Restaurante Audrey's en Calpe/Calp
Restaurante Audrey's
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
48,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
83 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.7
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.6
Comida COMIDA
9.0
Precio medio entorno ENTORNO
8.4
RCP CALIDAD-PRECIO
8.8
ensalada
nabo
blanquet
lecha
caballa
gamba
Gamba roja de Dénia, su caldo y acelgas
Erizos, hígado de rape y oxíporo de caracoles
Herberet de manzana
Untuoso de calabaza
Arròs del senyoret 2.0
Parpatana de atún rojo con jenjibre y tomates simshi.
Ñoquis de sepia con cilantro y curry
Opiniones de Audrey's
OPINIONES
11

Con varias opciones de visita previstas pero siempre aplazadas, por fin llega el día de conocer este magnífico restaurante y a su justamente premiado con estrella Michelín chef Rafa Soler con su cocina de muy alto nivel y que en cada plato se hace referencia a su origen.

No es (quizás debía decir era) frecuente encontrar este nivel de cocina en hoteles de ciudades turísticas de la costa. Aquí en un precioso hotel, algo alejado del centro y por tanto con fácil aparcamiento, y en un primer piso con vistas al enorme hall, hay un bonito espacio dedicado a la alta gastronomía.

El local ya lo ha descrito el gran @ANTONI_ALICANTE al que puedes seguir a ciegas sin temor a equivocarte, por lo que solo diré que el ambiente, decoración, mesas, sillones, vajilla, copas, música de fondo (algo alta para oir bien las explicaciones) etc, es de primer nivel, así como el ritmo de salida de platos desde cocina (importante en menús de muchos pases), y en especial todo el servicio de sala destacando mi tocayo Diego y especialmente el sommelier César Hernández, fue nominado por @Verema como posible ganador, hace unos años, al mejor trato del vino en un restaurante de España. Algo que el visitante siempre agradece es la presencia del chef en sala algún momento de la cena y poder conocerlo personalmente aunque sea unos segundos y aquí se cumplió.

Sobre la mesa figura a modo de libreto la relación completa del personal que trabaja para que disfrutemos y que es un justo reconocimiento a la labor de equipo, y el menú que ya teníamos encargado previamente que además de ser un souvenir para algunos, lo que te permite es ir controlando lo que falta de recorrido y sobre todo, si no puedes maridar (dichosa DGT), saber amoldarte con el tema de vinos. Para beber un par de agua Benassal (Castellón) grande, un par de vermuts Jarabe de Palo blanco de uva moscatel de Alejandría de la cercana población alicantina de Teulada, espectacularmente presentado en mesa (muy recomendable) con un tapón de corcho que lleva a modo de palo de madera de roble americano que contacta con el vino; por copas y a elección del sommelier en una interminable carta de vinos con muchas opciones también por copas, los vinos fueron: Fondarium 2021 la misma moscatel de Alejandría versión seca y Tossals Selección un tinto del Priorato de garnatxa y cariñena  que me gustaron.

Para disfrutar habíamos elegido el menú Levante que se acompaña de unos excelentes panes de semillas, masa madre y otro de aceite de oliva, todos de elaboración casera de masas madres de su horno familiar en Burjassot; además el AOVE es de olivos milenarios (creo de aceituna manzanilla) de la zona de Traiguera (Castellón) y envasados para el local; también una destacada mantequilla con sal ahumada y pimentón. El menú consistió en:

. deshielo de escarcha de ensalada valenciana (Benitachell)

. hidromiel de zanahorias con huevas de palometa (Benitachell)

. entomatac de tomates rojos en conserva y verdes en salmuera (Benitachell)

. nabo, setas, pelota valenciana y judías (Benissa)

. patata, yema y sobrasada (Benitachell)

. blanquet de pescadilla y guiso de sus interiores con canaillas (Benissa)

. buñuelo de santgatxo, lomo de atún y algas (Villajoyosa)

. fina coca de maíz con hígado de rape y langostinos (Jesús Pobre)

. pastel de anguila de La Albufera con caldo de caracoles (Mareny de Sant LLorenç)

. caballa, queso servilleta y pimiento rojo (Calpe)

. gazpacho de gamba blanca de Calpe, berberechos y erizos (Calpe)

. flor de lecha madurada, limón asado y hierbas (Calpe)

. carrillera de atún escabechada con morteruelo marino y codium (Villajoyosa)

. arroz de pichón de tiro, champiñones y morcilla (Real de Montroy)

. paletilla de cordero lechal raza Guirra, ajo negro, setas y piparras (Denia)

. celeri, mantequilla y especias (Benitachell)

. herberet - chocolate - cítricos (Bocairent, Villajoyosa, Alcira)

Todos los platos en un gran nivel destacaría la intensidad del caldo, la sorpresa de la explosión de boca del primero pase, el falso tuétano y sobre todo el manejo de los pescados: la caballa madurada 8 minutos en salazón se mereció mojar pan, la lecha madurada 25 días laminada como salmón muy muy bien, el atún de sabor profundo; muy destacable el plato de gamba y erizo que es como morder el Mediterráneo; en lo que menos la base de cacao del pastel de anguila que aporta textura crujiente pero mata al actor principal; el cordero con una salsa potente. En los postres un refrescante apio de entrada para limpiar papilas y dar paso al postre principal poco dulce con una mandarina y sus esferificaciones y su compañía del licor de hierbas (herbero) y un buñuelo de chocolate con su interior líquido explosivo en un digno final dulce del licor, cítrico de la mandarina y amargo del chocolate en perfecta simbiosis.

Rematamos con unos muy buenos cafés sin petits fours, un poco de charla con César y una foto con Rafa para el albúm de chefs Michelín. Todo perfecto.

Como se ve hay un especial cuidado en homenajear a los ingredientes, muchos de huerto propio, y orígenes de los platos buscando expresar la cocina local alicantina, incluso llegando a que el agua y el aceite sean también de la Comunidad Valenciana. Un esfuerzo que hay que valorar y que demuestra la esencia y el compromiso más el reconocimiento que hace el chef a la cocina del lugar; todo ello sin que esa filosofía signifique ni un ápice de merma en calidad y palatabilidad para disfrute del comensal (hay algún otro que no es así ). Chapeaux.

Resumen: Un imperdible en la Comunidad Valenciana.

  • ensalada

    ensalada

  • nabo

    nabo

  • blanquet

    blanquet

  • lecha

    lecha

  • caballa

    caballa

  • gamba

    gamba

Se hizo un poco de rogar, cierto es, pero, al fin, la prestigiosa Guía Michelín tuvo a bien reconocer la progresión de Rafa Soler al frente del restaurante Audrey’s y llegó la ansiada y tantas veces pronosticada estrella Michelín. Fue en septiembre de 2015 cuando visité por primera vez esta casa, al poco tiempo de su apertura y poco antes de la gala de presentación de la Guía 2016. Desde aquel primer contacto, las sensaciones fueron altamente positivas, circunstancia que se ha repetido en posteriores visitas. Releyendo mi valoración de aquella primera cena, puedo comprobar que dejé firme constancia escrita de que, más pronto o más tarde, el restaurante acabaría teniendo su lugar en la guía gastronómica más famosa del planeta. Fue en la edición de 2018 cuando, por fin, se confirmó esa profecía.

Sobre el local, el servicio y la bodega les emplazo a leer mis anteriores crónicas pues no se han producido grandes cambios. El interiorismo de la sala sigue siendo igual y, entre el personal que nos atendió en esta cuarta visita, la mayoría de las caras nos resultan ya conocidas con lo que el equipo de sala se nos antoja bastante consolidado y en una línea continuista. Explayarse detenidamente en describir uno y otro ahora sería repetirse en exceso y, lamentablemente, en la sociedad actual la disponibilidad de tiempo brilla por su ausencia.

Una vez perfectamente acomodados en nuestra amplia y bien vestida mesa circular, nos ofrecen la carta. En ella descubrimos dos menús con diferente precio en función del número de pases que lo componen y también se da la posibilidad de pedir “a la carta”, circunstancia ésta cada vez menos común en los restaurantes galardonados con estrella. Optamos por el menú más largo que se ofrece por 85,00 €. Previamente nos sirven unas bebidas a gusto de cada comensal: cerveza artesana Althaia, que se elabora en la vecina localidad de Altea, un vermut artesanal también de la comarca cuya referencia no recuerdo y una copa de Fino Eléctrico de bodegas Toro Albalá para quien les escribe.

Antes de iniciar el menú propiamente dicho, nos sirven dos tipos de pan (de aceite y de calabaza) que combinamos con un excelente aceite de las comarcas del interior de Alicante embotellado expresamente para el restaurante y elaborado a partir de aceituna manzanilla.

- Canari (horchata y limón): Según tengo entendido (no tuve ocasión de visitarlo), en el mítico restaurante el Bulli de Ferrán Adrià el menú degustación arrancaba a menudo con la degustación de algún cóctel líquido (los célebres cócteles “que se comían”). Muchos han sido los cocineros y restaurantes de alta cocina que han heredado ese tipo de pase, costumbre que, por cierto, me parece muy adecuada. Con su ingesta, se consigue limpiar el paladar y, a la vez, despertar nuestras papilas gustativas de cara a los platos venideros. El “canari” es un combinado tradicional de la Marina que aúna el anís seco o cazalla con jarabe de limón, agua y hielo. Aquí se prescinde del sabor arrollador del anís con lo que se consigue un trago apto para todos los públicos y bastante más digerible.

- Coca de dacsa de la Marina: Masa extremadamente fina y tamaño reducido (se trata de un snack, no lo olvidemos). La coca sustenta unas finas lonchas de pescados en salazón, proceso ancestral de conservación y muy propio de las tierras alicantinas.

- Sepia bruta: Se sirve en forma de croqueta o buñuelo. Al morder la esfera nos encontramos con un relleno ciertamente tiznado a consecuencia de la tinta del cefalópodo que se usa en su preparación. Sabrosa.

- Peix de Calp a la salmenuiére: Los dados del pescado son realmente frescos y se sirve prácticamente crudo. La salsa que lo acompaña es un engendro del equipo de cocina y deduzco que se trata de un juego de palabras entre la salazón (método tradicional para encurtir y conservar) y la conocidísima salsa menuiére. Delicioso.

- Esclafoll de cebollitas asadas: Se trata de otro bocadito característico de la comarca, popularmente conocido como “clafoll”. Se prepara combinando una fina lámina o lasca de cebolla asada sobre la brasa con una anchoa en salazón y aceite de oliva usado generosamente. En este caso versión mucho más “chic” del clásico, como se aprecia en la fotografía. Rico.

- Ensalada de navajas con alimonados y manzana: Plato muy fresco, de sabores punzantes y divertidos. La navaja, de sabor delicado y sutil queda un tanto deslucida frente a sus acompañantes.

- Quisquillas, crema de almendra y uva de Teulada: Nuevamente se juega con el producto crudo y sin enmascararlo bajo eufemismos tan recurridos en estos últimos años: tartar, sashimi, carpacho… La crema de almendra guarda gran similitud con el famoso ajo blanco. A diferencia de su antecesor, en este pase predomina claramente el sabor del ingrediente principal por encima de los demás que lo complementan sin restarle protagonismo.

- Tomates de Benissa frescos, encurtidos, secos y helados: Juego divertido de texturas, sabores y colores diferentes tomando el tomate casi como materia prima. Una buena muestra de ingenio y de dominio de la técnica. Matices ácidos, dulces, salados… muy rico.

- Escabeche de gamba roja de Dénia, calabaza y hierbas: Nuevamente un buen ejemplo del saber combinar un producto de gran calidad con elementos secundarios que lo complementan sin desmerecerlo. El escabeche se presenta en forma de crema, muy suave y ligeramente emulsionado.

- Bollit de ostra valenciana, zanahorias, judías Bobbi, cous cous de coliflor: El “bollit” (hervido de verduras) es un guiso que cuenta con mucho arraigo en los hogares valencianos. Se prepara, sobre todo, para las cenas y se elabora principalmente con patata, zanahoria, judías verdes y coliflor. En el plato ese hervido se presenta como fondo de la ostra, perfectamente tamizado. Original la combinación del molusco con las verduras pero un exceso de crema desluce un tanto el sabor de la ostra.

- Ventresca de atún de La Vila con aguacate y queso fresco: Una finísima loncha de este preciado producto con el acompañamiento de unas motas de una rica crema de aguacate, unos daditos de queso y unas esferas de aceituna. Muy simple, pero muy rico.

- Espárragos blancos con anchoas y pasas de Jesús Pobre: El espárrago se presenta en dos texturas, tamizado y en trocitos. Se complementa con unas uvas pasas y unos filetes de anchoa en salazón. No agradó o no supimos entender la textura de las yemas de espárrago, algo duras y con demasiados filamentos.

- Arrocito de playa con berberechos y matices ácidos y picantes: En la línea de los “nuevos arroces” que han desarrollado en los últimos años cocineros valencianos de la talla de Ricard Camarena o Alejandro Platero, jugando al límite con los puntos ácidos pero consiguiendo con ello despojar a sus arroces de toda pesadez. Impresionante el calibre de esos berberechos.

- Suquet de salmonete de Moraira con patatas, allioli y hierbas de la playa: Parece evidente que el salmonete se ha cocinado por una parte, con su punto de cocción justo, y por otra ese suquet de concentración y carga sápida notable con el que se salsea el plato. Se complementa el conjunto con unas motas de allioli que ayudan a texturizar aún más la salsita y unos espárragos de mar a modo de adorno.

- Pollo de corral, guiso de maíz y berenjena escalibada: Mi primer contacto con la cocina de Rafa Soler tuvo lugar en el restaurante Joel espai bistronòmic que abrió en Dénia. De eso hace ya algunos años, pero también allí hubo pollo en el menú. Ello denota el cariño del cocinero por este producto circunstancia un tanto peculiar ya que son pocos los restaurantes de alta cocina en los que se incluye éste en sus menús degustación. Estaba muy rico, tierno, perfectamente cocinado y con el aroma incontestable que le confiere el uso de unas generosas láminas de trufa.

- Mosto de Benitatxell con sandía, hierbabuena y limón: Sabores mediterráneos y reconocibles en diferentes texturas y con una presentación original. Muy reconfortante y nada empalagoso. Nos encantó.

- Rosáceas, pasión y mantequilla: Postre mucho más denso que su antecesor, pero sin resultar tampoco pesado en exceso por el punto agridulce que le da la fruta. Un buen broche de oro a un extenso menú.

Por exigencias de un menú de carácter tan marcadamente marino, optamos por pedir vinos blancos. La carta es extensa y con referencias muy representativas de las diferentes DO españolas. También hay una sección de vinos internacionales destacando especialmente el capítulo de los champagnes.

Comenzamos con un vino de las Rías Baixas: Carralcoba 2016, albariño fermentado en barrica y con una crianza de ocho meses en barrica. En un registro totalmente diferente, disfrutamos de L’equilibrista, 100% xarel·lo con fermentación también en barrica de roble. Para nuestra tercera elección nos dejamos aconsejar por César Hernández, sumiller y jefe de sala a la vez, que nos dio a probar La bastid, DO La Rioja, elaborado por Olivier Rivière principalmente con uva de la variedad viura, aunque también incorpora un porcentaje de malvasía y de garnacha blanca. También fue de César la elección del vino tinto, quien, conocedor de nuestros gustos más atlánticos que mediterráneos, nos invitó a probar Mengoba Mencía de Espanillo, DO Bierzo elaborado con uva 100% Mencía. Con los postres disfrutamos de una sidra de hielo, Diamantes de hielo, que se nos sacó directamente por invitación de la casa. Bonito detalle.

Tras esta última visita parece evidente que la cocina de Rafa Soler focaliza su fuente de inspiración casi exclusivamente en la tradición gastronómica de la comarca. En anteriores visitas se vislumbraban pinceladas más internacionales, ingredientes, técnicas y condimentos más exóticos con lo que los menús no mostraban esa fidelidad a un único hilo conductor o a un mismo planteamiento que ahora sí se nos manifiesta de modo evidente. Se gana en coherencia aunque se pierde un tanto en sorpresa, experimentación gustativa y en esa diversión que supone descubrir ingredientes o sabores nuevos.

Últimamente, cuando afronto la redacción de un post sobre un sitio sobre el que ya he escrito con anterioridad, me gusta curiosear las fotos de las pasadas visitas. Y del Audrey’s ya tengo unas cuantas. La sensación que tengo al verlas es que la cocina de ahora se ha simplificado más en favor del producto de proximidad y por esa tendencia generalizada entre los grandes cocineros de buscar la ligereza y frescura en el proceso creativo de los platos. No encontramos la espardenya, el bacalao, el bogavante o las setas sustituidos ahora por pescados y vegetales de la despensa alicantina. Desaparecen los fondos densos y concentrados que se repetían en muchos pases en pos de unas sopas y salsas mucho más livianas y sutiles. ¿Mejor o peor? No me atrevo a contestar. Diferente. Tanto la línea actual como la de los inicios divierten y aportan disfrute. Quedémonos con la impresión que hay evolución, que no se cae en el estancamiento y la autocomplacencia. Y eso siempre es bueno.

Trato inmejorable por parte de César Hernández, buen detalle de Rafa Soler que visita todas las mesas sin excepción tras servir gran parte del menú, y servicio correcto del resto del personal aunque se echa en falta una mayor naturalidad y alguna que otra explicación sobre los procesos de creación y/o de cocinado de los platos. Los camareros se limitan a “cantar el plato”, cosa que realmente no haría falta pues cada comensal dispone de su menú escrito. La cocina de Soler quiere transmitir algo, parece claro, pero esa intención debe ser comentada y compartida por todo el equipo para causar en el comensal el efecto deseado. Sí oímos explicaciones de la cerveza, de los panes o del aceite. Mi sugerencia es hacer extensible esa práctica a otros pases del menú para que todos los clientes podamos descubrir y disfrutar del mensaje que Rafa Soler nos manda a través de sus creaciones. Les emplazo a que lo consideren.

Valoración ilustrada con fotografías en: https://www.vinowine.es/restaurantes/audreys-la-despensa-alicantina-en-el-plato.html#comment-7596

Primera visita a Audrey's en Calp para degustar la cocina de Rafa Soler, un canto al mar y la tierra alicantina.

Optamos por el menú Anábasis:

* Sol de invierno (versión de un brebaje popular con limón, naranja y miel que se tomaba para los catarros).

* Coca de Dacsa.

* Anchoa - aceituna - vermouth.

* Moretum de berberechos (para repetir, con los bivalvos en su punto de cocción).

* La rosa negra que vino el mar.

* Ostra de Albufera.

* Capuchino de setas (intenso de sabor a tierra por las setas).

* Ensalada de pescadores.

* Cigala tronco, cebolla encurtida y hierbas (calidad).

* Quisquillas semisalazón, crema de almendra y uva (refrescante, quizás de los mejores platos).

* Erizos, hígado de rape y oxíporo de caracoles (original mezcla de sabores, no apto para todos).

* Gamba roja de Dénia, su caldo y acelgas (muy marinero, con mucho sabor).

* Peix de Calp, focus vesiculosus y calabacín asado.

* Arroz meloso de cerdo y coliflor torrefacta (bueno pero muy grasoso).

* Cañón de vaca levantina, yema y boletus.

* Canari

* Untuoso de calabaza (postre típico valenciano).

* Herberet de manzana (versión del licor alicantino de hierbas).

* Levaduras, pasas y café.

* Cítricos.

* Petits fours.

* Bebida: Cerveza y vino Godello Guitian Valdeorras.

  • Gamba roja de Dénia, su caldo y acelgas

    Gamba roja de Dénia, su caldo y acelgas

  • Erizos, hígado de rape y oxíporo de caracoles

    Erizos, hígado de rape y oxíporo de caracoles

  • Herberet de manzana

    Herberet de manzana

  • Untuoso de calabaza

    Untuoso de calabaza

Resumen
VISITADO: Noviembre de 2017
PRECIO: €€€€€ (más de 50€ por persona sin bebidas)
DISTINCIONES: De lo bueno lo mejor; Relacion satisfacción precio; Guía Michelín; Guía Repsol; Recomendado
VIDEO: https://youtu.be/kpjo9XVWK3s

Entre nuestra visita y la publicación de esta reseña una estupenda noticia se ha producido: Rafa soler y Audreys han conseguido su primera estrella Michelín. Mi más sincera enhorabuena a todo el equipo.

En Audreys se come genial cualquier día, pero esta iniciativa de compartir cocina y menú con prestigiosos chefs, es una delicia y una oportunidad inmejorable de probar nuevos sabores.

Acudimos de nuevo a la propuesta de Rafa Soler y su mano a mano en esta ocasión con Marcos Morán. Marcos es la quinta generación de hosteleros al frente de la conocida y galardonada casa Gerardo en Asturias. Dicho restaurante es considerado como el restaurante que hace la mejor fabada del mundo. Yo no me atrevo ni a dar ni quitar razones pero la probamos durante esta cena y me pareció excelente.

