Restaurante Cal Dioni en Roda De Bara (Tarragona)
Restaurante Cal Dioni
País:
España
Provincia:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
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Comida COMIDA
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Precio medio entorno ENTORNO
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RCP CALIDAD-PRECIO
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Opiniones de Cal Dioni
OPINIONES
1

Habíamos estado en vísperas en El Celler de Can Roca, así que imagínense ustedes que no estaba el horno gastroduodenal para bollos… Pero oigan, había que comer, así que a la vuelta, con el consejo y la compañía de nuestros amigos Bienve y Mari (perdón, “el” Bienve y “la” Mari, osti tú, que son muy catalanes ellos) paramos a respostar en Roda de Bará, en el restaurante Cal Dioni del que ambos nos habían hablado maravillas.

Se encuentra ubicado en el casco urbano de la citada localidad pero a las afueras, con fácil acceso y aparcamiento.

Nada te llevaría a entrar si no lo conoces o no te llevan.

Pero, ay amigo, nada más traspasar la puerta te ves golpeado por una bofetada de “hogar”, otra de calidez, otra de rusticidad… “¡Me gusta este sitio, Bienve, me gusta!”. No tiene nada especial, pero hay algo que me hace sentirme a gustito.

A la entrada dos barriles a modo de mesas y separador, un anciano muy anciano comiendo solo, muy solo, y que sin embargo parecía acompañado… Familiaridad.

Mobiliario de madera oscura, suelo de gres, paredes hasta casi media altura con falsa piedra y el resto de un crema anaranjado salpicado por grandes fotografías artísticas de los platos de su carta… Austeridad, sencillez, pueblo ("huele a pueblo" como dice mi amigo Oti) pero mimo y calor. “¡Aquí se tiene que comer bien, Mari!”

Dos protagonistas absolutos: Dioni en los fogones y Anabel en sala.

Enseguida nos atiende cariñosamente Anabel, que muestra su afecto y confianza a mis amigos, y a nosotros las ganas de agradar.

Menú del día: por 17'90€ iva incluido puedes elegir un plato entre 6 primeros, otro entre 8 segundos y un postre.

Como todo tenía tan buena pinta y no había manera de decidirse por uno en concreto, mi mujer y yo optamos por pedir distinto y compartir. Ya sabemos que compartiresvivir… Tanto es así que pedimos un tercer segundo para los seis porque es que no podíamos renunciar a probar...

Dioni aparece entonces en escena en una fugaz escapada de la cocina, mostrando los mismos sentimientos y bonhomía que Anabel (hablábamos antes de cariño y ganas de agradar), y nos saca algo para tenernos entretenidos… Y así quedó la cosa:

-----Aperitivos:
Boquerones de Vilanova y aceituna de Aragón
Patatas fritas con huevo poche y parmesano
-----Entrantes:
Hojaldre de escalibada al horno de leña.
Canelón de ternera Cal Dioni con bechamel de trufa.
-----Principales:
Careta a la brasa torradita y con escamas de sal.
Entraña uruguaya a la brasa.
Paletilla de cordero al horno de leña con mongetes de Santa Pau.
-----Postres:
Flan de queso.
Flan de chocolate blanco.

Chico, no sé por dónde comenzar: es que todo estaba bueno. Todo. Muy bueno. Sin alardes ni alharacas, pero con sabor, profundidad, pasión, mimo, “manos”.

Esas patatas fritas en rodajas, caseras, ya anunciaban lo que se nos venía encima. Ese canelón con el que con cada bocado parecía que te comías un trozo de Cataluña lo confirmaba, esas mongetes de Santa Pau que en principio no eran sino una guarnición del cordero pero que a la postre se convirtieron en la estrella de la jornada lo consolidaban, y ese flan de queso (¿hay algún postre mejor en el mundo que un flan de queso bien hecho?) lo refrendaba. Pero qué bien, oiga.

Dioni y Anabel, Anabel y Dioni, cada vez que pasaron por la mesa exhibieron una humildad tremenda que aún da más valor a la realidad que no es otra que la siguiente: que son unos cracks. Y que tienen una ilusión expansiva.

Anabel impregna la sala, la contagia con de su cariño y buen rollo y ejecuta su trabajo con oficio. Y Dioni… Dioni es que cocina muy bien. Maneja las brasas (¡qué punto esa careta!), la Josper (“su” Josper”) como los ángeles. Y todo lo demás. De un menú de diario hace algo especial, sin fuegos artificiales, respetando la tradición (es familia de hosteleros) pero aplicando técnica, que no se ve pero se saborea. Cada bocado de cualquier plato es sencillo pero sabroso, en todos se percibe “chup-chup”, carencia de prisas, interés.

Como muestra de ello, la comentadas mongetes de Santa Pau. Las había sofrito y arreglado previamente y colocado después bajo el cordero, al que fueron robando parsimoniosamente los jugos que éste iba soltando... y los iban metabolizando hasta convertirse en un manjar exquisito, puro umami. ¿Conocen ustedes esos ternascos aragoneses hechos al horno con patatas panadera? Si, aquellos que al día siguiente abrías el horno, apartabas las piezas sobrantes del cordero y rebuscabas las patatas “acorderadas” que te comías con singular gozo y mirando a la puerta de reojo para que no te viera nadie… Pues esto es algo similar, pero a la catalana. En lugar de patatas, mongetes (pero el cordero era aragonés, jeje, si es que… ¿se nota que soy maño?).

La carta de vinos es cortita y discreta. Tomamos un cava, cómo no, un buen Recaredo Brut Nature 2007, servido en copas de flauta deficientes, aquí tienen que mejorar. Yo la cambié por una copa tipo burdeos, algo más cerradita, que le fue al pelo.

Esta pareja y su obra se merecen a mi juicio mejor entorno. Una masía catalana le iría pintiparada. Ellos lo saben. Seguro que un día lo consiguen, lo tienen todo para lograrlo.

Mucha suerte en vuestros nuevos proyectos!

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