vaya que si mereció la pena.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar