Peña El Sarmiento

Santander, capital vinícola

El pasado fin de semana, último de octubre, una parte de la peña viajamos a Cantabria con el objetivo de visitar a unos buenos amigos relacionados, por supuesto, con este mágico mundo del vino.

Me une un especial vínculo con la tierruca. Gran parte de mi familia por parte paterna, mi padre incluido, son Cántabros, del pueblo de Villacarriedo en concreto y desde que tengo uso de razón viajo todos los años al menos una vez para estar unos días disfrutando de sus encantos. Preciosos parajes de montaña tapizados de verde en la comarca pasiega, maravillosas playas y parajes marinos en todo su litoral, preciosos pueblos rústicos o marineros, alta montaña y agreste paisaje en los Picos de Europa, gastronomía rica y variada basada en excelentes materias primas, pero… ¿y el vino?

Pues quizá este es un asunto todavía pendiente de desarrollar en Cantabria. De momento es, junto con Asturias, la única comunidad que no tiene una DO propia de vinos salvo los “vinos de la tierra”. Su difícil orografía, el clima atlántico, la predominancia de otro tipo de agricultura y ganadería han prevalecido u oscurecido de alguna forma el desarrollo de una viticultura propia.

Pero lo cierto es que en los últimos tiempos algo se mueve por tierras montañesas. Un primer movimiento ha sido el “Ribera del Asón”, un vino elaborado por Vidular en la junta de Voto, con uvas Albariño y Chardonnay. Interesante y recomendable, por cierto. Otro movimiento es el “Viña Lancina” que Ignacio Abajo elabora cerca de Bárcena de Cicero con cepas tan exóticas como Riesling, Petit Manseng o Gewürtztraminer. Sí, si, no me equivoco. Y estamos hablando quizá del mejor vino que se elabora en Cantabria en estos momentos. Además de éstos, en la comarca de Liébana se está comenzando a vinificar en tinto con resultados cuando menos correctos. Es la zona más interesante de Cantabria para el vino, ya que tiene un clima más parecido al de Castilla. Y por lo visto la variedad Tempranillo se va adaptando bien en esta zona. Eso sí, el “Tostadillo de Liébana” no tiene nada que ver con todo esto, es más bien una bebida sin la mayor relevancia.

Pero sin duda las dos verdaderas puntas de lanza del vino en Cantabria se encuentran en su capital, Santander y son la vinoteca / tienda “La Ruta del vino” (C/ Arrabal, 18) y la bodega / restaurante “La Cigaleña” (C/ Daoiz y Velarde, 19).

La primera es una pequeña y preciosa tienda regentada por todo un personaje de este mundo del vino: Philippe Cesco. Philippe es un francés afincado en Santander desde hace unos 15 años, cuando abrió este negocio. Es una persona que responde como nadie en España al concepto francés de “caviste”, intraducible al español y que significa algo más que un tendero o vendedor de vinos.

Actualmente tiene como ayudante a un buen amigo de la peña y forero de Verema como es Nacho, antiguo empleado de de Lavinia Madrid y que nos organizó en su momento la segunda cata del año 2006, un fantástico tour por la Borgoña Blanca (todavía recordamos ese 1er Cru Clavoillon 2000 del Domaine Leflaive).


La tienda, pequeña y coqueta, es un verdadero oasis vinícola en un desierto, donde podemos encontrar excelentes Champagnes de grandes y pequeños productores (Larmandier, Lenoble, Philipponnat, Pascal Doquet, Jacques Selosse, Bollinger, De Sousa, Lassaigne), magníficos Borgoñas tintos y blancos de pequeños y medianos productores (Pierre Labet, Chantal-Lescoure, François Jobard, Joblot, Lequin-Colin, Domaine Bertagna, Château de La Tour), excelentes productores Alsacianos (Martin Schaetzel, Trimbach), gran selección del Loira (François Chidaine, Domaine Huet, Domaine de la Sablonesse, Domaine de Bellivière), Burdeos de prestigio, algún vino del Ródano y de otras denominaciones francesas. Además de todo ello, ofrece también una gran selección de vinos españoles de casi todas las DO, varios vinos cántabros (los arriba indicados) y algún Oporto amén de varios espirituosos y productos “delicatessen” como foie. Es, tal y como podéis ver, un lugar a descubrir, ya que dispone de referencias que no son fáciles de encontrar en otros lugares de España. Y además siempre podemos contar con el asesoramiento de Nacho y Philippe para nuestras elecciones. Doy fe de que siempre aciertan.

Y la segunda punta de lanza es una bodega / restaurante con gran solera y tradición en Santander. Regentada por la familia Conde, Andrés, el hijo, es uno de los sumilleres más brillantes de la nueva hornada. El restaurante mantiene la decoración y el espíritu clásico que es la seña de identidad del local desde hace ya muchos años. La colección de botellas que encontramos en las paredes es espectacular y podemos contemplar añadas históricas de los grandes vinos de Burdeos (los premières del Medoc, Sant Emilion y Pomerol), añadas legendarias de Vega-Sicilia o una excelente selección de la Rioja más clásica. Es un museo del vino en sí mismo.


Pero Andrés le ha dado un toque personal a este tradicional restaurante. La carta de vinos es sencillamente espectacular, una de las mejores de España, y no por su extensión, que es extensa, sino por la tremenda calidad de sus referencias. En apartados como Borgoña o Champagne es un verdadero listín de pequeños placeres. Hay referencias de casi todos los lugares y regiones imaginables del mundo y una selección de grandes añadas de míticos vinos de Francia y España. Además de todo esto y por si fuera poco, la pasión que Andrés le pone a cada vino que descorcha y sirve hacen de este restaurante el mejor de todos los que conozco en España en cuanto al tratamiento del vino se refiere. Y todo ello se acompaña con una cocina clásica y honesta basada en materias primas de primerísima calidad y excelentemente tratadas.

