En algunas de mis valoraciones sobre restaurantes de esta ciudad que he redactado y publicado en Verema durante estos últimos años, siempre he intentado transmitir al posible lector, especialmente a aquel que no ha tenido la suerte de visitarla, el ambiente eminentemente hostelero que se respira en Denia. Aquí se abren y se cierran restaurantes casi semanalmente, se traspasan negocios, los cocineros vienen y van de un local a otro, hay grandes empresarios del sector, negocios familiares, gente que gana mucho dinero, otros que se arruinan y, por tener, tenemos hasta un restaurante triestrellado: todo un lujo. La gente tiene la sana costumbre de salir a cenar fuera y nos gusta acudir, cuasi en tropel, a visitar aquello que se abre nuevo. Hay un sector, pero, que es igual de rápido en acudir a la apertura como en dar la espalda e irse al otro nuevo: cuestión de “postureo”.
En este contexto, acudimos a visitar este local que, según nos comentan, hace tres meses que abrió. El frenesí estival, debe ser eso, ha impedido que nos enterásemos antes, cosa que aún “tiene más delito” tratándose de un restaurante con inspiración japonesas y siendo como somos unos grandes “cazadores de sushi”. Enterados, pues, no tardamos ni 24 horas en acudir. Local franquicia con bastante implantación en Italia que ahora desembarca en España y lo hace precisamente en Denia: una prueba más de todo cuanto he manifestado en el primer párrafo.
El restaurante se sitúa fuera de los centros neurálgicos de la noche dianense: la calle Loreto y la zona del puerto. Es un barrio relativamente nuevo residencial aunque poblado también de bajos comerciales. Se agradece la facilidad que se tiene para aparcar por la zona, cosa mucho más complicada si vas a las zonas anteriormente citadas. El local se ha diseñado con gusto y se nota que no se ha escatimado en inversión: grandes ventanales que dan a la calle (el edificio medio achaflanado permite que prácticamente todo él tenga ventanas), líneas modernas en paredes y mobiliario y un guiño a la rusticidad con el artesonado de madera que le otorga calidez a la estancia. Mención especial para los servicios: muy bonitos. Corte evidentemente urbanita en el interiorismo, pues, y también en el servicio tanto en el vestir como en el trato. Rompiendo con ese estilo urbano, sorprende gratamente la amplia separación entre mesas cosa que permite la amplia superficie del salón. Detalle que agradecemos dado que éste presenta un lleno total con mesas de diferente índole: grupos, parejas, familias… Local no suficientemente acondicionado, eso sí: pasamos un pelín de calor. Ausencia de mantel que se suple con un bonito salvamanteles (rígido, no de papel). Cubertería, vajilla y copas correctas.
La carta presenta bastantes propuestas agrupadas en varios apartados: makis, temakis, frutomakis, uromakis, combinados, rollos especiales, sopas, ensaladas… a parte de lo relatado en ella, la chica que amablemente nos atiende nos “canta” cuatro o cinco propuestas más fuera de carta que suenan como platos un pelín más elaborados que se supone que pasarán a formar parte de ella según la aceptación entre los clientes. No venimos con ganas de calentarnos la cabeza y optamos por unas edamame para empezar (buena calidad y óptima preparación), un combinado de 25 piezas (30,00 €) y un rollo Hiroshi. En general debo resaltar la calidad de todo el sushi fundamentada en los dos pilares básicos: pescado fresco y con buen corte y punto óptimo del arroz, como debe ser. Más en particular, sólo cabe añadir que el combinado era un buen muestrario de aquello que podemos calificar como un sushi estandarizado (makis, niguiris, sashimi, uromakis…) cumpliendo notablemente pero sin entusiasmar y el Hiroshi (18,00 € - 8 piezas) más elaborado con salmón en el interior y sashimi de atún como cobertura. En futuras visitas, que seguro las habrá, no pediremos esa tabla combinada y nos decantaremos por pedir los rollos más especiales.
Todo cuanto se ha dicho hasta ahora es positivo e incita a visitar el local. Un pero que hay que apuntar, no obstante, y el más repetido en los restaurantes de cocina japonesa, es la falta del acompañamiento más amplio que esta comida requiere en cuanto a vinos. Carta escueta, no. Lo siguiente. Las referencias no sé si llegaban a diez y, si además te avisan que un par de ellas no las tienen… Malo. Era común en los chinos de barrio y en los wok regentados por orientales olvidarse por completo del apartado del vino. Pero sorprende que estos locales regentados por gente “occidental” con una gama de precios media que atrae la afluencia de clientes con ciertas inquietudes gastronómicas se descuide un aspecto como éste: ¿2 cavas, 5 blancos, 3 tintos? Me parece a todas luces insuficiente para redondear una comida/cena en la que la parte sólida alcanza un buen nivel. Pedimos A2 Verdil que, no me duele reconocerlo, no estaba malo para nada. Además de todo lo relatado, se pidieron 2 chupitos de Sake y dos cafés para rematar.
En definitiva, un entorno correcto, un servicio amable, un sushi de nivel pero sin enamorar (que nadie se cree falsas esperanzas) y una carta de vinos a mejorar. De ello se puede deducir fácilmente que el restaurante cuenta con nuestra aprobación y que no tardaremos en volver. Ofrecen también la opción Take Away y servicio a domicilio.