Platos (ver fotos):
─ Bocadillo crujiente de quesos - Marcos Morán. Espectacular, como puede saber tan rico algo en apariencia tan simple
─ Cocochas con sopa de ajo - Rafa Soler. Bueníiisimas.
─ Cremoso de erizos. caldo de sardinas - Rafa Soler. Yo no soy mucho de erizos y a pesar de ello ...
─ Cogollo a la crema - Marcos Morán. Lo mismo que el bocadillo, como un cogollo de berza puede aportar tanto placer… flipante
─ Consomé de quisquillas - Marcos Morán.
─ Escabeche de gamba blanca - Rafa Soler.
─ Bogavante, crema marina - Rafa Soler.
─ Salmonete con crema de puerros - Marcos Morán. Teníais que ver el “salmonete”, la foto no hace justicia, un tamaño enorme y el sabor del mismo tamaño que el pez.
─ Cordero, ajo negro, boníato - Rafa Soler. Casi estoy por decir que esta mejor que el mio :-), en serio, fuera de los asadores castellanos, que es otro rollo diferente, de lo mejorcito que he probado!
─ Fabada de prendes - Marcos Morán. Se me saltaron las lágrimas dos veces, una vez por lo buena que estaba y la otra por que Ana solo la probó (fue mucha comida) y yo no puede comerme su ración; para llorar.

Postres:
─ Choco-martiní-pasíón - Marcos Morán. Estupendo y original.
─ Caramelo-sal y lácteos - Rafa Soler. No lo puedo describir, la combinación de sabores fue memorable.

Bebida:
Aunque en esta vez los vinos fueron más sencillos que en el anterior mano a mano con Patiño, no seria justo obviar que el maridaje estuvo muy bien escogido, con vinos que combinaban estupendamente con los platos.

─ Agustí Torelló Mata Gran Reserva Barrica Brut Nature. Una forma genial de comenzar la comida.
─ Terras Gauda. Un albariño rico y fresco.
─ La mar caiño branco. Nunca había probado un vino con caiño branco y me sorprendió muy gratamente.
─ Terras gauda etiqueta negra. Espectacular, boca y nariz complejas, cremoso, con cuerpo, casi me hubiera servido para el cordero.
─ Cair. Vino bastante conocido.
─ Angeles de Amaren. Me gusta bastante y que no se ve mucho en Alicante y lo elegieron, con gran acierto, para acompañar la fabada.
─ Dulce de Jose Pariente. No había probado ningún vino dulce basado en sauvignon blanc, yo le encontré muy bien elegido para el postre pues no se intentaba imponer sobre el sabor de estos.

En la bonita ciudad de Calp, en el corazón de la Costa Blanca, se alza imponente el grandioso peñón de Ifach. Se trata de una inmensa formación calcárea que alcanza los 332 metros de altitud en su cima y ofrece maravillosas vistas a ambos lados de la costa y una excelente visión panorámica de los macizos montañosos del interior de la provincia de Alicante.

A los pies del Peñón se alza otra gran mole: el hotel Diamante Beach, complejo de lujo y gran capacidad que acoge en sus habitaciones visitantes de todo el mundo y eventos de diversa índole. En mis visitas al restaurante he visto deambular por el inmenso vestíbulo corredores de equipos ciclistas profesionales que eligen el benigno clima alicantino para sus entrenamientos, bodas de adinerados magnates indios con centenares de invitados, etc…

Justamente en ese gran vestíbulo, un tanto esquinado, se encuentra el restaurante Audrey’s del cocinero Rafa Soler, instalado en las dependencias del hotel desde hace más de dos años. Para una mayor información sobre la trayectoria de este cocinero y si desean recrearse en la descripción del local que lo acoge, les remito a la lectura de mi anterior valoración pues pocos son los detalles que han cambiado respecto a ésta y no deseo repetirme para quienes son fieles lectores de este blog.

Menú Audrey’s

- Bombón de dashi valenciano: Servido sobre una cuchara, ha de tomarse de un solo bocado. Crujiente por fuera, líquido por dentro. Ligero y refrescante, un tanto provocador… Predomina el sabor del tomate por encima del del pescado marinado que corona el plato.

- Bacalao, piel y allioli casero: Aúna técnica y tradición. La primera presente por el juego de texturas y el concepto; la segunda por los sabores plenamente reconocibles. Muy rico.

- Queso fresco de chufa y emulsión de hierbas del peñón: El queso, con un sabor prácticamente imperceptible, aporta textura al bocado. La carga sápida viene dada por esas hierbas fácilmente reconocibles: romero, tomillo, pebrella… Un pequeño homenaje al Peñón de Ifach, accidente geográfico que ejerce de estandarte turístico de la ciudad.

- Gamba roja de Dénia: cola, cabeza y esencia: La cola se presenta hervida y pelada. Calibre pequeño/mediano. La esencia se concentra en un caldito que se presenta en copa. Intensidad sápida descomunal pese a la fluidez y ligereza del mismo.

- Ostra cítrica con aguacate y piparras: Muy rica. Buena elección de sus acompañantes que, sin robarle liderazgo a quien está llamado a ser protagonista principal, aportan matices interesantes y refrescantes.

- Guiso de galete y médula de atún con garrofón: Otro homenaje a la tradición valenciana y a la cocina de aprovechamiento. En estas tierras, del atún se aprovecha todo y, aunque no se usan exactamente las mismas partes, la filosofía en este plato parece ser la misma que en otros con gran arraigo como el “bull amb ceba”, “l’espineta”… Sabores muy semejantes a ellos.

- Tomates de la huerta de Juan: Especie de ensalada con el tomate como auténtico y casi único protagonista. Se presenta en diferentes texturas: tamizado, en forma de salmorejo, a dados, en helado… Muy pero que muy refrescante. Ideal para un caluroso día del mes de julio.

- Caballa ahumada y yema curada: Perfecta la cocción del pescado y acertado el “salseado” con la yema curada que ejerce como crema favorecedora para su ingesta. Original.

- Bogavante con crema marina y untuoso de cebollino: La elegancia y sutileza del crustáceo se contrarresta con la potencia de esa crema marina de concentración notable. A modo de crema de marisco, pero en una línea plenamente hedonista.

- Huerto marino: Otro homenaje a los productos del mar. Berberechos, cuasi crudos, huevas y una deliciosa muselina en la que queda patente nuevamente la maestría en la elaboración de fondos y cremas de gran potencia.

- All i pebre de quisquillas: Plato que tradicionalmente se elabora con anguilas y que aquí son sustituidas por las colas de las quisquillas. El pimentón se usa con mesura, quizás demasiada, y se echa en falta un pelín más de esos matices picantes que sí tiene quien inspira este plato.

- Espardenya con sopa de ajo y salicornia: Quizás el plato menos afortunado en este largo menú. De sabor incontestable pero con una textura que resultó excesivamente dura y difícil de masticar. Una verdadera lástima. Les espardenyes o pepinos de mar no son producto que se encuentre con facilidad en las cartas de los restaurantes y, justamente por esa exclusividad, suponen un exquisito bocado.

- Arroz meloso de callos de bacalao con espárragos en salsa verde: Perfecto en lo que se refiere a su cocción y emplatado. En cuanto a su sabor, destaca la acidez del conjunto que lo hace agradable y apetitoso. La textura resulta tremendamente melosa con el poso gelatinoso que genera la cocción de esos callos. Destacable.

- Castañuelas ibéricas con coulant de patata  y colmenillas: Las castañuelas son las glándulas salivares del gorrino y se trata de un corte muy poco conocido en muchas regiones españoles, no así en Andalucía o Extremadura, zonas con gran tradición en la crianza del cerdo. La alta gastronomía desempeña en ocasión el valioso papel de recuperar y difundir productos poco conocidos o venidos a menos por unas u otras circunstancias. Sorprendente la textura de la carne y un plato redondo como resultado final, fruto del acompañamiento con ese fondo cárnico bien concentrado y un producto tan excelso como las colmenillas. Único pase “carnívoro” de todo el menú.

- Melón cru con té blanco y helado de cítricos herbáceos: El resultado en boca es ciertamente el que cabía esperar cuando uno lee el enunciado del plato: matices ácidos, herbáceos, dulzor comedida y un efecto muy refrescante y reparador en la boca. Se agradece tras degustar tantos platos anteriormente.

- Boniato con mandarina, pasión y jengibre: En una línea parecida a su antecesor. Se ha huido descaradamente de postres empalagosos y extremadamente dulzones en pos de unos matices refrescantes y balsámicos. Como decían en el caso del postre anterior, se agradece. Y mucho.

- Con los cafés llegan unos deliciosos petit fours para quienes todavía se han quedado con ganas de dulce. Imposible recordar el enunciado de cada uno de ellos. Hay gominolas, bombones, macarrones… Original la presentación en una escultura moldeada ad-hoc para el restaurante.

La carta de vinos es suficientemente extensa y con precios más que razonables. El servicio es impecable con copas apropiadas, corchos en la mesa, rellenado de copas, temperaturas apropiadas, etc. Nosotros tomamos Pepe Luis (Albariño de bodegas Albamar), Guitián sobre lias (Godello – DO Valdeorras), Alto Moncayo 2013 (garnacha – DO Campo de Borja), Clio 2013 (Cabernet sauvignon y monastrell – Bodegas El Nido – Jumilla) y Tokaji Aszú 6 puttonyos 2002. Todos los vinos al nivel de lo esperado, aunque ese tokaji permanecerá en nuestra memoria por mucho tiempo.

Destacable también el trato y servicio recibido por parte del personal. Explicaciones precisas y con carácter didáctico, sin extenderse mucho y dejando a la mesa que disfrute de los platos y la conversación. Mención también a la panadería y detalles como el aceite de oliva virgen y los deliciosos cafés. En definitiva, una experiencia redonda de la que difícilmente se puede salir insatisfecho.

Recomiendo leer el mismo post con ilustraciones en: http://www.vinowine.es/restaurantes/restaurante-audreys-sigue-dando-placer.html

Visitado: Julio de 2016
Cocina: Alta gastronomía
Precio: €€€€€ (más de 50€ por persona sin bebidas)
Nombres propios: Rafa Soler (cocina), Alex Danglerou (maitre)
Web: ágina web muy completa con todos los datos que un usuario puede necesitar.
Teléfono: 608 667 637
Dirección: Avda. Juan Carlos I, 48
Localidad: Calpe
Ambiente: Clásico y lujoso sin estridencias
Distinciones: De lo bueno lo mejor; Relacion satisfacción precio; Guía Michelín; Guía Repsol; Recomendado

Mi segunda visita este restaurante y uno sigue teniendo la sensación de estar en un lugar especial, un sitio que merece la pena conocer y del que vas a salir sorprendido sin ninguna duda.

Esta fue una comida organizada pro Toño Palacios administrador del grupo de facebook Alicante ¿hablamos de restaurantes? y nos dimos cita 30 personas
Antes de empezar con la comida nos ofrecieron de beber y elegí vermut casero que vino acompañado de una degustación de panes con un excelente aceite de oliva virgen extra.

Platos:
Como siempre y para no aburrir al lector con descripciones infinitas me limitare a hacer una relación de los platos marcando con un * los platos que mas me han gustado. Aconsejo ver las fotos por eso de que una imagen vale más que mil palabras.

─ Manzana verde
─ Vermouth casero
─ Coca de dacsa
─ Mejillón escabeche
─ Pepino con quisquillas y jugo de ensalada (*)
─ Tomates 20 horas, sardina ahumada, agua de tomates secos.
─ Esparragos blancos, pasas, crema marina y anchoas (*)
─ Calamar, sopa de alimonados y ferraura (*). Para mi el numero uno de este menú.
─ Berenjena ahumada, ñokis de queso y dashi de mojama
─ Ostra, pilpil citrico, aguacate y piparras (*)
─ Arroz meloso de gamba roja de denia
─ Salmonetes, consome de sus espinas y mandarina (*)
─ Paletilla lechal, chipotle y cebolleta (*)

Postres:
─ Herberet, manzana y lima
─ Chocolate, chocolate y chocolate (*)
─ Sable de vainilla
─ Jamoncitos de vino tinto
─ Bombones

Bebida:
Como ya he indicado anteriormente, el vino fue ofrecido por Bardisa y la Escuela de catas de Alicante. Aprovecho estas lineas para agradecer tanta generosidad.

─ Naranjas azules, garnacha 2015
─ Hito 2014
─ Val de nora, albariño
─ Alburejo oloroso

Precio:
─ La nota de esta comida fue de 60€ por persona sin incluir vino (agua, cafés, cervezas y refrescos estaban incluidos en los 60€). El vino como viene siendo habitual en este tipo de eventos fue ofrecido por Bardisa.

Definitivamente no soy bueno en eso de porras y quinielas. No recuerdo vez alguna que haya acertado algo en ninguno de los ámbitos donde se acostumbra a ejercitar ese tipo de prácticas. Parece que tampoco en el campo de la gastronomía y las archifamosas estrellas michelín. Tras mi visita a este lugar a finales del verano pasado pronostiqué un mayor reconocimiento por parte de los inspectores de la guía roja teniendo en cuenta lo satisfactoria que resultó ésta en todos los sentidos. Erré y al final no hubo galardón. Parece que entrar en ella es harto complicado y que se precisan unos años de continuidad para hacerlo.

EL entorno, la sala, el servicio, la bodega fueron extensamente comentados en mi propia valoración que antecede a ésta e invito a quien tenga interés y no la leyó en su día a dedicarle un tiempo pues, como allí se expone, todos los campos son dignos de una alta valoración. En esta ocasión, si cabe, con una sala prácticamente vacía y el servicio casi exclusivamente para nuestra mesa, todavía brilló más el equipo conformado por el jefe de sala, el sumiller y un camarero al que se le nota mucho más rodaje respecto a nuestra anterior visita. Gracias a ellos por el trato dispensado.

