Restaurante RIVER HALL gastro en Zaragoza
Restaurante RIVER HALL gastro
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
50,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
60 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.8
Comida COMIDA
7.8
Precio medio entorno ENTORNO
9.3
RCP CALIDAD-PRECIO
7.8
Opiniones de RIVER HALL gastro
OPINIONES
3

Hacía tiempo que habíamos oído hablar de este restaurante, opiniones encontradas…. Así que, de la mano de unos cuñados nos fuimos a testificar ante notario la realidad pluridimensional del River Hall.

El nombre ya te llama la atención. ¿Un restaurante en la misma ribera del Ebro con ese nombre tan anglo? Mmmmmm

Noche de vísperas de la fiesta grande, íbamos en taxi desde el casco urbano, desde la otra orilla. Tras pasar la Plaza Europa embocamos el puente de La Almozara y ya desde ahí divisamos el singular edificio Aura, en el que se distinguían en una de sus planta unas grandes cristaleras con luces de ambiente de colores cambiantes en su interior. ¿Ahí vamos a cenar? Sí. ¡Qué guapo!

Efectivamente se encuentra en la cuarta planta, la penúltima, de ese moderno edificio-complejo hostelero que además del negocio que nos interesa, tiene grandes y diferentes salones para banquetes, reservados, discoteca… Todo el edificio dedicado al ocio.

Entramos y un elegante recepcionista nos dirigió a un ascensor por el que accedimos la planta que nos tocaba.

Precioso, se trata de una planta completamente panorámica desde la que divisas todo: a la izquierda la basílica del Pilar, al frente la zona de Echegaray Caballero, y a la derecha el citado puente y el recinto de la Expo. Las tres vistas presididas y eclipsadas por el omnipresente río Ebro. Al otro lado la cocina acristalada, tras la que se veía el barrio del Actur.

Ambiente cool, absolutamente neoyorkino. Elegante, distinguido, música tipo soul, tenues luces de ambiente de color cambiante… Tan tenues que las cartas están retroiluminadas.

Mesas vestidas a la perfección. Con dotación de nivel.

Había dos menús, uno largo y uno corto, muy distintos. Estábamos un poco castigados, así que optamos por el corto, denominado Menú Degustación y también llamado 48€ iva incluido. Ahí va:

Carpaccio de vieira y esferificación de calabaza .
Huevo a baja temperatura con foie, crujiente de jabugo y aceite de trufa.
Rape con langostinos y suquet de marisco.
Pato a l’orange.
Zanahoria en tres texturas con helado de yogur.
Chocolate en capas.

Además de unos aperitivos antes (un chupito de vichyssoise y un montadito de tartar) y unos petit fours después.

La impresión que nos llevamos los cuatro comensales de la cocina del River Hall fue francamente satisfactoria. Cocina de autor con toques vanguardistas y raíces aragonesas.

El primero en salir, el carpaccio, merece capítulo aparte. Se trataba de un trampantojo delicioso que simulaba un huevo frito con puntillas: la clara era la vieira, la yema una deliciosa crema esferificada de calabaza y las puntillas, pues puntillas. Genial, las puntillas, puntillas. Y muy sabroso, pues a la calidad de la vieira había que unirle la melosidad de la crema de calabaza, con la misma textura exactamente que una clara de huevo muy hecha, y las crujientes puntillas… Un bocado destacable.

El huevo a baja temperatura, no por muy visto menos sabroso, con marcado sabor a trufa y buen jamón; el rape, una gruesa porción rebozada y empapada en un suquet bien trabadito; el pato sápido y untuoso, con ese punto dulce-ácido que le confería la infalible combinación ánade/naranja; los postres muy logrados y bien presentados, en especial el último, en una copa transparente de vermouth en la que se divisaban las diferentes capas.

Nota alta también para el servicio del vino. Ofrecían la posibilidad de maridar este menú por 7€. Preguntamos qué vinos llevaba y, tras cambiar el último (un rioja clásico) por una garnacha, detalle que agradecimos, quedó así: Enate Chardonnay 234 2013, René Barbier Petillan y Borsao Selección Crianza 2010. Bien tratados y generosamente abastecidas nuestras copas, muy atentos los camareros al nivel de las mismas.

