Una nueva era para Conde de los Andes

La historia de Conde de los Andes semeja unos de los calados de la propia bodega: larga y singular, con zonas en la penumbra y con espacios y momentos que tienen el brillo de lo insólito. Con tonos espectaculares, rincones sorprendentes y un permanente aire de misterio.

Hoy la bodega de Conde de los Andes en Ollauri, fundada en 1896, pertenece al grupo Muriel, con sede en Elciego (Rioja Alavesa). Cuando fue adquirida a mediados de 2014, las primeras acciones se enfocaron al desarrollo de un nuevo proyecto vitivinícola que pronto va a salir a la luz: un vino tinto de acentuada singularidad que, recuperando la marca Conde de los Andes, busca expresar tanto las cualidades del viñedo como la experiencia cosechera de esta zona privilegiada dentro de la Rioja Alta. Para ello se están rehabilitando las instalaciones de elaboración y construyendo una nueva nave de barricas funcional frente a los edificios originales.

Pero lo que hace especial a este proyecto es la intensidad con que la huella de la historia planea sobre él, condicionando todas las decisiones. Durante estos meses se ha ido avanzando con cautela, midiendo todas las fases con extremo cuidado y reflexionando sobre la excepcional dimensión histórica de Bodegas Ollauri-Conde de los Andes, que va a determinar decisivamente su visibilidad pública y cualquier iniciativa de tipo comunicativo y enoturístico.

Un poco de historia

No se sabe a ciencia cierta cuándo fue excavada la bodega subterránea de Conde de los Andes. Sus primeros calados datan seguramente del siglo XVI, mientras que las famosas galerías llamadas “de los gallegos” –pues se cree que fueron jornaleros gallegos los que las picaron, en los espacios de tiempo libres que les dejaban las labores en el campo– son de finales del siglo XVII o principios del XVIII, en plena época de lo que se conoce como “la Rioja de los hidalgos”, la etapa de esplendor vitivinícola en la que se configura el paisaje agrario y urbano de la actual Rioja. Fue precisamente una de las familias hidalgas de la zona, los Paternina, quienes probablemente encargaron la construcción de estos espectaculares calados bajo el cerro de Ollauri, con el fin de disponer de instalaciones óptimas para guardar el vino que producían sus viñedos, sitos en el mismo municipio.

Dos siglos más tarde en 1896, ya en pleno auge del vino moderno de Rioja, Federico Peternina fundó formalmente su bodega en este lugar. En 1922, las instalaciones de vinificación se trasladaron a la vecina población de Haro. Los calados de Ollauri se destinarían entonces solo al envejecimiento de vino.

La siguiente etapa empieza en 1984, cuando el empresario Marcos Eguizábal compra Paternina. Finalmente en 2014 la familia Eguizábal vende al grupo de Bodegas Muriel la bodega y marca Conde de los Andes, así como el stock contabilizado en 400,000 botellas, de las que un 10% corresponden a añadas anteriores a 1970.

El presente de Conde de los Andes

En esta nueva etapa de Bodegas Ollauri-Conde de los Andes, que ahora se inicia, la voluntad es cuidar la joya patrimonial que son los antiguos calados y conectarla con el presente. Para establecer este vínculo, se contará con vinos actuales como el mencionado y también con las añadas históricas disponibles, que pondremos en el mercado de forma limitada, respondiendo a demandas concretas. Además de la notoriedad que los diferentes vinos darán a Conde de los Andes, prestaremos la máxima atención al conjunto del espacio: los calados, los edificios de elaboración y las zonas de recepción. La idea es adecuar la dimensión social y turística de la bodega, y prepararla para acoger visitas y eventos que de interés estratégico para la propiedad.

En el plano vitícola, el objetivo es contar con una materia prima de origen local de la máxima calidad, que contribuya al prestigio de una marca tan antigua y reconocida. Y está claro que se reforzará la proyección internacional de Conde de los Andes, que se beneficiará del dinamismo del grupo Muriel en los mercados exteriores.