Pasemos pues a detallar los platos degustados (Menú Audrey’s por 55,00 €):

- Empanadilla de samfaina de conejo; Parmentier de patata con coliflor, bacalao y allioli; Capuchino de setas: Las tres elaboraciones se presentan en un mismo pase. Cabe destacar la segunda como plato más suculento y la tercera por su original presentación. La empanadilla realmente es una gyoza que encontré un poco falta de “punch” y de temperatura. En la parmentier me gustaría resaltar la integración de todos los elementos que componen el plato: la untuosidad del puré contrasta con la coliflor crujiente y los toques salinos del bacalao, en combinación con los matices particulares que aporta el alioli, configuran un plato redondo, de los que uno tomaría bastante más cantidad y bien a gusto. El capuchino se presenta en taza de café expreso y representa a la perfección los ya tan recurridos platos trampantojo.

- Consomé de tubérculos valencianos; Pepito de longaniza y boletus: Pase único conformado por ambos platos. Rico el caldo sin tropezón alguno que nos recuerda al típico caldo de puchero valenciano y correcto el pepito sin despertar tampoco grandes emociones. No se marcan cubiertos en este pase la cual cosa se mitiga con el acompañamiento de una toallita vaporizada que nos ayuda a higienizar perfectamente las manos con las que nos hemos ayudado para su degustación.

- Gamba con rostit y pan de gamba: Primer pase de una trilogía marina que nos gustó mucho. Quizás encontramos el único pero que los tres platos guardan demasiada similitud en su concepto aunque ello no resta un ápice de disfrute al comensal. Gamba cuasi cruda sobre un fondo bien sápido y remate crujiente con una especie de oblea similar al pan de gamba.

- Fondo marino de Calp: Presencia nuevamente de dos pequeñas gambas del Mediterráneo y combinación con diferentes tipos de algas autóctonas intentando recrear el paisaje y los aromas del fondo marino propio de la zona. Plato sugerente, efectista y con resultado satisfactorio.

- Gazpacho marinero con sepia bruta: Personalmente, de los tres, fue el que más me gusto. Se sirve el plato con unos sepionets en el fondo del mismo y se vierte el gazpacho ya en la mesa y frente al comensal. Crema de concentración destacable y, como sus antecesores, con aprobación unánime de cuantos compartimos mesa ese día.

- Pollo de corral con maíz: Un rasgo común compartieron la mayor parte de los platos que confeccionaban este menú: el uso de un buen producto, generalmente bien fileteado o desmenuzado, un caldo/fondo/crema que facilita la ingesta y aporta concentración y sabor y el contrapunto de algún ingrediente más sólido o crujiente. El plato de nos ocupa es un buen ejemplo de ello. En este caso, el pollo se acompaña con un rico fondito que aumenta el sabor del mismo y con unas minimazorcas de maíz que nos resultaron sorprendentemente sabrosas.

- Mollejas con trompetas y jugo de tuétano: Plato que, por su enunciado, prometía mucho. Una única molleja de ternera descansa sobre el fondo del plato/cuenco. Se acompaña con trompetas de la muerte guisadas que se usan con generosidad y se salsea con una crema/espuma con ligeras reminiscencias al tuétano. Mi molleja la tomé con facilidad, pero a algún comensal más “aprensivo” no le apeteció probarla y acabaron en mi plato. Esta segunda, sin embargo, me resulto más difícil de cortar y de textura complicada en boca. Me vino a la cabeza el complejo proceso de cocción de las mollejas (realmente varios procesos) en el RC de Valencia y tal vez aquí convendría replantearse la elaboración.

- Arroz con fesols i naps: Chapeau! Muy rica esta pequeña degustación del plato valenciano más tradicional aunque menos conocido que la paella. La legumbre y el tubérculo no se visualizan como tales y han sido triturados actuando como ligazón del arroz a modo de risotto italiano. Unas rodajitas de embutido dan originalidad y más contundencia aun si cabe a este gran plato.

- Pichón con guiso de trigo y ajo negro: Perfección en el punto de la carne y acertada “guarnición” con ese guiso de sémola de trigo de intensidad sápida destacable. La aparente sencillez, que tal vez esconde un trabajo más profundo, convence y el plato salé airoso del envite.

- Herberet con manzana, lima y albahaca: Postre que se sitúan en la línea contemporánea que siguen los restaurantes que ocupan la vanguardia culinaria del país: frescura destacable, matices ácidos, toques herbáceos y la clara intención de limpiar la boca de los restos sápidos de toda la parte salada del menú.

- Arnadí: Postre tradicional valenciano, de la ciudad de Xàtiva, más en concreto, presentado en Audrey’s de un modo más original y, por supuesto, con una mayor elaboración. Sus ingredientes básicos son el boniato y la calabaza asada y los frutos secos fundamentalmente la almendra. Juego de texturas (cremas, bizcocho, crunch…) en un postre evidentemente mucho más dulce que el anterior.

Acompañamos la comida con unos aperitivos (cervezas lager Mahou, artesana el Boquerón, vermuts…), dos botellas de l’Equilibrista, una de Guitian Godello y otra de Altos del Moncayo. El razonable recargo que se aplica al PVP permite el disfrute de grandes vinos de los que, sin duda, la bodega se encuentra bien dotada. Servicio impecable en cuanto a temperatura, copas, rellenado de los vasos…

En definitiva, otra gran experiencia en esta casa a la que, sin duda, volveremos a visitar cuando se tercie.

Desde que un servidor empezó a interesarse por todo esto de la gastronomía, llegaba continuamente a oídos de quien ahora escribe el nombre de un joven cocinero que se perfilaba como una de las grandes promesas culinarias de la comarca de la Marina Alta y un férreo candidato para ocupar los primeros puestos del ranquin de la Comunitat Valenciana. Éste no era otro que el de Rafa Soler, educado ya desde su infancia entre fogones y formado en algunos de los grandes restaurantes de España como en el mismísimo Martín Berasategui, por ejemplo.

Mi primer contacto con su cocina lo tuve en “Joel, espai bistronòmic”, local ubicado en la localidad de Denia en el que estuvo por un breve espacio de tiempo. Gustó pero no entusiasmó. Según me dijeron después, su tarea allí estaba muy condicionada por la regencia del restaurante y Rafa estaba como “atado de manos”. No sé cuánto de cierto hay en todo ello.

Con el cierre de ese restaurante, empezó un periplo por diferentes locales e varias iniciativas que lo trajeron nuevamente de regreso a la comarca por obra y gracia del “Aticook”, una propuesta singular por estos lares consistente en dar comer en el marco de una tienda de muebles y decoración vanguardista. Tenía muy presente el hecho de rendirle visita, pero Rafa dejó el proyecto antes de que me decidiese a hacerlo.

Fue entonces cuando me enteré de la nueva aventura del cocinero, fondeando su nave en esta ocasión en el majestuoso hotel “Diamante Beach” en Calpe. Todo lo leído al respecto incitaba a acercarse por allí y, sin dejar que pasase mucho tiempo, nos encaminamos hacia la ciudad del peñón en una lluviosa noche del mes de septiembre.

En una de las esquinas del inmenso hall de este hotel, un espacio abierto de dimensiones faraónicas, se ha habilitado un cubículo acristalado en el que se ubica el restaurante. Éste, sin embargo, goza de un acceso independiente, directamente desde la calle, sin necesidad de cruzar el vestíbulo del Diamante Beach Hotel.

