Aunque parezca mentira un año ha pasado desde nuestra anterior visita a esta localidad, de nuevo celebran su tradicional Mercado Medieval.
El pueblo lo pide, sus calles y casas realmente te trasladan a esa época. Tras un buen paseo por los puestos y repostar en un par de bares, nos dirigimos hasta el restaurante. En la localidad existen dos cuyos nombres coinciden. Uno es el que visitamos en año anterior y en el que tan mala experiencia tuvimos y el otro es este que se encuentra situado en la carretera dirección Bilbao más o menos a 1 km del centro de Artziniega.
Es un caserío de muchos años, con una terraza cubierta por unos "plátanos" de sombra que invita sin lugar a dudas a comer allí los días de buena temperatura.
El local es correcto, también es bar y su principal dedicación es el menú del día y un menú fin de semana que es el que hoy hemos degustado.
Mantelería bonita protegida con manteles de papel de unos colores acordes con el resto del local y que le daban una alegría visual.
El servicio del vino es el que en un sitio así es, no busquemos florituras, correcto sin más, aquí se viene a comer buen producto.
Como hoy iba acompañado de más amigos, ellos han bebido un cosechero que les ha gustado lo suficiente para repetir y nosotros hemos bebido una botella de Verdejo que, lo que tiene ir en plan cuadrilla, ni recuerdo el nombre pero que era correcto, sin más.
Hay que resaltar su pan un pan casero, presentado en dos cestas muy generosas de ración, vamos que si además necesitas más, sin problemas. Rico de ganas, con esa corteza crujiente, tostada y la miga que no desmerece. Me he puesto......
Tienen media docena de primeros, otros tantos segundos y postres caseros tradicionales.
Yo me he decantado por Fritos caseros rabas, empanadillas, croquetas de jamón, san jacobo, croquetas de rabo. Todo ello estaba en un punto muy bien conseguido. A destacar sin duda las croquetas, sin notarse para nada el aceite, la masa muy lograda y con sabor a lo que son y buena cantidad de "tropiezos".
Algunos han pedido un revuelto de bakalao con ajetes que no me han dejado probar pero que al parecer estaba bien rico puesto que los platos han ido inmaculadamente limpios para la cocina.
De segundos algunos han pedido txipirones en tinta, muy ricos también, chuletillas de cordero con patatas fritas y pimientos verdes. Delante mío han estado pero.... no he conseguido hincarlas el diente, debían están muy ricas.
Yo nada más verlo ya me había decidido así que a por ello:
Txerripatak- Manitas de ministro una ración de muy buen tamaño. Con una salsa en cantidad suficiente para que yo haya pasado uno de los mejores ratos de los últimos tiempos.
En los sitios "elegantes" suelen deshuesarlas pero aquí salen como son. Esa gelatina.... esa salsa bizkaina.....
Chupar esos huesos es un placer divino, esos sí que van limpios.
Coger pan y más en este caso que es pan de verdad y untar, que se te queden esas manos pegajosas y rematar la faena chupando dedos.
Repito, he pasado uno rato apoteósico.
Los postres son caseros, yo, después del homenaje que me he dado con las manitas he sido incapaz de comerme uno pero puedo comentar pues las he probado que las Natillas caseras estaban cojonudas y además acompañadas por su correspondiente galleta. Recuerdos maravillosos de la niñez.
Como las mesas más cercanas a la puerta del local están cubiertas y aunque la temperatura ya se va notando fresca, hemos salido a tomarnos el café, unos txupitos y unos puritos a la calle y allí hemos departido charla con las cocineras y camareras.
Pues creo que merece la pena el sitio, buen producto, cocina tradicional y un precio comedido. Volveremos.
El precio es el del menú fin de semana que incluye vino y café.