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Metafísica del Vino, amor y filosofía agitados en una copa de vino.

POSADA, José (2003): Metafísica del Vino. Irmandade dos Vinos Galegos, Ourense.

metafisica-del-vinoDice el Diccionario de la Real Academia que la metafísica es parte de la filosofía y que dentro de esta se ocupa del ser en cuanto a tal, y de sus propiedades, principios y causas primeras. También dice –quizás para quitar hierro a un tema tan peliagudo- que figuradamente se refiere al modo de discurrir con demasiada sutileza en cualquier materia.

No sabemos a ciencia cierta que perspectiva subyace en la intención de José Posada, hombre de mundo, bont vivant, que ha pasado por el Parlamento Europeo, por la presidencia del Consejo Regulador Orujo de Galicia, que es secretario perpetuo de la Irmandade dos Vinos Galegos, elaborador de Marron Glacé y Director General de una fábrica de Champansky en Moscú y que ante todo ama el vino.

Abordar una reflexión de tan amplio calado, llena de afirmaciones polémicas y mordaces, irreverente a veces, iconoclasta otras, no es cuestión baladí y así como Ulises tuvo que abordar sus doce tareas el autor aborda multitud de cuestiones siempre girando en torno al vino. Como se afirma en sus páginas este libro se escribe: “más por cultura, origen y sensibilidad que por técnica o saber frío y analítico”.

En todo caso ya se dedicó José Posada en obras previas a la visión técnica y pragmática con sus obras “Os Viños de Galicia” (1981) y “Manual de los vinos y aguardientes de Galicia” respaldados por su formación como Ingeniero Técnico Químico y a su amplio conocimiento de los vinos gallegos.

¿Y por qué la aproximación metafísica? Como se afirma en el libro en referencia al vino: “En la actualidad, y más hacia el futuro, su valor está más en lo cultural, en lo simbólico-identificativo, es decir, va aumentando su cuota metafísica y disminuyendo su valor relativo de lo puramente físico.” Además, “Si estamos de acuerdo en que el vino es la parte metafísica de la comida, diríamos que la metafísica del vino es su parte espiritual”. Así, “Hay vinos que son casi todo metafísica; por ejemplo, en Galicia el vino tostado de Ribeiro.”

En todo caso atender una tarea colosal como esta exige también un notable aporte de humildad, por ello Posada afirma:

“hay que reconocer, […], socrática y humildemente, que de vinos, de hombres y de mujeres no hay quien entienda mucho, pues son saberes holísticos, muy humanos y complementarios, demasiado grandes para ser abarcados en su totalidad. Quien más presume, más se elogia de entender, y habla y pontifica ex-catedra, es el que menos entiende.”

Me permitiré repasar algunas cuestiones al azar que me han llamado especialmente la atención. Por ejemplo, de los catadores afirma:

“cuatro características o cualidades pedían sus súbditos a los Emperadores Romanos que nosotros pediríamos también a los catadores: Equilibrio, Equidad, Benevolencia y Armonia”.

Y añade:

“El catador cuando escupe es un onanista, mientras que el bebedor siempre es un temerario dionisíacamente comprometido e inmerso en la vida y en el azar.”

Muy instructivo y no menos polémico es el amplio repaso que da a las taxonomías del vino. Así, por ejemplo, propone distinguir los vinos entre Atlántico (Apolíneos) y Mediterráneos (Dionisíacos). Los Atlánticos, los del norte, “tienen un equilibrio entre grado y acidez, frutados, mayor acidez fija, y sabores más sutiles; son vinos redondos, no muy fuertes pero si personales y armonizados”. Mientras los Mediterráneos, los del sur, son “vinos de pasión, fuertes de grado, vinosos, más alcohólicos, de sabor a la tierra, y personalidad marcada, con dos gramos de locura, vinos para beber en la juventud, y sumar las dos tremendas fuerzas. Vinos claramente dionisíacos, de los argonautas, y del ceño fruncido del David de Miguel Ángel.”

No me extenderé mucho más en el tema de las clasificaciones pero resultan todas ellas ideales para una tertulia nocturna, con una buena copa de vino y en buena compañía…

También se aborda en un capítulo el papel de la Armonía y el Equilibrio. Este último en los vinos “está en el armónico porcentaje constituido por la acidez, el alcohol, el azúcar y el tanino.”

El repaso histórico, filosófico y religioso que se emprende en la segunda parte del libro no es menos atractivo, ingenioso y polémico. Al menos quisiera citar una frase -en mi opinión- sumamente mordaz: “Se le critica a Jesucristo que comenzó su carrera de taumaturgo con el milagro del tabernero: transubstancia el agua en vino.” Y no menos humorística es la afirmación de que: “Jonás en lugar de estar en el vientre de una ballena cuarenta días, había estado en una taberna llama “A Baleia”, de donde finalmente le echaron fuera por borracho.”

En la tercera y última parte del libro se abordan temas como Eros, Cultura o Salud, y ninguno se libra de la pincelada jocosa, mordaz y a veces hiriente y el autor se enfrenta sin tapujos y de forma polémica con multitud de cuestiones. Véase como muestra esta particular descripción de los síntomas de una resaca:

a) Dolor de cabeza, clasificado de una a tres aspirinas.
b) Sed irredenta.
c) Moneda fraccionaria en los bolsillos y poco o nulo dinero.
d) Recuerdo difícil o nebuloso, con preocupación de las olvidadas o ignoradas acciones, y terremoto de consecuencias.
e) Mal o terrorífico aspecto en el espejo.
f) Hipersensibilidad a los gritos, música, broncas y cualquier agresión humana.
g) Arrepentimiento temporal y propósito temporalísimo de enmienda.

Aquí quiero terminar esta breve reseña y espero no dejar mal sabor de boca acabando con estos versos de Mika Valtan que cita el autor:

“La vida es una borrachera y la muerte su resaca.”


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