Vareta es un clásico en Dénia que no había tenido la ocasión de visitar todavía. Desde hace casi cuatro décadas ofrece a los vecinos sus servicios como "bar de barrio" pero destaca en la ciudad como uno de los mejores lugares para disfrutar de la frescura máxima de sus pescados y mariscos.

El local presenta un primer espacio de proporciones considerables en el que conviven la larga barra y las mesas para unos cuarenta comensales. Hay otro salón comedor más nuevo un poco más adentro que no vimos pero se dedica más a celebraciones familiares o de amigos. El estilo es sencillo y nada presuntuoso, como de bar, pero un bar limpio y ordenado en el que uno se siente "seguro". Ligeras pinceladas marineras en la decoración como los manteles azules o el revestimiento cerámico de alguna de sus paredes.

Carta con muchas propuestas de tapas, platos de pescado y mariscos. También hay arroces y platos más "de tierra". Quedan representadas en ella prácticamente todas las especies marinas "de mercado" de la península. Precios estandarizados para todo el año sin oscilaciones según mercado. Tomamos:

- Pan con tomate
- Tellinas
- Clòtxines
- Sepionets a la planxa
- Cañadillas
- Huevas de merluza guisadas

Por una vez, y sin que sirva de precedente, no hay descripción pormenorizada de cada uno de los platos. Se puede extraer una línea común en todos ellos que vendría trazada por la selección del producto, la frescura del mismo, el trato mínimo llevado hasta el extremo (sin aliños ni "picaeta") y la cocción perfecta en todos los platos. Solo se permite la licencia de acompañar esas huevas con una rica salsa de tomate. Cenamos bien.

La carta de vinos reúne bastantes referencias y, lo que merece admiración, de distinta gama de precios. Tomamos una botella de Gramona Imperial (28,00 €). Tienen, por ejemplo, toda la gama de esta bodega: el III Lustros, el Argent... Servicio en copa de vino y con cubitera en la mesa.

Mención especial para el dueño del local y el servicio en general, por su profesionalidad, sus ganas de hacerlo bien y su trato cercano pero no intrusivo. Despierta esa imagen de alguien al que le gusta su profesión, que aguanta con entereza los malos tiempos que estamos pasando y que cuida su negocio como aquello más importante, como su propia vida. Bravo

Un bar en la avenida con barra y mesas con mantel de papel en la entrada y un comedor al fondo con otras mesas ya vestidas con mantel y copas aceptables, hacen un conjunto que si no conoces, no eliges para comer. Nosotros, algunos miembros de los Perjudicados por el Noma, acudimos a la llamada del allí residente vacacionero. Si hay que ir, se va a comer, aunque sea más que tarde.

Una buena mesa redonda para los cinco, una carta muy sugerentes de productos del mar principalmente y más sabiendo de su visita diaria a la lonja local; una carta de vinos más que correcta con hasta 6 cavas para elegir sobrepasa las expectativas aparentes y más cuando al elegir un cava nos preguntan si en copa ancha o flauta. Mientras decidimos el menú nos traen unas cervezas de presión, una sin (gracias conductor) y un poquito de patata con al i oli, que no hace más que despertar al león.

Ni entradas ni salidas, todo al centro y a compartir, o mejor, repartir porque hay quien come velocidad de Usain Bolt pero llega a ser maratoniano.

. tellinas: pequeñitas, sin arena, cocción ligera y a comer como pipas.
. calamar: bueno, buen punto de plancha, algo de aceite y perejil. No necesita más.
. sepionet pequeño hechos con su punto de tinta y AOVE. Buen producto y buen sabor.
. clochinas: se nota el momento, tamaño casi mejillón pero con una carne blanca y poco hervidas pero nada crudas, fondo ligero
. pan con tomate y una anchoa tamaño XXL con cada loncha de pan
. bandeja de fritura de pescaditos: palayas, pescadillas y salmonetes, de tamaño medio alto que se deshacían en la boca, poco rebozados y sin nada de aceite.
. bandeja de verdura plancha con calabacín y berenjena pelada (me gustó mucho) sin la habitual situación de verdura variada (unas quemadas y otras crudas).
. canaillas: sabor a mar, pero a mar fresco (a veces estos caracoles andan un poco con sabor a mar empantanado) haciendo hueco en el centro de una
. bandeja de gambas de Denia (creo que 4 c/u). Tamaño alto (no XXL pero casi) pero sobre todo en el punto de hervor que no queda nada crudo pero está con una jugosidad máxima. Unas gambas que tiene más consistencia y cuerpo que un vino de Toro. Las cabezas no bastaba con chupar, había que morder.

Todo ello necesito que le empujaran dos botellas de Gramona Imperial Gran Reserva 2007.

Para postre tras muchas opciones planteadas, nosotros decidimos probar la especialidad de la casa: de tarta de calabaza (merece la pena); y un poco de fruta fresca (melón), ante lo que el dueño se arranca (atención Aloof) con una botella de Casta Diva que casi acabamos.

Unos cafés variados, como buenos españoles, nos despiertan a la cruda realidad que hay que volver a Valencia. Todos menos uno que se fue a dormir la siesta, contento porque había triunfado en la recomendación.
Gracias por la invitación.

Como resumen: un sitio de muy buen producto con precios en carta buenos, con más que aceptable carta de vinos y con una cocina que sabe encontrar (y no estropear) el mejor punto de fuego para ese material sacado de la lonja de Denia.