Restaurante Caray en Madrid
Restaurante Caray
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:
Vino por copas:
Precio desde:
40,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
55 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.8
Comida COMIDA
7.8
Precio medio entorno ENTORNO
6.5
RCP CALIDAD-PRECIO
6.5
Salmorejo
Pulpo tempurizado
Barra
Opiniones de Caray
OPINIONES
4

Primera visita a este restaurante y la sensación ha sido un tanto agridulce.
La comida estuvo bien.
Pedimos croquetas y gambas a la gabardina. La fritura un poco basta, pero estaban ricas. Luego un huevo poché con foie y parmesano que estaba espectacular y de segundos un risotto de boletus y carabinero muy bueno y unos tagliatelle de trufa de peor nivel, pero buenos. De postres un tiramisú correcto y una panacotta realmente estupenda.
Este buen sabor que dejó la comida no lo dejó el resto del resto de la experiencia.
El servicio fue correcto, pero faltó amabilidad. No hubo una sonrisa en las dos horas de comida. No espero (y no me gusta) el peloteo ni la excesiva cercanía por parte del servicio, pero creo que cuando estás vendiendo un producto o servicio al público tienes que ser simpático y no fue el caso. Es una pena, pero, entre la inmensa oferta gastronómica de Madrid, este tipo de detalles son los que hacen que vuelvas o no a un sitio, especialmente cuando te dejas 75 euros por barba.
Carta de vinos muy correcta, pero servicio del vino inexistente. Nos decantamos por un Cair que acompañó bien.
Entorno agradable, clasicote. Un poco oscuro. Creo que gana por la noche.

Cambios en la oferta gastronómica de este restaurante, ahora al frente de sus fogones se encuentra el cocinero Italiano Gianni Pinto, considerado, por los entendidos, como uno de los referentes de la cocina italiana en la capital.

Ya desde su anterior destino, Sinfonía Rossini, había interés por conocer sus propuestas, esas propuestas netamente italianas que tanta fama le habían proporcionado. Aunque aquí la oferta del restaurante está mas centrada en una fusión entre la cocina tradicional española y la italiana, se nota su mano.

La sala sigue tal como ya conocíamos, con sus mármoles, maderas finas, latones, y esa mezcla de colores verde esmeralda, negro y oro que le confieren un aspecto elegante y cosmopolita.

Mesas bien vestidas con separación suficiente entre ellas.

Personal de sala atento y amable.

Carta de vinos variada con precios medio altos. De ese capitulo, nos hemos decantado por un verdejo de vendimia nocturna, un Katherine Sierra del 2015, un vino con cuerpo y sabor agradable.

- Aperitivo: Ajoblanco. Correcto.

- 1/2 Vitello tonnato. Espléndido. Un redondo de ternera cocinado a baja temperatura y loncheado finamente, y debajo de las finas laminas, una salsa a base de huevo cocido, atún, alcaparras y anchoas. Buen producto, con un intenso sabor que pide mas cantidad.

- 1/2 Croquetas al estilo de Francis Paniego. No conozco las croquetas que pretende versionar, por ello no puedo hacer comparaciones, solo puedo decir que estaban muy buenas.

- Huevos poché, foie gras y espuma de parmigiano reggiano de 36 meses. Uno de los platos emblemáticos de este chef. Sabor delicado, un sabor que engancha, y cuando se produce la mezcla de la espuma de queso, el foie y el huevo, se convierte en un sabor delicioso, que pide mas.

- Bonito a la puttanesca. Si el bonito hubiera estado un poquito menos hecho, hubiera sido un plato importante. Salsa adictiva.

- Risotto de carabineros y boletus. Un importante y semicrudo carabinero preside uno de los mejores risottos que he tomado nunca. Un sabor a boletus que inunda la boca, con sus tropezones, con la melosidad de un estupendo arroz. Para repetir y recomendar.

- Panacotta. Típica panacotta que "baila" en el plato, cosa que no se ve todos los dias, solo por ese espectáculo, ademas de por su sabor, ya merece la pena.

- Tiramisu. Bien, pero mas normalita.

Cafés con hielo ponen punto final a esta visita que nos sorprende gratamente. La cocina de este chef nos transmite buenas sensaciones.

Primera visita "seria" a este lugar, para apreciar la bondad de su cocina, esa bondad de la que tantas opiniones existen.

El local es elegante, esta bien puesto, es agradable, esta bien atendido. No es el mejor ni el mas bonito en el que hemos estado, pero me gusta.

