Había que poner un broche gastronómico apropiado a dos estupendas semanas de vacaciones en Cádiz, y nos decantamos por este local, en el que no habíamos estado anteriormente, pero que trasmitía muy buenas sensaciones. Se ubica en pleno centro del pueblo, en la llamada por los vecinos plaza de los Pescaditos, nombre que recibe debido a las esculturas con forma de pez que adornan la bonita fuente de estilo modernista que se levanta en medio de este espacio. Como no admiten reservas fuimos relativamente pronto para asegurarnos mesa y nos colocaron en la terraza, donde al atardecer se está de maravilla. En el interior del establecimiento, revestido del típico azulejado andaluz, cuenta con una amplia colección de botellas de vermouth. Nos apetecía más tomarnos una manzanilla, así que mientras hojeábamos la carta dimos cuenta de una copa de La Goya, bebida que también nos acompañó en los primeros compases de la cena. Como entrantes pedimos para compartir 4 adultos lo siguiente:
- Lomo de orza con puré de patata, piquillo y queso
- Regañá de sardina ahumada con tomate confitado
- Lomo de atún con boniato asado, pisto, frutos secos y cilantro
Muy buenos los tres, con cuidadas presentaciones y denotando mucho oficio en la cocina, no en balde al frente de la misma está un cocinero con amplísima experiencia. A destacar la sardina, presentada en gruesos lomos desespinados y con profundo sabor, aderezado con un leve toque ahumado

De segundos compartí con mi mujer un par de platos, que fueron:
- Calamar de potera a la plancha
- Tataki de atún con mahonesa de soja
En estos dos platos se aprecia la calidad del producto con que trabajan, que da como resultado elaboraciones con sabores bien marcados.

Nuestros amigos de mesa hicieron lo mismo, compartiendo sus platos, uno de los cuales no recuerdo con exactitud, salvo que era una carne. El otro fue unos huevos fritos con patatas y virutas de foie, al estilo del que sirven en Las Piscinas, en Cantabria. En ambos casos me consta que gustaron.

El buen nivel mostrado hasta ahora también se mantuvo con los postres, que en mi caso fue un fabulosos Strudel de manzana con helado de membrillo. Comentarios muy positivos también recibieron los servidos a los demás, que aunque probé no tuve la precaución de anotar el nombre.

Además de algunas copas de manzanilla también se descorchó una botella de Finca Moncloa 2008, uno de los pocos vinos locales que integran la carta de este establecimiento, que no tiene demasiado interés. En su favor diremos que las copas son adecuadas y los precios comedidos.

Sin duda alguna muy buena experiencia, estando este restaurante entre lo mejorcito de Vejer.