Con la llegada de una nueva cara a nuestra vida, todo cambia: nuestras costumbres, hábitos, humor… La llegada de un bebé es un grandísimo cambio: a la hora de disfrutar de nuestros placeres, viajes, planes… hay que contar que tenemos un pequeñín o pequeñina que nos modificará todo. Por ello, los amantes del vino que quieran realizar enoturismo, se ven frenados por este nuevo rumbo que ha cogido nuestra vida. Pero con organización, paciencia y adaptando nuestra hoja de ruta, poder disfrutar de una o unas jornadas enoturísticas es posible y plenamente disfrutable. Os contaré la experiencia que tuvimos mi mujer, el pequeño (de 4 meses y medio) y un servidor en la Ribeira Sacra después de 10 horas de viaje.
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