En nuestra visita a Barcelona, fue el tercer y ultimo restaurante, propiamente dicho, al que fuimos. La verdad, tenia quizás, demasiadas expectativas puestas. El hecho de ser el tercero y con lo bien que lo hicieron Caelis y Hisop, no lo tenia fácil.
El restaurante se encuentra situado en el barrio gótico, en una estrecha calle cerca de la plaza de Sant Jaume, en el hotel Mercer. El restaurante lo lleva Jean Luc Figueras, al igual que el gastrobar que esta al lado, Le Bouchon.
El menú que ofrecen, de 39 euros iva incluido, incluye, en principio, 2 copas de vino, agua, y café. Al sentarnos a la mesa, nos comentaron que no era así, que la información ofrecida en internet no estaba actualizada, aunque dos semanas antes de ir a Barcelona, cambiaron el formato de la pagina web (!!!)
El maitre, un chico muy joven, como el resto del personal, nos dijo que aparte de la carta de vinos nos ofrecía 90 referencias mas: no se si iba decírnoslos uno a uno, o que; la carta venia heredada de un equipo anterior. El precio de los vinos, vaya tela ,muy cargados.
Y vamos con el menú...
Empezamos con tres petit fours, una galleta con crema de queso, un pequeño cornete con crema de salmón y un dátil envuelto en bacón: me parecieron simples y sin gracia ninguna en la presentación.
El primer plato, fue un ajo blanco con mucho sabor a almendras, fresco y rico. Llevaba también, una fresa , almendra garrapiñada y flores.
Luego seguimos con uno de los platos míticos de Jean Luc, el canelón de cigala, tomate y aceituna: se ve que fue un plato espectacular cuando lo hizo, y la verdad estaba bueno ,quizás yo esperaba la cigala caliente, lo cual hubiera potenciado el sabor del bicho.
Seguimos con el solomillo con bearnesa y patata pont neuf: el solomillo estaba asado y finamente fileteado, la bearnesa estaba en espuma(dios , cuando hacia que no probaba esta salsa...) y la patata , sin mas. El resultado resulto pobre para un cocinero con estrella.
El postre era la tarta de queso, y aquí si se salió, el queso se presentaba en rulos, la galleta aparte y el frambuesa en helado perfecto de punto.
Los petit fours eran también de nivel, 6 variedades diferentes.
A la hora de pagar, los camareros desaparecieron y me tuve que levantar para pedir la cuenta y otra vez para pagar. NO me había pasado nunca en sitios de este nivel. La cuenta engordo 40 euros con el vino, cafés y agua; y eso que tomamos cava Raventós reserva, que era uno de los mas baratos de loa carta. No me parece de recibo, que cuando reserve me digan que el vino, café y agua entraba en el precio y luego me lo cobren, a razón de 3 euros un café.
En fin, una comida un tanto descafeinada.