Por una vez no voy a puntuar ninguno de los apartados porque se trata de un local ciertamente inclasificable. Se mantiene al margen de la restauración típica. No es un restaurante, ni bar, ni cafetería, ni taberna; si acaso una tasca donde no hay cocina, ni refrescos, ni agua embotellada, ni cerveza. Son muchas las veces que hemos ido y nunca me he animado a contarlo en verema; ya va siendo hora de rendirle un pequeño homenaje a tan curioso lugar. Merece la pena la experiencia.
Se trata de un local histórico con tanto encanto como polvo. El bullicio está garantizado. Algunos dicen que rancio lugar; qué poco me gusta tanto desprecio !!!. Muchas anécdotas se pueden contar sobre él, como que no se admiten fotos o propinas, a pesar de que siempre te pondrán unas aceitunas como atención de la casa. Pequeño y oscuro (casi lúgubre) con paredes destartaladas, sin ninguna reforma desde su apertura en 1922, donde los camareros parecen no querer sonreír y que apuntan las consumiciones sobre la barra con tiza. Unas mesitas frente a la barra y otras al fondo del local tras subir un par de escalones.
Pero aquí se viene a respirar un trocito de historia tomándose un vino fino de Jerez, una Manzanilla, un oloroso o un palo cortado procedentes de unas barricas tras la barra. Para acompañar a tan nobles vinos, unas chacinas de buen nivel (chorizo, lomo o salchichón) o algún salazón en su punto de curación (mojama o huevas), presentadas en forma de raciones, medias raciones o tapas. Los precios muy comedidos.
Cuando vamos mi mujer y yo, solemos tomar cuatro copitas de palo cortado, acompañando a media de mojama y media de huevas en salazón. Sale el disfrute a unos 24€, si la memoria no me falla.
No dejen de ir porque pocos sitios hay como este, al menos en Madrid.
Tiempo sin entrar por restaurantes y te encuentro hablando de La Venencia, qué recuerdos... La Ilustre competencia del negocio de mi familia en el nº 13 de Echegaray (donde también nací). Bueno, dejando mis batallitas, lo describes perfectamente, solera y autenticidad con mayúsculas. Siempre que vuelvo por el centro, intento tomarme mi manzanilla y mis anchoitas allí.
Como he comentado otras veces, estos locales deberían estar subvencionados porque son historia viva de cada ciudad.
Abrazotes.
La Dolores es otra institución en la zona y diría que en la ciudad, Kopicki. Buena elección.
Pues no es ninguna tontería lo que dices en tú última frase; completamente de acuerdo.
Saludos
Siempre he defendido esa teoría. Curiosamente cuando invierten dinero en estos locales también lo hacen mal. El Bar - Tablao Los Grabieles, famoso por sus maravillosos revestimientos de azulejos, fue rehabilitado por Patrimonio, gastándose un dineral, y desde hace tiempo está cerrado y (creo que) abandonado. Una pena.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.