Salón de forma prácticamente cuadrangular con las mesas pegadas a tres de sus lados o caras y otras de mayor capacidad situadas en el espacio central del mismo. La mantelería, de un blanco resplandeciente, el predominio del cristal en los muros y paredes, las tonalidades claras del artesonado y la intensa luminosidad de la que goza este espacio consiguen crear un ambiente de gran elegancia, muy señorial, pero sin resultar ostentoso. Butacas en la misma línea, muy cómodas éstas, y separación considerable entre las mesas. Tomamos asiento. La luz cenital incide directamente sobre el blanco mantel, como lo hacen los focos que dan luz a un gran escenario instantes antes de empezar la función. Preludio de que algo gordo puede suceder. Expectación.

Un pavimento resplandeciente, la bodega acristalada en una de las esquinas y el personal elegantemente vestido dotan al espacio de ciertas reminiscencias renacentistas, como si de un gran salón de baile se tratase. La vajilla, cristalería y cubertería que veremos pasar a lo largo de la velada por nuestra mesa siempre acorde con todo lo expuesto anteriormente.

Cocina quilómetro cero (o casi): Esa es la filosofía que me pareció percibir tras disfrutar de la propuesta gastronómica de Rafa Soler. La sepia, la caballa, la cigala, el arroz… productos típicamente mediterráneos que constituyen la base fundamental de los platos degustados. En contra de lo leído al respecto en algún que otro blog en la red, sinceramente no creo que el cocinero haya sucumbido ante la moda asiática que parece invadir la mayor parte de los restaurantes españoles. Hay un caldo dashi, sí, es cierto, (y magistralmente preparado, por cierto), se usa el cilantro, también es verdad, el jengibre… pero mi opinión es que se trata de unas tenues pinceladas que nos permiten degustar unos platos de carácter un poco más creativo y que acertadamente nos llevan a catalogar a éste lugar fuera de la circunscripción que formarían aquellos que únicamente son grandes restaurantes “de producto”.

Menú Audrey’s

- Snacks: “Bollit” de bacoreta, Brioche de ibéricos, sepia “bruta” y ceviche de quisquilla. Se enumeran aquí tal como pueden apreciarse en la fotografía, empezando de derecha a izquierda, y ese es el mismo orden en el que se aconseja degustarlos. Como si el cocinero hubiese intuido mis sensaciones antes de servirlos, coinciden también plenamente con el orden en el que los hubiese colocado yo, empezando del que menos al que más me gustó. Sin desmerecer a los demás, impresionantes los dos últimos, aunando potencia y elegancia en unos bocados tan pequeños.

Se sirvió también al inicio un delicioso aceite, Señoríos de Relleu, y una degustación de panes: blanco, multicereales y coca de aceite. Puesta en escena un tanto barroca con mesa auxiliar y corte de las rebanadas sobre ella por parte del personal según la elección del comensal. Delicioso el resultado.

- “Esgarraet” con caldo de pimientos asados: En el plato se presentan unas lascas de cebolla ligeramente cocinada y, sobre ellas, las pequeñas porciones del pescado prácticamente crudo. Se completa en la mesa con el vertido de un caldo clarificado que es quien realmente da personalidad al plato. Presencia un tanto intrusiva de la cebolla, aunque el entrante resulta rico y nos prepara para los platos siguientes.

- Tiradito de caballa de Calpe: Producto excepcional, magistralmente macerado, que encuentra unos acompañantes perfectos en esas finísimas rodajas de pepino y el crujiente pulverizado que acompaña. Nivel.

- Allipebre de nabo y raïm de pastor: Tal vez el plato de concepto y presentación más modernos de todos cuantos configuran el menú. La base del mismo es una especie de nido confeccionado con un puré que se elabora con el tubérculo que da nombre al plato y, en la cavidad que se forma, se sirve un jugo concentrado d’all i pebre, el popular guiso valenciano de anguilas, ajo y pimentón. Se mantiene alto el listón.

- Canelón de cigala y pollo: Magistral “mar y montaña” en un plato con concepto absolutamente antagónico al anterior. Tributo al clasicismo y a la Nouvelle Cuissine. ¿Quién sabe si se trata de un homenaje al mismísimo Joel Robuchon, de quien Rafa Soler se declara gran admirador? Base de verduritas con un punto crujiente y cola de cigala de tamaño descomunal sobre ellas. Plato aderezado con un riquísimo fondo a base de pollo que complementa sin enmascarar el sabor del marisco. Chapeau!

- Arroz de algas y berberechos: Pequeña degustación de este gustoso arroz, con un punto de cocción perfecto y el contrapunto original y divertido de las huevas de pez volador. Se corona con dos berberechos prácticamente crudos de sabor extra intenso.

- Atún de almadraba en tres versiones: En el primer pase se sirven dos de ellas: una especie de ravioli con el galete del túnido y un tataki del tarantelo con caldo dashi. Luego viene la parpantana estofada con un fondo de tomates y jengibre. Sinceramente no sé con cuál de las tres quedarme. Magistralmente ejecutadas todas ellas, sabiendo aprovechar las propiedades grasas de cada parte del atún para darle el tratamiento en cocina que se merecen.

- Cordero lechal con endibia y ajo negro: Carne deshuesada y preparada en terrina que se sirve en el plato con el jugo de su guiso, sobre unas hojas de endivia cruda y con el acompañamiento vistoso de unas gotas de mostaza verde y otras de una crema de ajo negro. Melosa y sabrosa la carne y divertido el juego de sabores con ambas salsas.

Llegados a este punto teníamos todavía una cantidad considerable de vino por servir en la botella, así que decidimos completar el menú con una degustación de quesos. Dos fueron los servidos cuyas referencias siento mucho no poder facilitar no por fallo del personal del restaurante, sino por un desliz en mi memoria. Salieron, eso sí lo recuerdo, uno asturiano curado de vaca y otro curado de oveja proveniente de Zamora. Punzante en exceso el primero de ellos convertía al segundo, que no es que anduviese falto de personalidad, en un bálsamo reparador tras la fuerza desmesurada del asturiano.

- Mojito de melón: Unas finas rodajas de esta fruta son la base sobre la que se monta el granizado de mojito. Sabores y temperaturas que, lógicamente, consiguen transmitir gran frescura y ejercen a la perfección su papel aséptico después de la sucesión de “cocina salada”.

- Babá con horchata, limón y praliné: EL bizcocho adopta la forma de “fartó”, típico dulce valenciano al que Rafa rinde su personal homenaje. La crema de horchata cubre el fondo del plato, el limón aporta ligereza y frescura mientras que la praliné le dota de sabor y consistencia. Correcto.

En la misma línea de todo cuanto se ha comentado anteriormente se sitúa la valoración que podemos hacer tras ojear la carta de vinos. Aquí tampoco se ha escatimado en detalles y nos encontramos ante una bodega bien aprovisionada en cuanto a cantidad, variedad y calidad. Múltiples referencias, vinos de diferentes DO y de una gama de precios muy diversa y precios más que comedidos en la mayoría de ellos ayudan y mucho a que al disfrute de las viandas se sume también el placer de acompañarlas con vinos especiales.

En nuestro caso tomamos una copa de Fino Lustau como aperitivo, una botella de Pierre Gimonet Brut 1er Cru que nos acompañó la mayor parte del menú y otra de Aalto 2013 que estaba realmente falto de envejecimiento en botella. Servicio de todos ellos de manera impecable y precios como se ha comentado realmente competitivos.

Nadie del equipo abordó el tema directamente con nosotros. Ni el simpático jefe de sala que ejerció a la perfección su papel, recibiéndonos de manera cordial y educada y cambiando su trato a lo largo de la velada al son de lo que cada mesa le marca según el tipo de servicio y trato que le gusta recibir, ni el más que preparado sumiller, con quien intercambiamos opiniones sobre los vinos degustados, ni el propio Rafa Soler que se pasó por nuestra mesa una vez acabados de cenar.

De momento todos están satisfechos con la respuesta del público y la marcha general del negocio, pero resulta evidente que aquí todo se ha diseñado con vistas al reconocimiento general de la crítica especializada y, dentro de ella, obviamente, el de la prestigiosa guía roja.

Una propuesta gastronómica mucho más que correcta, un local excepcional, un equipo personal que derrocha profesionalidad y buen hacer, una bodega bien nutrida… todo son buenos indicios y no resulta descabellado pensar que, tal vez, el próximo mes de noviembre, este restaurante fuese reconocido con ese gran impulso que supone la concesión de la estrella Michelín. Déjenme apostar por el SÍ.

Post ilustrado en: http://www.vinowine.es/restaurantes/audreys-en-el-buen-camino.html

Una afamada Guía Gastronómica internacional 2015 reza sobre Audrey’s : “Cocina moderna. Rafa Soler es un cocinero inquieto que no se conforma” …y tras las buenas referencias que teníamos sobre este joven cocinero, decidimos comprobar por nosotros mismos esta moderna inquietud.
El local es fresco y moderno, predominando el cristal y el color blanco. Si bien está situado dentro del Hotel Diamante, tiene una entrada propia en la puerta principal del mismo. Algo muy acertado. El local es amplio, muy luminoso. Mesas blancas, cómodas sillas, excelente vajilla, mantelería y cubertería. Copas Zwiesel. El conjunto ya denota que estamos en un local con serias aspiraciones.
Amablemente nos recibió Alex Jacques, elegimos mesa y nos presentaron la carta. Esta dispone de carta y 2 menús: El Moon River (snack, 2 entrantes, 2 segundos y 1 postre) y el Audrey’s, un menú degustación con snack, 7 platos y 2 postres. Nos decantamos por el Moon River y para “tomar el pulso” al local, la opción de maridaje (15 E/pax). Mientras realizábamos la elección, un fino y vermut de la zona.
Cesar se encargó de seleccionar los vinos y de un impecable servicio de los mismos.
Se nos ofreció pan de tres tipos en una elegante tabla, cortado ante nosotros y un AOVE Señoría de Relleu Intense Coupage. Muy bien.
Empezamos de una manera fantástica, con una tabla con 3 pequeños platos semifríos y una cazuela. Platos de inspiración marinera, francamente buenos, realizados con productos de la bahía de Calpe. Sabores delicados pero persistentes, muy elegantes. Presencia de picantes y aromáticos. Una entrada valiente y brillante.
Para acompañarlo un Torres Santa Digna Chardonnay. Vino chileno muy fresco, con notas frutales y fondo herbáceo. No es un chardonnay al uso, pero maridó bien.
Seguimos con un tomate del Perelló. El vino elegido fue un Cava Dominio de la Vega Brut Reserva Especial. Como señaló Cesar, siempre es un reto maridar un tomate, y el cava es una gran opción. Acidez equilibrada. Mucho sabor. Nos gustó mucho.
Pasamos a un guisote de corvina. Delicioso guiso marinero resuelto con elegancia sin perder la esencia de los productos. Como vino, un Menade Sauvignon Blanc 2011. Acertado.
Seguimos con el arroz del señoret 2.0. acompañado de una lámina de socarrat. A nuestro entender, plato imprescindible si se visita Audrey’s. Perfecto punto del arroz. De nuevo el sabor lo inunda todo, de una manera equilibrada pero con potencia y persistencia. Bravo. Lo tomamos con un Fusco mencía, de Ribeira Sacra. Fue el vino que más nos gustó, “un tinto con alma de blanco”, definió adecuadamente César. Fresco, herbáceo y frutal. Perfecto para este arroz. Como para repetir plato y vino.
Agua de Valencia con gajos de naranja, sorbete de mandarina y whisky, con una copa de moscatel Floralis de Torres. Refrescate y acertado final.
Café y Petit Fours, destacando el excelente macarrón.
Nuestro pequeño tomó unos buenos espaguetis y de postre “ Cho-co-la-te”. Creo que este plato se define por sí solo, y afortunadamente lo disfrutamos los tres.
Rafa Soler salió a saludar a los comensales. Agradable charla sobre los retos en la vida, el coraje necesario para emprender nuevos proyectos y sobre su propuesta de cocina defendiendo la tipicidad de la bahía de Calpe y su fantástico hinojo de mar. Seguro que dará mucho que hablar y para bien en los próximos eventos culinarios.
Sobra decir que nos encantó la cocina de Rafa Soler, la elegancia de su local, el nivel de su servicio. Un chef que apunta muy alto. Todo esto con una RCP francamente buena y que para nada nos recuerda que estamos en una zona turística. Para repetir, recomendar y acertar.

El turismo de masas ha generado paisajes plagados de menús indecentes, excesivos, descontextualidazdos, extraordinariamente caros en relación calidad precio. Miles de cartas basadas en platos combinados, o las típicas marisquerías que, pese a trabajar con excelentes productos, presentan un resultado final sin mimo, de gastronomía primitiva.

En todos los desiertos es difícil encontrar oasis. Pero el Audrey's de Rafa Soler es caso que mejor lo demuestra. La comarca de La Marina Alta, Calpe, sobre todo su zona de playa, no ha dedicado mucho mimo al turismo de calidad, ni a la cocina de calidad. Y de repente aparece un hotel de lujo como oportunidad perfecta para abrir la puerta a un futuro mejor.

Pedimos el menú degustación de mediodía, Moon River, compuesto por snacks, tres entrantes, dos principales y postre. De acompañamiento, cerveza (lo siento para los que crean que es una salvajada): se agradeció una amplia selección de cervezas artesanas junto a las más comerciales.

El menú es exquisito. Casi en su totalidad estaba compuesto por platos de mar. Ambientado en fondos marinos, con una vajilla preciosa, casi hecha ad hoc para cada emplatado, que ensalzaba más si cabe el esteticismo, el color de los elementos de mar que iban a desfilar por la mesa. A resaltar, un Gazpacho de manzana verde con arenque y albahaca, o el Arroz de berberechos y algas con toque de wasabi.

El postre, un helado de agua de valencia con naranja, quizá fue lo que remató un menú 'sorpresa' perfecto.

Para repetir, para redescubrir nuevas creaciones. Y toda la suerte del mundo a este proyecto de Rafa Soler, que merece llegar mucho más lejos de Ifach y durar mucho tiempo.

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