Marqués de Murrieta Reserva Ygay 1954
Marqués de Murrieta Reserva Ygay 1954
FICHA TÉCNICA
Pais:
España
Tipo de Vino:
Tinto
Crianza:
Con crianza
Varietales:
60% tempranillo, 30% garnacha, 10% mazuelo.
Precio aproximado
Precio Aprox:
Desconocido
PUNTUACIÓN
Nota de cata NOTA MEDIA:
9.71
/
99
Nota de cata CALIDAD-PRECIO:
10,0
ELABORACIÓN
Selección de uva en mesa a su llegada a la bodega. Despalillado y prensado con la máxima celeridad. Permanece entre 12 y 18 meses en grandes tinos de madera de la época fundacional y, una pequeña parte, en depósitos de cemento vidriado, dónde completa la fermentación maloláctica y se estabiliza. El vino madura en barricas usadas de roble americano de 225 litros entre 200 y 210 meses, casi 18 años. La edad media de las barricas es de 30 años, llegando incluso a 45 en algunos casos. Filtrado con membrana antes de ser embotellado directamente de la barrica según demanda. Entrega de los vinos directamente al cliente por pedido, sin guarda en botellero.
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Opiniones de Marqués de Murrieta Reserva Ygay
OPINIONES
5

Otro de esos días que estás nervioso pensando en el vino que vas a abrir, historia viva de la Rioja. Hace un par de años que tuvimos ocasión de disfrutarlo y estamos ansiosos por ver qué nos depara esta nueva botella. La tuvimos tres días en posición vertical antes de abrirla. Lo hicimos con nuestro abridor de lamas y conseguimos sacar el tapón íntegro (y tintado en toda su longitud), buen comienzo!. Nivel de líquido justo en el inicio del cuello, un pelín bajo. Dejamos que respirase por espacio de dos horas y media antes de proceder a su valoración a 18°C.

VISUAL: Presenta un color rojo cereza de capa media con un amplio ribete en tonos ocre-anaranjados, muy luminoso. Se le observa alguna lágrima gruesa, densa, lenta y transparente. Decir que la última copa, probablemente con mayor concentración de sólidos tenía una capa alta increíble, qué portento! (95).

OLFATIVA: A copa parada desprende potentes fragancias de flor marchita y de uvas pasas, qué carácter!. Al agitar el líquido asoman notas de montebajo (tomillo y orégano), especiados de fenogreco y pimienta jamaicana, algo de canela y vainilla así como apuntes a regaliz de palo y balsámicos de eucalipto. Nos tomamos nuestro tiempo y el animalito sigue con su concierto aromático, ahora trayendo recuerdos a castañas asadas, con esos tostados elegantísimos que abren las puertas de ese mundo terciario tan riojano: tabaco habano, cuero viejo, polvorilla, desván, naftalina, con aromas amaderados varios, a duelas envinadas, a roble y ebanistería fina, un poco de todo. El final se siente licoroso e intenso, qué barbaridad, tras 66 años y se muestra pletórico en nariz, no deja de fliparnos!!. También es digno de mención que todos y cada uno de los días que lo disfrutamos no bajo ni un ápice su complejidad e intensidad, una bestia parda!! La perfección en nariz, apabullante e inolvidable (100).

GUSTATIVA: Y en boca otra vez ese pelotazo sensorial de estas obras de arte. Con una acidez descomunal que lo acapara todo, proporcionando una amplitud brutal al conjunto. De tacto sedoso y aterciopelado pero con cuerpo, con enjundia. Paso por boca sutil y elegantísimo, con unos taninos dulcificados a la perfección. Los aromas retronasales son de fruta escarchada y pan de higo con unos toques especiados pimentosos. Post-gusto en donde increíblemente la fruta coge protagonismo, con sabores acompotados a coulis de moras y mermelada de frambuesa, no lo puedo creer, fruta y más fruta... Sensaciones de gran placer por su equilibrio y su calidez, de una amabilidad incomparable que nos hace sentir felices como niños tras cada sorbo, algo extasiante amigos. Su persistencia es de cuatro minutos exactos, qué bárbaro!, como si tuviera 50 años menos. Vinos como estos nos hacen amar el mundo viejuno y todo lo que se pueda asociar al vino, pues estas experiencias, de verdad, son lo más cercano a lo sobrenatural que hemos experimentado. Estos Murrietas cincuenteros deberían figurar en el podio de los vinos mundiales indefinidamente. Qué joya por Dios, mejorando incluso la botella de 2018, casi perfecto (99).

La RCP de nuevo excelente pese a pagar en Marzo de 2018 56 euros por esta maravilla, podría costar 4 veces más.

MARIDAJE: Nos lo tomamos en tres ágapes distintos. La estrenamos con un chuletón cuencano a las brasas. Después acompañó una paellita de pollo y costilla a la leña y nos lo terminamos con el surtido de embutidos ibéricos y queso curado de los lunes. Es un vinazo que maridaría con lo que quisiéramos pues su capacidad de simbiosis con las comidas es extraterrestre. No obstante destacaremos la combinación con el jamón ibérico bellotero, con los embutidos y con el queso curado de oveja, quizá por ser el final de la botella y estar un pelín más concentrado, no sé... pero alucinamos en colores. Las notas grasas y especiadas del embutido y el puntito lácteo y salino del queso se vieron maravillosamente armonizados con los apuntes frutosos y terciarios de nuestra reliquia riojana. Buuuuffff... por Baco que nunca olvidaremos esta botella!!!

Salud-os!!

Hoy es el día y por fin nos decidimos a abrir esta joya que teníamos guardada como oro en paño. Es uno de esos vinos que imponen respeto, 18 años de crianza en barrica no es para menos. Dejan a los Únicos como crianzas en cuanto a envejecimiento (con todos mis respetos a los VS, Dios me libre...). Y curioso resaltar que en su contraetiqueta leemos "vino de crianza", nada de gran reserva ni nada por el estilo, chocante al menos. Respecto a nuestra botella la verdad es que nos decidimos a abrirla porque su nivel de líquido (1 cm por debajo de los hombros) era un tanto preocupante. Lo intentamos con el abridor de lamas pero sólo sacamos medio tapón. El otro medio lo tuvimos que sacar haciendo "piruetas" pero no me extenderé. Al final lo conseguimos y dejamos la botella abierta durante cinco horas antes de proceder a su valoración. Servimos a 18°C:

VISUAL: De color rojo picota de una increíble capa alta, opaco y brillante. Estrecho ribete en tonos ocre-atejados. Alucinante que se muestre así con 64 años. Empezamos bien (96).

OLFATIVA: Decir que nos ha perfumado toda la sala tras sus largas horas de aireación. Al principio estaba cerrado a cal y canto, con olores rancios por doquier pero con el tiempo se vino arriba como debe de ser. A copa parada asoman aromas tostados y balsámicos con apuntes a pan de higo. Al agitar nos regala un sinfín de prescriptores empezando con la fruta escarchada, uvas pasas, especiados de pimienta negra y fenogreco, herbáceos de laurel, té negro, montebajo (orégano), fúngicos de trufa negra, flores marchitas, hojarasca húmeda, regaliz de palo y un atisbo como de alcanfor. También encontramos notas a desván, ebanistería, maderas nobles, duelas envinadas, cuero curtido, cacao en polvo, tabaco de pipa y un fondo balsámico a eucalipto delicioso y amable. Su complejidad es abrumadora y su intensidad media-alta tras cinco horas abierto. Me lo cuentan y no me lo creo (98).

GUSTATIVA: Pero es que en boca te deja pasmado pues nos encontramos ante un coloso. Ataque bestial, con una acidez descomunal y los taninos de terciopelo. Paso por boca licoroso con un toque picantito pero de tacto suave y lácteo, pura seda. Retronasal que nos trae recuerdos balsámicos de eucalipto, especiados de pimienta, apuntes fúngicos trufados y aromas a piel de naranja seca. Nos encontramos un vino estructurado, rocoso y equilibrado en grado sumo, elegante hasta las trancas, potente y corpulento. Su persistencia es de tres minutos y 20 segundos de goce absoluto con un post-gusto balsámico, seco y de una amabilidad sin parangón. Realmente estamos ante una obra de arte, 18 años de crianza que le confieren el estado mesetario que muy pocos alcanzan pero que lo hacen incombustible, eterno, estoy convencido que aguantará 50 años más sin despeinarse. Qué maravilla de viejuno amigos, indescriptible el goce y el disfrute que nos provoca. Me adueño de las palabras del gran Helios: Murrietísimo y rozando la perfección!!! (99).

La RCP fue excelente pues pudimos conseguir esta botella en Octubre de 2016 por 47 euros. La verdad es que vinos así no tienen precio.

MARIDAJE: Nos repartimos nuestro tesoro en tres ágapes. El primero fue un jugosito solomillo de cerdo con setas, pimientos y melloco. En la segunda acompañó el habitual surtido de jamón, queso y embutidos ibéricos y la última fue con unos deliciosos bistecs de ternera cuencana. En todos los casos se mostró esplendoroso, esa imponente acidez, su carácter balsamico y sedoso junto con las otoñales notas fúngicas armonizaron celestialmente con los apuntes cárnicos, sanguíneos y animales de nuestras viandas. Casi lloramos cuando se terminó, no era para menos, madre del amor hermoso que espectáculo de viejuno. Amor eterno a los Murrietas cincuentones!!, ellos y yo... ): 

Salud-os!!