Y todo esto en plenas Fiestas del Pilar, con mi vista fijada constantemente en “mi” río Ebro, pasando con fuerza, con mucha fuerza, con caudal, con brío, con nervio, bajo el iluminado puente de la Almozara. ¿Qué vista hay mejor para un maño irredento emigrante como yo? Pues la hay, y a solo a unos metros aguas abajo: cogías la corriente bajo el puente, seguías su curso y… ahí estaba, también iluminada y muy muy guapa, engalanada, la Virgen del Pilar. Lo ateo que soy yo pero los sentimientos que me evoca su vista, oye. Decíamos que el Ebro pasaba esa noche brioso y tal… Sí, pero sigiloso. Haciendo buena esa jota:

“Y el Ebro guarda silencio…
Y al pasar por El Pilar…
La virgen está dormida…
La virgen está dormida…
No la quiere despertar…”

Los preludios pilaristas siempre aconsejan la realización de una comida de amigos. Y qué mejor que en un sitio bien valorado por reputados miembros del presente foro y con nuevas propuestas.

Y qué duda cabe que no decepcionó.

Ubicación y entorno: Situado un tanto a desmano del centro de la ciudad, si bien ello no supone mayor inconveniente que el de coger un taxi que te deja allí en 10 escasos minutos. Tanto más si se tiene en cuenta que dada su ubicación (en un tercer piso de altura) proporciona unas vistas incomparables. El Pilar por un lado, el Río Ebro, el Recinto de la Expo, la Torre del Agua, algunas de las cúpulas de las iglesias más emblemáticas ... Luz a raudales, enormes cristaleras. Una amplia terraza de césped artificial para disfrutar del panorama y un aperitivo previo (allí cayeron las cervezas), con unos sofás blancos comodísimos, amplias sombrillas, con bonitos maceteros, suave música chill out... Todo ello, además, en un día de fábula. Sencillamente espectacular!

El interior no desmerece. En tonos oscuros, saliendo del ascensor pasas por la recepción, en donde se ubican las cámaras de vinos ordenadas por denominaciones de origen. Un pasillo de 20 m. que deja al lado izquierdo la mencionada terraza y a la derecha, y a la vista, la cocina del restaurante.

Capacidad para unas 50 pax. Magnífica vajilla, variada, muy bonita. Correcta mantelería, de color blanco, con el pequeño fallo de una mancha en nuestro mantel. Defecto a corregir. Mesas muy amplias, con adorno floral incluido. Muy buena separación de mesas. Sillas muy cómodas. Ambiente muy agradable, sin perder las referidas vistas en ningún momento.

Servicio y Servicio del vino:

Perfecto en todo momento. Bien ataviados los camareros, los mismos explican perfectamente todos y cada uno de los platos degustados, así como los vinos con los que se maridan las viandas correspondientes. Muy atentos del cliente en todo momento, guardando, no obstante, la distancia exigida. Muy bueno también el servicio del vino, consistente en descorche y servicio constante. Buena temperatura de todos los vinos servidos menos el último (tinto), subido de temperatura, lo que rebaja un tanto la nota en este punto.

No puedo hablar mucho de las posibilidades del tema vino dado que no vi la carta de los mismos, aunque algún aspecto he apuntado con anterioridad -las vinotecas de la entrada-, las cuales permiten intuir una buena variedad de vinos. Ello se debe a que optamos por el maridaje que nos propusieron (7 euros + IVA pax/3 vinos).

Comida:

Aunque existen diversas posibilidades (p.e., el menú gastro 68 euros + IVA), optamos por el menú degustación (48 euros + IVA), no sólo por aquello de probar, sino porque la propuesta y la RCP llamaba a ello. Como en todos los casos la presentación fue muy buena, lo indico ya con carácter general, a fin de no ser redundante en este punto.

Aperitivo:

1) Espuma de gazpacho con crujiente de jamón. Servido en vaso de chupito, la textura estaba muy bien conseguida, así como el sabor, con un punto hidrogenado que quizá no convenció a todos los comensales, si bien a mí no me desagrado. Bueno.

