Puck

El Sueño de Cenicienta - Reedición de la Cata de Actualidad en Lavinia 28/09/2010

Este post proviene de un hilo que abrí en septiembre de 2010 en el Foro de Vino, tres meses antes de que se abriera este blog

Hoy recibí una llamada por la tarde. Un evento exclusivo para socios en Lavinia, tendría lugar esa misma tarde, a partir de las siete.

Yo sabía que no podía, que no debía. Pero ese buen amigo/demonio no dejaba de tentarme, buenas bodegas, sólo socios del club … 

 

 

 

Miro los horarios de los trenes. Hay alguna posibilidad. Hago llamadas, sí, me pueden cuidar a los niños hasta las nueve.
Tengo treinta minutos. De siete a siete y media.


Cuando llego, a las siete menos cuarto, ya hay varias mesas montadas y algunos vinos abiertos. Soy conducida al Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, la mesa del Quinta Sardonia. Sé que no había Pingus, ni tan siquiera su flor, pero estaba su mano, su uva y sobre todo, su tierra.

Me sirven una copa, la aparco, la dejo respirar y pruebo un agradable vino de Plá del Bagés del que, espero que me perdonen, ahora mismo no recuerdo el nombre, pero prometo subirlo mañana. Buen cuerpo, estructura y potencia.

No aguanto más y ataco el Quinta Sardonia. La nariz es reticente, todavía no quiere, no se deja, pero la boca ¡ay Dios la boca! Nada más sentir ese líquido invadir mis papilas gustativas supe que nunca antes había probado nada igual e impulsiva como soy, le digo a mi amigo ¡es el mejor vino que he probado en la vida! Él se ríe y me contesta ¿estás segura? Bueno, la verdad es que no lo sé pero sí estoy segura de que no he probado nada parecido jamás, se sonríe, de eso no me cabe la menor duda. No he podido quedarme el suficiente tiempo con ese sabor en la cabeza para ser capaz de describir lo que percibí con mis sentidos pero sí puedo decir que pocas veces he probado un vino con tanta versatilidad, quería comer un buen queso con él, un exquisito paté, una buena menestra de verduras, un suculento guiso de carne, quería acabar la comida y seguir y seguir bebiéndolo y que no se acabara nunca ... pero antes de acabar la copa, dejé una pequeñita cantidad en el fondo, quería ver si la nariz me hablaba luego.Montecastro

Le siguió un Montecastro 2005, elegido en su día como el mejor Ribera del Duero. Barroco en nariz, pleno, complejo, potente y aún así, suave en boca.Volví a hundir la nariz en el Quinta Sardonia, dulces higos ascendían de la pequeñita sábana del fondo de la copa.


Un Viña Pedrosa 2006 quiso plantarle cara al Montecastro y casi lo consigue, con ese delicioso terciopelo que se cuela por la garganta, pero no, el Montecastro tenía ese punto más de nariz, ese punto más de explosión en boca, esa delicia que permanece en la lengua y el paladar.

Vuelvo al Quinta Sardonia y los higos se han convertido en dátiles ¡y sólo son unos pocos mililitros!
Como contrapunto, el Piélago de Jiménez Landi. En teoría 100% garnacha, pero yo diría que era una garnacha descastada, que quería parecerse a una syrah, y la syrah es syrah y la garnacha, garnacha. Un vino muy agradable pero que nadie en una cata a ciegas hubiera etiquetado como garnacha.

Un vino de Levante fue mi última opción, apenas tuve tiempo para dedicarle por lo que no lo nombraré, no sería justo.
Me despido de mi Quinta Sardonia con pena, sabiendo que nos quedaba tanto por hablar, por gozar ...

Eran las siete y media, tenía que correr, si no cogía el tren de las ocho menos cinco la magia se esfumaría, pero me llevaba el zapatito de cristal en la memoria, y lo estuve saboreando durante todo el trayecto hasta mi casa en la sierra. Sigue conmigo y ninguna hermanastra me lo podrá quitar, sólo me queda esperar al príncipe que lo reclame ...


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