Hay manos, hay manos en cocina.

La calle Boix está que arde! Algo se mueve en C/Boix!

Tras visitar Macel•lum nos “tocaba” Boix Quatre. En poco más de un par de meses estos dos restaurantes han puesto en el mapa esa pequeña callecita del Barrio de la Seu del casco viejo valenciano, la calle Boix. Y subrayada en fosforito por todos los foodies de la city.

Boix Quatre está en el número… espere, déjenme pensar… jo, es que soy churro y no hablo valenciano… pero ahora que pienso… lo entiendo casi todo… ¡Ah sí! ¡en el 4! En el número 4, en los bajos del hotel Ad Hoc.

El local, de dimensiones reducidas y techos altos, tiene todas las paredes de ladrillo artesano, de arriba abajo, únicamente distraídas por dos cuadros anodinos, las ventanas y dos puertas (¡cierra, que se escapa el gato!).

Suelo de preciosa baldosa hidráulica que parece original de la finca, antigua finca. La iluminación es cenital y amarillenta.

Todo esto, unido a la blanca desnudez de las mesas, conforman una atmósfera un tanto desangelada. Siente uno algo de desazón al sentarse en la mesa, amplia mesa, vestida únicamente con un mantel blanco y una servilleta blanca. Un tanto inquietante cuando pasan 10 minutos y sigues con la mesa desnuda. Curioso sistema: ni cubiertos, ni platos, ni vasos, ni centros… Nada. Un mantel y dos servilletas. Blancos ambos.

Al rato nos sacaron unos blanquitos, que trajeron ya servidos, depositando las copas sobre la mesa… que continuaba desvestida. Ni un platito de cacahuetes o aceitunas… 15 minutos sólo con los blanquitos (manzanilla en mi caso). Ya entonces nos entregan en mano un cucurucho… que es la carta. Muy cuco, muy chulo aunque lo cierto es que nos llevamos un chasco porque esperábamos, ilusos, que contuviera algún aperitivo… Pero no, únicamente contenía letras. Eso sí, puestas con gracia.

La carta es muy muy sencilla: cuatro aperitivos, ocho platos, tres postres y dos menús a base de lo anterior casi por entero, uno con un plato y medio más. Con su asesoramiento, nos decantamos por el Menú Boixis, que consta de un aperitivo, cuatro platillos y postre, por 26€. Posteriormente añadimos una tabla de quesos, fuera de menú, a modo de prepostre. Y así quedó la cosa y así se lo vamos a contar:

Crema de cacahuetes con tartar de langostino y calamar
Coca de salazones
Conejo en escabeche de rusiñol y puerros
Sepia limpia sobre sepia bruta
Dorada con pisto
Tabla de quesos
Torrija de turrón con helado de almendra

Pues toda esa inquietud que comentaba se disipó con el primer plato que nos llegó a la mesa, ese aperitivo en forma de crema de cacahuetes. ”Oye, aquí cocinan bien” nos dijimos. Es que se vio de lejos. El que ha preparado ese plato tiene duende. Qué cosa más rica, con la vaporosa crema envolviendo el tartar, algún detalle de uva e higo flotando y con un par de crujientes cacahuetes sumergidos… ¡Me hubiera comido un pozal!

Y lentamente, demasiado lentamente, se fueron sucediendo platos, todos con su puntillo. Destaco la coca de salazones, con tiras de maruca y mojama cubriendo una nube de burrata, divina, y la sepia limpia sobre sepia bruta por la genialidad del concepto, un oscuro guiso de sepia recubierto por una blanca capa de láminas de sepia plancha, aunque quizás le faltaba algo de mambo abajo.

Buena tabla de quesos: Servilleta-Mozzarella-Búfala ahumada-Gorgonzola-Comte-Stilton.

Carta de vinos curiosa, se lee de final a principio, cortita, con interesantes referencias bien de precio. Abrimos con una manzanilla Lustau, el grueso de la cena lo pasamos con un champagne que nunca falla de estupenda RCP llamado Veuve Doussot Brut Tradition y los quesos con un ribera de juventud mal aprovechada, López Cristóbal Roble. Tratados sin mimos especiales aunque servidos en unas buenas Schott Zwiesel. Me gustó el detalle de la champanera que contenía el hielo en estado casi de frappé, muy picadito, lo que otorgaba buena maniobrabilidad.

El servicio, tal como vengo anunciando, fue realmente lento, pero no porque lo fueran en sala, sino por el proceso en conjunto, supongo que el problema estuvo en cocina. La jefa de sala una joven encantadora y el camarero, un belga muy majo. Buena gente. Como los cocineros, que tuvimos la ocasión de conocer a la salida.

En definitiva, un proyecto que promete mucho, pero mucho, pero que todavía no está redondeado. Tienen todo para romper: correcto emplazamiento, muy buena cocina, buen equipo en sala… Les falta ajustar tiempos y protocolos, invertir un poquito en decoración… ¡y poco más! Poco más que es mucho más. Quizás les estemos exigiendo demasiado, pero es que con lo que apuntan...

Conforme vayan “haciendo caja”, esa precariedad de medios tan propia de estos ilusionantes proyectos seguro se verá mitigada y… ¡a triunfar! Que ya lo están haciendo, pues se habla de ellos bien por todos los mentideros de la ciudad, y como muestra un botón: estaba lleno.

  1. #41

    Fer B.

    Me alegra saber que, en líneas generales, resultó de tu agrado.

    Irán a más. Esta claro.

    Un abrazo!

  2. #42

    G-M.

    en respuesta a Fer B.
    Ver mensaje de Fer B.

    No lo dudo, apuesto por ellos!

    Abrazotes

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