Restaurante Brindi Negro en Las Negras
Restaurante Brindi Negro
País:
España
Provincia:
Localidad:

Añadir tipo de cocina

Añadir vino por copa

Precio desde:
15,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
15 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
3.8
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
3.0
Comida COMIDA
3.0
Precio medio entorno ENTORNO
4.0
RCP CALIDAD-PRECIO
5.0
Opiniones de Brindi Negro
OPINIONES
1

Situado en la trasera de una urbanización, han puesto en marcha este curioso garito decorado con cierta originalidad... Al cuál tuvimos la desgracia de decidir ir a comer... A intentar comer.
A nuestra llegada; el dueño que oficiaba tras la barra en la que moría de éxito -pese a la evidente estupidez con la que trata a todo el mundo- nos dijo con negras y muy malas maneras que nos buscáramos la vida para sentarnos en cualquier mesa.
Como el negro tugurio no tiene a bien (en pleno mes de agosto) poner en marcha los ventiladores que adornan el techo (no hay AC) tuvimos que acoquinarnos en las mesas de plástico barato que han colocado en la calle y que se torran al sol porque su única posibilidad de sombra (en pleno desierto de Almería) ha sido encomendada a la de la pared del edificio.
Allí salió a "atendernos" una especie de camarera cincuentona de grasientos pelos en raftas con camiseta negra, negros modales, manos negras y uñas aún más negras a la que fue imposible arrancar una sonrisa. Nos dijo con desgana que ya era muy tarde (las 15,00) y nos recitó quejumbrosa sus escuetas existencias de comida, mientras miraba ansiosa de reojo el porro que había abandonado humeante en el quicio de la ventana para venir a tomarnos nota.
Negra fue también la comida: unos escasos boquerones fritos mediocres que compartían bandeja con unas muchas patatas fritas puestas allí con el único propósito de dar más sensación de volumen, unas pocas rodajas pequeñas de un pescado negruzco que teóricamente era bonito y que también compartían bandeja con otras rodajas de berenjena y alguna otra verdura inidentificable (y como con hollín aceitoso). Mi vino (lo único blanco de la comida) tardó nada en calentarse al soletón que nos achicharraba.
La camarera vino después con los ojos entornados por el humo del porrito que sujetaba en los labios y que dejaba caer negra ceniza sobre la bandeja. A tomarse nota del postre. Nos propuso (y nos sirvió) como tal una cosa que denomina ella "coñitos" o algo así, consistente en un líquido parduzco semejante a un pedro jiménez aguado, rancio y picado que sabía a aceite quemado y en cuyo interior habían introducido boca abajo un minicucurucho de chocolate de esos que venden al peso en mercadona. Todo ello servido con la elegancia y donosura que caracterizó el resto del banquete.
Sin duda, volveré a comer allí muchas otras veces, cada vez que venga a visitar la costa almeriense. O aunque tenga que desviarme un poco de mi camino; no importa: volveré.
Y vosotros también debéis hacerlo. Tal vez tengáis la suerte que tuvimos nosotros y no os pongáis enfermos.

Visitado el agosto de 2014

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar