Tenia una grato recuerdo de este lugar donde estuve hace 30 años con mi familia y pensamos que seria una buena opción para comer teniendo en cuenta que otras web lo ponían bastante bien. Llamamos para reservar afortunadamente ya que cuando llegamos ya tenían todo reservado y vimos que quienes venían sin reserva tenían que marcharse.

La entrada a la Hospederia es preciosa con una gran escalinata y un acceso que da paso a un pequeño jardín encantador. Y ahí acaba todo lo bueno….

El comedor esta en uno de los salones que hay alrededor del claustro que también es muy bonito. Pero al entrar al comedor la cosa cambia ya que es bastante sobrio con las mesas mas que juntas y con aires del siglo pasado. Es atendido por camareras uniformadas de forma correcta pero no muy eficiente ya que la espera entre platos fue de hasta media hora.

La carta es muy variada asi como la de vinos. Nos decidimos por Huno de Los Balancines a 24 €. Lo único bueno de la comida que consistio en:
• Ensalada de perdiz: lechuga de roble con migas de perdiz. Nada mas. Y para acabar de rematarlo aliño de vinagre de Modena ¡¡¡ el plato era una sinfonía de vinagres sin gracia ninguna
• Migas extremeñas. Tardaron media hora en traerlas. Vinieron frias en una cazuela de barro. Apelmazas y con solo un trozo de chorizo, una costilla seca y un trozo de pimiento. Hasta el chorizo era malo. Lo dejamos sin tocar y tuvieron la iniciativa de cobrar media racion diciéndonos que habían constatado que no había sido de nuestro gusto
• Paletilla de cabrito asado. Alucinante. Tras esperar otra media hora ( pensábamos que estaban terminándola en el horno) llego fría y sin nada tostado. Sabia exactamente igual que las que venden cocinadas envasadas al vacio. Estas ultimas si en casa les das un calenton de horno fuerte quedan estupendas. Pues bien, ésta ni eso. Y el precio de asalto a mano armada : 25 € ¡¡¡¡

Pedimos la cuenta y os fuimos. Y fueron 80 € la broma…
Para no volver y avisar a quien vaya por la zona….