Cocina clasica, bien elaborada, propuestas interesantes, pero le falta algo, tal vez sea chispa, atrevimiento. Tambien es verdad que por el tipo de publico que acude a su sala, al menos lo que he visto hoy, salirse de esa linea de cocina, pudiera no ser positivo.

Buena carta de vinos con precios "normales". Hoy nos hemos decantado por un sabroso sauvignon blanc de Nueva Zelanda de nombre Brancott Estate del 2014 que ha funcionado muy bien.

Comenzamos con un suavecito ajoblanco y unos trozos de calamar frito y rebozado.

- Salmorejo cordobes, distribuido en dos raciones, con tres acompañamientos: jamon, huevo duro y cebollino. Muy fino y con un muy buen sabor. Con sinceridad, de los mejores que he tomado recientemente.

- Gambas gabardina invertidas. Plato recomendado por la critica, y que no nos ha convencido, es verdad que el producto es de buena calidad pero no encuentro fundamento de tanta fama.

- Merluza con verduritas y carabinero. Segun me cuentan, solo correcto y eso siendo generosa. Insulsa y sin ninguna gracia.

- Rape con arroz y zamburiñas. Junto con el salmorejo, lo mejor de la cocina. Dos generosos trozos de rape, perfectamente cocinado, con un arroz espectacular de sabor, o al menos, con esos sabores intensos que a mi me gustan.

- Raviolis de pera y mascarpone con natillas de almendra. Buen sabor y textura de las natillas de almendra, en los raviolis, no hemos apreciado ni la pera ni el mascarpone.

- Cafes con hielo y unos petit fours: buñuelos de chocolate, fruta y chocolate blanco, ponen punto final a esta visita.

Como resumen, cocina muy clásica, aunque bien elaborada, raciones generosas, sala amable, atenta

CARAY es un restaurante muy bien montado que han abierto recientemente al principio de la calle Hermosilla, en los bajos del Hotel Meliá Fénix. Decorado en plan elegante y lujoso, en tonos verdes y oscuros, latones dorados, madera y grabados colgados en las paredes. Buen ambiente, día de año nuevo y el restaurante a tope de gente. Clientela pija y madurita como corresponde a la zona.

Nada más entrar te recibe una barra de cócteles, con varias mesas altas alrededor y un cortador de jamón. Al fondo el restaurante propiamente dicho. Caray cuenta al frente de sus fogones con Miguel Ángel Román, el propietario de 'La Montería', toda una garantía.

Ofrecen una carta de cocina de mercado, preparaciones sencillas pero con algún toque creativo: gambas gabardina invertidas, arroces y risottos, tartar de ciervo, etc.

Dos personas. Nos acomodamos en una de las mesas altas con intención de tomar varias raciones. Por cierto, la mesa amplia y las sillas altas comodísimas. De aperitivo de la casa una tacita de un excelente salmorejo con guarnición de huevo duro y jamón ibérico, y un platito del suave y frutal aceite de oliva picual que utilizan para cocinar.

Pedimos, a compartir:

Una ración de croquetas de ortiguillas. Ocho piezas, nada grasientas, con rebozado
fino. Estaban buenas, aunque nos gustan con el interior más líquido. Correctas.

Tempura de pulpo con crema de boniatos. Aquí el pulpo se presenta cortado en tiras como las rabas y tempurizado. Muy bueno.

Callos a la madrileña. Receta clásica, cortados bien menuditos y melosos, con una salsilla con el punto justo de picante de mojar y mojar pan. Extraordinarios, sin duda lo mejor de la comida.

De postre una rica tarta de queso con helado de yogur y mermelada de frutos rojos, muy rica, con un fuerte sabor a queso, ligera y nada empalagosa.

Carta de vinos muy extensa y variada de la que elegimos un tinto Lalama (mencía de la Ribera Sacra), servido excesivamente frío, pero que fue atemperándose a medida que íbamos comiendo. Ligero y fresco, resultó una elección muy acertada.

Pan de hogaza, moreno y blanco, servido a discreción. Buena vajilla y copas. No hay manteles pero las servilletas son de tela de buena calidad. Servicio un poco despistado (debía de ser el primer día de la camarera que nos tocó), suerte que su compañero estuvo al quite, y al final estuvimos muy bien atendidos.

Con un café (acompañado de unas galletitas de sésamo). La cuenta ascendió a unos 80 euros. Buena relación calidad-precio. Nos ha gustado mucho, volveremos a probar más cosas y lo recomendaremos.

  • Salmorejo

    Salmorejo

  • Pulpo tempurizado

    Pulpo tempurizado

  • Barra

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