Incluso los jefes pueden tener detalles buenos de vez en cuando y la nuestra en concreto tras "atar" definitivamente su plaza, ha decidido invitar a comer a sus "romanos". A comer y encima gratis no puede uno dejar de apuntarse así que a ello que vamos.
Este restaurante es, sin duda uno de los más bonitos de mi pueblo y la pena es que las cosas están como están y ya nada es lo que era.
Es un caserío precioso situado en un tranquilo entorno lo suficientemente cerca para ir incluso caminando si hace un día bonito y así mismo lo suficientemente lejos como para disfrutar de una tranquilidad absoluta.
Buenas mesas, de estupendo tamaño y con buena separación entre ellas. Buena mantelería, vajilla y correctas copas
El servicio profesional y atento y sabiendo además entrar al trapo si das opciones, como es el caso.
Nada más sentarnos nos trae una cesta de panes pero "panes", uno de ellos casero y crujiente, que mis dientes aguanten muchos años con esa capacidad y jamás tenga que pasarme al pan de molde, por favor.
Varias opciones a elegir y yo me decanto por un Revuelto de jamón con pimientos una ración muy generosa de un sabroso revuelto en un punto ideal para mi al menos. Con cantidad de ingredientes y el punto exacto de sal.
De segundo he pedido un Bakalao con tomate y pimientos rojos, acompañado por patata panadera y pimientos verdes de nuevo generosa ración de un pescado muy bien preparado. Con las láminas que se sueltan con facilidad, buen punto la piel, crujiente y tomate casero y buenos pimientos. Ricas patatas y ricos como no puede ser menos los verdes.
De postre y mira que yo no soy amigo del your, pues he pedido una Crema de yogur con manzana asada lo mejor de la comida, rico de ganas. Cremosa al máximo la crema, valga la redundancia, la manzana asada le daba además un punto más sabroso aún y conjuntaba estupendamente. Un pequeño toque de canela en polvo remataba este estupendo postre que me ha dejado un maravilloso sabor de boca.
Para beber ofrecen un crianza de cuyo nombre no quiero acordarme, :-) y yo, y dado que la cosa iba de "morro" pues me he pedido una botellita de Mar de Frades que prácticamente he terminado yo solito como un "campeón". de aquí a casa hay poco más de un kilómetro y no hay peligro.
Con la charla variada donde incluso ha habido más de un intento de hacer un "triple", tomamos unos cafés bien preparados para después echar un cigarrito en el pequeño puente de madera que salva el riachuelo, justo debajo de un manzano.
Les deseo lo mejor y que los tiempos vuelvan, algún día a ser lo que fueron o al menos que algunos que van por la vida de "grandes", dejen de comer tanta hamburguesa con patatas y saquen sus "cuartos" a relucir.
No pongo el precio pues lo desconozco al ser una invitación.