Recién salidos del teatro y con bastante hambre, pasamos por delante de este restaurante situado en la Gran Vía madrilleña. El local es precioso, muy grande, os recomiendo visitar la web para ver el derroche de imaginación a la hora de decorarlo.

Está en varios niveles, con una zona en la entrada para tapeo, otra zona con mesas mas informales, y un espacio en un nivel inferior mas pequeño llamado zona Gourmet. Las mesas están excesivamente juntas y son muy pequeñas bajo mi punto de vista. Si comes de tapas, difícilmente caben mas de dos platos en la mesa además de las copas, vino, etc, etc.

Servicio atendido por personal joven bien uniformado pero algo escaso de formación y ganas, al menos en nuestro caso.

Carta de vinos variada, no muy extensa pero con algunas opciones interesantes a buenos precios. Copas sin marca pero de buen nivel.

Estos fueron los platos que tomamos:

De entrada nos trajeron unas aceitunas y una cesta con varios tipos de panecillos redondos. Duros.

Berenjenas rebozadas con miel y espuma de ali oli.- Sirven cinco o seis palitos de berenjena excesivamente aceitosos, con la espuma aparte que no aporta nada por ser insípida.

Huevos de corral con hongos y trufa.- Buenos, aunque la potencia de la trufa se comía el resto de los ingredientes.

1/2 Ceviche de lubina.- Este si estaba bueno, pedimos media ración y teníamos que haberla pedido entera.

1/2 Tabla de quesos.- Surtido de 6 tipos diferentes de quesos bastante aceptables.

De beber tomamos un vino madrileño de bodegas Comando G, El hombre bala, un garnacha que nos sorprendió y nos gustó. El servicio consiste en dar a catar y servir la primera copa.

El restaurante dispone en la entrada de una zona de tapeo, con taburetes y mesas altas. Creo que es mejor opción que comer en mesa, pues en nuestro caso la comida no fue lo que hubiéramos deseado. Vale la pena visitarlo aunque sea por su decoración.