Restaurante Hattori Hanzo en Madrid
Restaurante Hattori Hanzo
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
12,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
24 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
5.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.0
Comida COMIDA
6.3
Precio medio entorno ENTORNO
6.3
RCP CALIDAD-PRECIO
6.3
Opiniones de Hattori Hanzo
OPINIONES
3

Uno de los lugares que tenía pendiente desde hace bastante. La vida y esas cosas, que tienen sus ritmos.

Razonable. Set ball. Match ball.

Llego a primera hora, como intento hacer siempre. Restaurante vacío (y así estuvo durante el tiempo que estuve). Servicio amable. Una cosilla sin importancia... es la primera vez que la persona que me recibe y atiende se presenta y me da la mano. Cosas que (me) pasan.

Carta asequible y suficiente. Es decir, es una hoja bien grande sobre un soporte y los platos separados en cuuatro grupos. En un conjunto de folios aparte están las bebidas. Distintos tipos de sake, cervezas japonesas y vino. Entre unas cosas y otras algo se puede beber. Bien.

Los nombres de los platos son algo evocadores, pero en fin, yo lo pongo en formato sencillo y simple. Comencé con media ración de caballa ahumada. Bien. La ¿salsa? que la escoltaba de manera profusa a ambos lados no termino de ver qué hacía ahí, pero la caballa bien. Sigo con media de tataki de atún. Vale. Solvente. No es el mejor tataki que he comido, pero vale. No sé si la hoja de rúcola por cada pedazo como acompañamiento es realmente necesario, pero vale. Por último unas gyozas, que indican que son caseras, rellenas de carne de cerdo (una suerte de albondiga pequeña). Bien. Quizá es sólo una impresión mía, pero me parecía ver cierta tendencia al "platocuadradismo".

Para beber una copa de Viña Zorzal, a 3,3 EUR y agua.

No sé, me quedo con una sensación rara. Es un lugar razonable. Que no es poco, pero sólo eso. Quizá un lugar que quiere ser más o pretende ser más de lo que realmente es y en ese camino se pierde; y no llega.

Deseada visita a la Taberna Japonesa HATTORI HANZO, local de moda desde hace ya unas cuantas temporadas.

Noche caótica en Madrid, caos que se traslada al interior del local a pesar del numeroso grupo de multirraciales colaboradores que atienden las mesas. Nos desentendemos de lo que pasa a nuestro alrededor para disfrutar de la compañía y la comida.

Obligatorio: “HAKATA BLACK RAMEN” intenso caldo Tonkotsu típico de la región Hakata (Fukuota), con tallarines alcalinos, huevo ajitsuke 65º, salsa de ajos caramelizados con pastel de pescado japonés. Con este plato ya merece la pena la visita, y por si sólo para comer una persona (16€).

“NIRA GYOZA”, buenos. Dumplings caseros de cerdo nira con salsa de sésamo picante.

Ante la duda de que BAO pedir, pedimos dos “KAKUNI BAO” (bollo bao al vapor con panceta marinada a baja temperatura, pepino y salsa estilo Hakata), y “EBI BAO” (bao con langostino tigre crujiente, hoja de roble y salsa picante). Los dos sorprendieron gratamente.

No recuerdo el postre, pero seguro que estuvo bueno… Carta de vinos correcta, servido a su manera, nos decantamos por L´EFECTE VOLADOR (DO Montsant), una garnacha que cumplió perfectamente.

Un restaurante gamberro en donde pasarlo bien, disfrutar de Madrid y de comida nada habitual. Cumple con lo que persigue.

Cena en HATTORI HANZO, la taberna japonesa recientemente abierta en la calle Mesonero Romanos, pegadita a Gran Vía. Resulta que los japoneses no comen pescado crudo todos los días (al igual que los españoles no estamos siempre comiendo paella), sino que también tienen sus tapitas y raciones. Las "izakaya" son las tabernas populares donde se sirve este tipo de comida, menos conocida que el sushi. Esta es un local de tamaño medio, con una barra con banquetas a la entrada y al fondo un comedor con un tatami elevado en el que se sitúan las mesas, y en el tienes que introducir las piernas para sentarte. Un poco incómodo, pero muy original. Decoración y ambiente muy logrado que hace que te transportes al país del Sol naciente. Dos adultos y una peque, pedimos todo a compartir:

- Gyozas de carne y verdura, ligeramente marcadas en plancha, muy sabrosas.

- Cerdo empanado, parecido al filete ruso, con un rebozado nada pesado.

- Surimi tempurizado, buen sabor y buena textura, recuerda vagamente a nuestros calamares a la romana.

- Onomiyaki, tortilla de col con panceta y salsas. Teníamos muchas ganas de probar este plato del que todo el mundo habla y la verdad es que no está nada mal.

- Una ración de arroz blanco perfumado con un poquito de curri, que fue un buen acompañamiento para el resto de platos.

- Dos brochetas a la parrilla de carbón tipo yakitori, una de pollo marinado y otra de salmón, ambas con un delicioso aroma a carbón. Muy ricas.

Todo esto con una botella de agua y una cerveza de barril Asahi, salió por 33 euros, una relación calidad-precio muy correcta pues la comida es rica y está muy bien elaborada.

Sin embargo, tardaremos en volver, pues hubo algunos detalles del servicio que no nos gustaron nada:

- Llegamos a las nueve sin reserva y nos sentamos con la condición de que teníamos que levantarnos a las diez porque, según ellos, estaban todas las mesas reservadas (y así lo hicimos porque somos muy cumplidores). Hasta aquí todo comprensible. Sin embargo, detrás nuestro llegó una mesa de cuatro, también sin reserva y la sentaron a nuestro lado sin ponerles ninguna pega. ¿A qué se debe esta diferencia de trato? ¿Quizá porque éramos sólo dos adultos y una niña pequeña y previsiblemente íbamos a consumir menos...?

- Pese a tener una carta no muy extensa, un sábado empezando el servicio de cenas, no disponían de la mitad de los platos, y hubo otros que no nos los podían servir "porque los tenían guardados para otra mesa que estaba reservada". Estas excusas denotan muy poca vista por parte del camarero: es mejor que digas que no tienes ese plato y quedas mejor.

- Nos dijeron que no quedaba vino blanco y pedimos cerveza. Sin embargo vimos como lo servían sin problema en otras mesas, lo que nos mosqueó bastante y así se lo dijimos al camarero. Incomprensible, a lo mejor se pensaban que si pedíamos vino íbamos a tardar más en comer... no lo entiendo.

- Por cierto, que después de la primera cerveza, pedimos otra, que tardó bastante y llegó a la mesa cuando ya habíamos terminado de comer, por lo que fue devuelta a chiqueros. No obstante la cargaron religiosamente en la cuenta y hubo que reclamar que la quitaran.

- Por último, tienen un problema con la extracción de aire que tienen que solucionar cuanto antes. A medida que se va llenando el local, va subiendo el nivel de humo y acabas saliendo impregnado en olor a fritanga.

Pues nada, serán fallos de "rodaje". La verdad es que la comida está muy buena, pero tienen que mejorar bastantes cosas si quieren que la gente repita.

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