De color rubí rojizo de capa media-alta, muy estable, limpio, brillante. Por su intensidad nadie diría que se trata de un vino a punto de cumplir 60 años. Reflejos ambarinos y cobrizos, luminoso. Borde anaranjado, claro, amplio, con marcada diferencia con el menisco.

Nada que ver con la cerrazón inicial de la primera cata. Aquí hay de todo y con ganas de exhibirse. Un Murrieta en "estado de gracia". Sutil, fino, elegante, perfumado, sobrio, de enorme equilibrio y de una redondez que bordea la perfección. Tiene ese perfil de extrema complejidad que adquieren con los años las mejores cosechas de la bodega. Una chimenea en copa que exhala aromas de cava de puros, café aromático, hojarasca, múrgulas, tabaco de pipa Virginia, confitura de naranja, guindas escarchadas, manteca de cacao... Potente y etéreo al mismo tiempo, fragante, perfumado... de grandísima calidad. No se viene abajo en ningún momento con las horas. Desborda apuntes de maderas de calidad y esa complejidad que dan los matices soleras viejísimas. Poco a poco, como sin querer, asoma un recuerdo casi asilvestrado: "cabernetea" con un deje de fruta negra y balsámicos (menta, yedra, salvia), especias, y un fondo de maderas exóticas, cacao amargo y tostados muy finos. Envolvente, fino, complejo, de una amplitud impresionante.

En boca no baja el nivel. Ágil, fresco, con una acidez vibrante y unos taninos de textura indefinible, sedosos, mullidos. Nos deja sin palabras por su finura, energía y ese profundo carácter "amurrietado" que lo hace distinguible de cualquier otro vino. Al beberlo se saborea un entremado complejo, hilvanado con paciencia durante años en botella, con una finísima reducción y una elegante redondez que cuesta creer. Monumental!!! tiene tan buen gusto que te hace sospechar... Me lo cuentan y no me lo creo!!! Roza la perfección. Rioja con mayúsculas!!!

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2013/05/marques-de-murrieta-1954-reserva.html

Se presenta con un brillante rubí rojizo de capa media, muy estable de color, destellos anaranjados, granadinos. Borde amplio, ligeramente anaranjado, que contrasta con el menisco.

Susto inicial. Sin defectos pero cerradísimo, mudo. Tan sólo asoma una nota balsámica, casi mentolada, con tostados a carbón vegetal, carbonilla, café quemado... Se ha dejado casi 6 horas en botella. Otra cosa!!! Comunicativo, abierto, complejo, potente, fabulosamente íntegro. Es como una chimenea que exhala una bocanada de hebras de tabaco inglés, pimientas ahumada, clavo, laurel en polvo, setas deshidratadas, y un deje de mermelada de frutos rojos. Su amplitud y potencia sumada a la enorme cantidad de descriptores no permite grandes matices. Una misteriosa nota apimentonada "cabernetea" de fondo aportando cierto misterio al conjunto.

En boca es un chispazo. La primera sensación es de medio cuerpo, frescor, sabor picante, de gran clase y calidad. Tiene un perfil claramente tradicional pero matizado por ese nervio inicial y punzante acidez que intensifica la fruta madura y los tostados cremosos. Fino y sólido, profundo.

Quizás el más vivaz de todos los Murrieta probados este año. No da signos de arrugarse en ningún momento y merece esperarlo unos años más. Otro ejemplo de gran vino en gran añada.

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2013/05/marques-de-murrieta-1954-reserva.html

Precioso y vivo color, rojo evolucionado, casi “amarronado” con ribetes atejados y capa media-alta.
Nariz intensa y fina, se expresa desde el primer momento. Todavía hay algo de fruta roja compotada, pero destaca ese fabuloso bouquet que sólo los vinos con estos años desarrollan. Tabaco de pipa, humo, especias, torrefactos, cueros, maderas viejas, humedades, chocolate, mucho chocolate. Recuerdos ajerezados, no sé, como de un amontillado viejo, pero con nariz vínica. Fabuloso y complejísimo.
En boca es fino, limpio y tiene una acidez y una viveza asombrosas. Es muy largo en el final donde deja esos recuerdos terciarios. Los taninos son de seda y su elegancia es casi trascendental. Imposible adivinar que tiene más de 50 años. Más que su insultante juventud, me ha impresionado la vida que le queda todavía.
Un verdadero lujo haber podido disfrutar de este vino gracias a Andrés Conde de La Cigaleña. Habitualmente puntúo los vinos, pero este me merece tanto respeto que no lo voy a hacer. Una botella que nos marca y nos hace pensar. ¿Cuándo se hacía mejor vino, antes o ahora? ¿Llegará un Murrieta 2001 a cumplir 52 años con esta salud? Creo que no, pero quien sabe…

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