Fuimos hace años, cuando mis hijas eran pequeñitas, pasamos casualmente por la zona… se nos activó una arteria principal del cuerpo humano (añado un dato técnico sin mayor relevancia para quien tenga curiosidad o quiera profundizar en el tema, que no es sino el nombre de la misma: arteria nostálgica) y nos empujó con una fuerza hiperbólica a entrar.
El entorno es muy chulo, pues el restaurante está enclavado en pleno parque de San Vicente, a las afueras de Lliria. Me llama porque “tiene agua”, vegetación, humedad, zonas de umbría… No me llama porque si te sales de las zonas de agua y umbría te mueres de una insolación y porque hay muchas gentes y está algo urbanizado (mesas, barbacoas, columpios, vallas…). Pero merece la pena la visita, sin duda.
Se trata de un gran complejo que tiene cafetería-comedor menús, comedor carta y salas BBC.
Para llegar al de carta hay que pasar por la cafetería-comedor menús, y para pasar a las salas de BBC, por los dos anteriores.
El de carta está mucho más vestido y es muy luminoso pero… también había menú, creo que un poco más caro.
Pasamos a este último, no se estaba mal. Mesas amplias y como decía bien vestidas, grandes ventanales… Pasaba y pasaba y pasaba gente por el otro extremo de la sala a alguna BBC.
Menú, con varias opciones para cada plato, el mío quedó así:
• Ensalada mixta.
• Cabeza de lomo relleno en salsa.
• Copa helada de vainilla y caramelo.
Tomé un cava valenciano que no recuerdo, sí que recuerdo que era uno low.
El tipo de platos, su nombre, su contenido, los camareros, el entorno… todo, absolutamente todo, todo me recordó el hilarante hilo de Dani “Menú para una comida demodé”.
Ramplón gastronómicamente hablando.
Sin nada más que destacar.