A la cita acudimos Manolo, Pedro y un servidor acompañados por mi mujer y Nacho, de La Ruta del Vino.

En barra nos tomamos un elegante y mineral Riesling Trocken 2005 de Dönnhoff que abrió boca y después, en una sala reservada especial habilitada para la ocasión y rodeados de una selección de más de 30 añadas de Vega Sicilia y Valbuena, disfrutamos del siguiente menú:

- Cecina de buey del Valle del Esla
- Morcilla de Burgos con pimientos asados
- Mollejas a la plancha
- Chuletones de ternera de Cantabria (600 gramitos cada uno) Deliciosos ¡Cayeron 4!
- Quesada casera con helado de azafrán



Con los siguientes vinos:


- Champagne Egly-Ouriet V.P Grand Cru

(http://www.verema.com/comunidad/vinoscatados/vino.asp?vino=15894)

“Cuvee” especial de esta “maison” de culto. VP es la abreviatura de “Vieillisement Prolonge” que denota sus 61 meses de crianza en rimas. Elegante, vínico, potente, mineral, un excelente vino para abrir boca. Debido a su reciente degüelle habría que darle tiempo de botella, pero como el propio Andrés dijo, se lo van a quitar de las manos. Espléndido.

- Champagne Egly-Ouriet Blanc de Noirs V.V. Grand Cru

(http://www.verema.com/comunidad/vinoscatados/vino.asp?vino=9974)

Este es el vino santo y seña de Egly-Ouriet. Producto de sus mejores viñas de Pinot Noir es elegante, femenino, sensual, pero a la vez vínico, potente, personal y largo, eterno. Para acompañar una comida entera, es uno de esos Champagnes que enamoran. Hay muy pocas botellas, que pena.

- Marqués de Murrieta Ygay Reserva 1954

(http://www.verema.com/comunidad/vinoscatados/vino.asp?vino=15895)

Una sorpresa que nos tenía preparada Andrés. Comentaba con mis compañeros que tenía ganas de probar un Rioja antiguo, de los 60, pero vaya, esto superó todas mis expectativas. Un vino trascendental, con una fuerza y vigor y a la vez con una delicadeza y profundidad que nos dejaron descolocados. Grandísimo vino que forma parte de la historia de España. Permanecerá en mi memoria.

- Clos des Epenaux Pommard 1er Cru Domaine Comte Armand 2000

(http://www.verema.com/comunidad/vinoscatados/vino.asp?vino=15896)

De un viñedo “monopole” del Domaine Comte Armand, es un Borgoña de nuevo estilo, evidente, frutal, franco, limpio, profundo, largo. Fue el vino que más discusión provocó entre los partidarios del clasicismo borgoñón o los más “abiertos” a cosas nuevas. Es cierto que carece de la tipicidad del clásico Borgoña. Ahora bien, a mí me pareció excepcional y de hecho lo es. Quizá el problema fue la calidad de sus acompañantes que lo eclipsaron un poco.

- Château Pavie 1952 Saint-Emilion

(http://www.verema.com/comunidad/vinoscatados/vino.asp?vino=15897)

La otra gran sorpresa con la que nos obsequió Andrés. En cuanto la abrió y cató dijo “ha habido suerte, esta es una buena botella”. Vaya que si buena. Nunca había probado un gran Burdeos con tantos años. Que mineralidad, que complejidad en nariz todavía expresiva e incluso frutal y sobre todo que boca. Una boca de lujo, con un final de seda, eterno. Un vino que no olvidaré.

- Dönnhoff Niederhausen-Hermannshöhle Auslese 1994

(http://www.verema.com/comunidad/vinoscatados/vino.asp?vino=15898)

Queríamos terminar la fiesta con un gran vino dulce y Andrés nos recomendó este. Ya conocíamos el elaborador y el mítico viñedo, pero no habíamos probado este vino en concreto. Y es apoteósico. Un niño todavía con una acidez que descuadra y que te redefine el concepto de vino dulce. Decía Andrés que el prefiere este vino a un Château de Yquem. Muy bueno tiene que estar el famoso Sauternes (no lo he probado todavía) para superar a este adolescente alemán. Un vino mítico que durará una eternidad. ¡Como estará dentro de 40 años!



Cada vino fue abierto, decantado si era preciso y comentado por Andrés con tal pasión que era imposible no emocionarse en cada encuentro. Probaba incluso varios tipos de copas para elegir la mejor con cada vino. Andrés es mucho más que un excelente sumiller y maestro de ceremonias. Hay que ir a La Cigaleña para comprobarlo.

Debo decir que recordaré para siempre este homenaje, como uno de los más gratificantes que he podido disfrutar. La compañía, los vinos, la comida, la conversación, cada momento de la tarde quedaron grabados en mi memoria.


Lo cierto es Santander es en una capital y Cantabria una región donde todavía se practica un poco el “sota-caballo-rey” en el vino (blanco de Rueda, rosado de Cigales y tinto de Rioja), y todos estos movimientos citados deben contribuir – o eso esperamos – a que poco a poco se abra el espectro de conocimientos e inquietudes de la población por probar nuevas cosas. No se puede decir que es porque no hay oferta.

Si Cantabria en general y Santander en particular nos ofrecían muchos alicientes para pasar unos días de visita, ahora para todo buen aficionado al vino venir a Santander debe implicar acercarse por estos dos lugares que hacen de esta bella cuidad marinera una capital, por fin, vinícola.

Un saludo,
Eugenio Sáenz de Miera Arnau
(EuSaenz)

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