2) Foie con mermelada de arándano y queso. Presentado en el mismo plato que el chupito, con los ingredientes a capas y con forma y tamaño de pastelito de postre. Excelente sabor. Muy bueno.

Primer plato:

Falso raff de salmorejo. Espuma de tomate raff con evidentes toques de pepino y cebolla. Lo de “falso” viene dado -quiero imaginar- por el hecho de su presentación. Recubierta la espuma de una suave y fina gelatina que simula la forma del tomate de idéntico nombre. Muy original en la presentación, siendo ésta mejor que el plato en sí mismo.

Maridado con Enate 234.

Segundo plato:

Tataky de atún rojo con salsa teriyaki, esferificaciones de calabaza y espinaca y huevas de salmón. 3/4 dados de atún acompañado de una magnífica salsa teriyaki y sendas esferificaciones del tamaño de la yema de un huevo. Perfecta contraposición de sabores. Bien concebido, visualmente muy bonito y perfecto en la ejecución. A mi modesto entender, un plato extraordinario y, sin duda, el plato estrella.

Maridado con Enate 234 o Rene Barbier Petillant Rosado

Tercer plato:

Corvina asada sobre carbón con arroz de cangrejo y gamba: Excelente cocción de todos los productos con un sabor, en su conjunto, denso y potente. Especial mención a la gamba, de buen tamaño y semi-cruda, permitiendo apreciar bien su sabor. Muy bueno.

Maridado con Rene Barbier Petillant Rosado

Cuarto Plato:

Chateaubriand mechado de ibérico con escalopín de foie y mil hojas de bacon y queso: Presentado en el plato con una pequeña piedra caliente (con posibilidad de cambio de piedra) a fin de terminar, si se quiere, la cocción. Pieza de tamaño correcta en el caso del chateaubriand, de buena calidad y sabor. Muy Jugoso. Correcto el mil hojas.

Maridado con un tinto rioja en formato magnum de cuyo nombre no me acuerdo.

Postres.

Piña colada en texturas, con chocolate negro y migajas de coco. Refrescante y muy agradable de sabor, contraponiendo adecuadamente la acidez de la piña con los dos restantes ingredientes. Muy rico.

Sopa de cerezas con bizcocho de almendras y helado de pistacho. Muy bueno.

Pan: De dos tipos. Cortado en rebanadas y servido de forma constante por los camareros. Uno de ellos de semillas; el otro de aceitunas (de este último repetí). Calientes. Prácticamente recién hechos. Buenos ambos.

Hubo también diversos cafés acompañados de petits fours (piruletas de chocolate -muy ricas y fantásticas de presentación- y gominolas de frambuesa -correcta, aunque no soy mucho de este dulce-.

Con posterioridad, y para aprovechar la terraza -y el día que hacía-, procedimos a cumplimentar nuestros respetos a los respectivos GTs. Todos ellos de Seagrams, menos el mío (Martin Miller). Bien preparados todos ellos. 9 euros/GT.

Todo lo anterior dejó una cuenta de 70 euros/pax. Presumo que no nos cobraron las cervezas.

En definitiva, y en la línea de anteriores comentarios, creo que estamos ante una nueva propuesta muy a considerar. Es curioso, coincidía ayer con nuestro compañero Gabriel (Argug) acerca de las excelencias de la cocina “de toda la vida”, la tradicional (hablábamos, en concreto, de las “manitas”). Pero ambos coincidimos también que lo uno no quita lo otro y, desde luego, lugares como éste lo confirman, pues de lo que se trata, en definitiva, es de disfrutar cuando se come.

Y aquí creo que se logra. Y el lugar -y las vistas- invitan a ello. Fíjense cómo será que me ronda por la cabeza celebrar allí mi, cada vez más cercano, 50 aniversario.

Con eso, creo que ya está todo dicho por mi parte.

Este es el artículo completo de la mano de Javier Azcona y la galería fotográfica realizada por él mismo en la celebración familiar más esperada del invierno: El día de Reyes
Disfruten con los comentarios objetivos de cada plato y la armonía de cada maridaje realizado en exclusividad por el Doctor como colaborador puntual para el equipo de www.akatavino.es
Enjoy!!

http://www.akatavino.es/portfolio-items/river-hall-zaragoza

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